|
|
CÓMO CONCILIAR LO DIVERSO:
Un desafío para la construcción de un espacio regional de
cooperación e integración. |
por Félix Peña
Abril 2014
|
|
|
¿Cómo conciliar o al menos equilibrar
intereses, valores y visiones diferentes entre países que comparten
un mismo espacio regional? Es uno de los desafíos principales que
deberán encarar los países de la región, en la medida
que procuren potenciar las oportunidades que se están abriendo
en el escenario global, especialmente por su dotación de recursos
naturales, su diversidad cultural combinada con una fuerte creatividad,
y la experiencia acumulada en su desarrollo económico y social,
incluyendo el acervo de éxitos, frustraciones y abiertos fracasos.
De ahí la relevancia que adquiere el enfoque de "convergencia
en la diversidad", propuesto por el Canciller del nuevo gobierno
de Chile. Es un enfoque que está presente en el Tratado de Montevideo
de 1980 por el cual se creó la ALADI. Especialmente en su artículo
3° se plasman cinco principios que orientan a este marco institucional
de alcance regional del cual forman parte 13 países que, por cierto,
presentan un cuadro de múltiples diversidades.
Parecería oportuno que en el plano gubernamental, como también
en el académico y empresario, pudieran efectuarse análisis
conducentes a propuestas concretas sobre cómo lograr la efectiva
convergencia de los distintos acuerdos y mecanismos de integración
que tienen vigencia en la región. El objetivo sería procurar
una mayor convergencia pero respetando los límites que surgen como
consecuencia de múltiples diversidades. La convergencia entre el
Mercosur y la Alianza del Pacífico requeriría atención
prioritaria por la relevancia política y económica de sus
miembros.
Incentivos al desarrollo de encadenamientos productivos; acumulación
de origen; conectividad física de calidad y facilitación
del comercio y, programas efectivos de cooperación con los países
de menor desarrollo económico relativo, podrían ser cuestiones
que requerirían de ideas a la vez creativas y prácticas
orientadas a la acción.
Convergencia en la diversidad también requiere de un continuo
esfuerzo en cada país de la región para definir y adaptar
sus estrategias de inserción comercial internacional, tanto en
el plano global como en el regional. En el mundo de hoy, países
que saben lo que quieren y lo que pueden, especialmente si lo hacen a
través de una fuerte participación social, están
en mejores condiciones de procurar puntos de equilibrio en sus respectivos
intereses al dialogar y negociar con otros países de la región.
|
Conciliar lo diverso en un contexto de fuertes cambios internacionales,
es un desafío que enfrentan los países latinoamericanos
a la hora de construir un espacio regional de cooperación e integración,
especialmente si a la vez procuran desarrollar una inserción competitiva
en los mercados mundiales. Es ello más cierto aún si los
respectivos liderazgos políticos, empresariales y sociales aspiran
a asegurar condiciones para un razonable grado de gobernabilidad (paz
y estabilidad política, desarrollo productivo y cohesión
social), tanto en el plano global como en el regional.
Múltiples son los planos en los que el factor diversidad incide
en las relaciones comerciales internacionales. Por cierto que la dimensión
económica y el grado de desarrollo de un país ocupan un
lugar relevante. Pero también inciden, entre otras, las diferencias
culturales, ideológicas, religiosas, étnicas, y de capacidades
tecnológicas. Comprenderlas e incluso apreciarlas, es una condición
indispensable para navegar un mundo de modernidad mestiza, tal como lo
ha caracterizado Jean-Claude Guillebaud en su libro "Le commencement
d'un monde. Vers une modernité métisse" (Seuil, Paris
2008).
Tan pronto se incluye en el análisis y en la acción el
factor de dinámica de cambio, la tarea de aceptar la diversidad
como parte ineludible de la realidad internacional se torna más
compleja y quizás apasionante. La velocidad que han caracterizado
en las últimas dos décadas los desplazamientos del poder
relativo entre las naciones, la densidad en la conectividad física
entre los distintos espacios nacionales y regionales, y la incorporación
de nuevos protagonistas a la competencia económica global (países
emergentes y creciente población urbano con ingresos de clase media),
están acentuando las dificultades que muchas veces se observan
para apreciar el nuevo entorno internacional en la perspectiva del comercio
y de las inversiones transnacionales. Tales dificultades pueden ser mayores
en el caso de los países que por mucho tiempo fueron -y se consideraron-
como los protagonistas decisivos de las relaciones internacionales, algo
así como el centro del mundo. Y, con más razón, para
quienes en ellos aspiran a interpretar realidades actuales en base a conceptos,
paradigmas, marcos teóricos o enfoques ideológicos provenientes
del pasado. En esos planos la tasa de obsolescencia suele ser notoria.
¿Cómo conciliar o al menos equilibrar intereses, valores
y visiones diferentes entre países que comparten un espacio geográfico
regional? Es uno de los desafíos que encaran hacia adelante los
países de nuestra región, en la medida que procuren potenciar
las oportunidades que se les están abriendo en el escenario internacional,
especialmente por su dotación de recursos naturales, por su diversidad
cultural combinada con una fuerte creatividad, y por la experiencia acumulada
en su desarrollo económico y social, incluyendo al respecto el
acervo de éxitos, frustraciones y abiertos fracasos.
De ahí que el enfoque propuesto por Heraldo Muñoz, el Canciller
del nuevo gobierno de Chile (ver al respecto nuestro Newsletter
del pasado mes de marzo, en: http://www.felixpena.com.ar),
adquiere una relevancia especial. También el ex Presidente Ricardo
Lagos resaltó recientemente en Brasil, la importancia de que la
región hable con una sola voz y de que adopte miradas en conjunto
sobre los grandes temas de la agenda global. Se refirió, en especial,
a la necesidad de no plantear las relaciones entre los países del
Pacífico y los del Atlántico como antagónicas (ver
http://www.lanacion.cl/).
El enfoque de "convergencia en la diversidad" está presente
en el Tratado de Montevideo de 1980 que creó la ALADI. Especialmente
en su artículo 3° se plasman los cinco principios que orientan
a este marco institucional de alcance regional del cual forman parte hoy
13 países que, por cierto, presentan un cuadro de múltiples
diversidades.
Vale la pena recordar hoy tales principios, dado que los países
del Mercosur como los de la Alianza del Pacífico no sólo
son miembros de la ALADI pero, además, sus preferencias arancelarias
se insertan en su marco jurídico. Ellos son los siguientes:
a) pluralismo, sustentado en la voluntad de los países miembros
para su integración, por encima de la diversidad que en materia
política y económica pudiera existir en la región;
b) convergencia, que se traduce en la multilateralización progresiva
de los acuerdos de alcance parcial, mediante negociaciones periódicas
entre los países miembros, en función del establecimiento
del mercado común latinoamericano;
c) flexibilidad, caracterizada por la capacidad para permitir la concertación
de acuerdos de alcance parcial, regulada en forma compatible con la
consecución progresiva de su convergencia y el fortalecimiento
de los vínculos de integración;
d) tratamientos diferenciales, establecidos en la forma que en cada
caso se determine, tanto en los mecanismos de alcance regional como
en los de alcance parcial, sobre la base de tres categorías de
países, que se integrarán tomando en cuenta sus características
económico - estructurales. Dichos tratamientos serán aplicados
en una determinada magnitud a los países de desarrollo intermedio
y de manera más favorable a los países de menor desarrollo
económico relativo; y
e) múltiple, para posibilitar distintas formas de concertación
entre los países miembros, en armonía con los objetivos
y funciones del proceso de integración, utilizando todos los
instrumentos que sean capaces de dinamizar y ampliar los mercados a
nivel regional.
Parecería oportuno que tanto en el plano gubernamental como en
el académico y empresario, pudieran efectuarse análisis
conducentes a efectuar propuestas concretas sobre cómo lograr la
efectiva convergencia de los distintos acuerdos y mecanismos de integración
que tienen vigencia en la región. El objetivo sería precisamente
procurar la mayor convergencia respetando los límites que pueden
surgir como consecuencia de múltiples diversidades. La convergencia
entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico debería ser
un objetivo prioritario dada la relevancia económica y política
de los países participantes. Al respecto cabe privilegiar interpretaciones
flexibles de compromisos existentes en el Mercosur, por ejemplo, con respecto
al arancel externo común. La normativa del Mercosur y la del GATT
brindan suficiente margen para lograr una razonable dosis de flexibilidad,
incluso dentro del marco conceptual de una unión aduanera.
Algunas de las cuestiones más relevantes para una agenda de "convergencia
en la diversidad" y que pueden requerir ideas creativas y viables,
tanto desde un de vista económico como jurídico y político,
pueden ser las siguientes:
a) encadenamientos productivos a través de inversiones conjuntas
en los que participen empresas pymes de distintos países y que,
como incentivo a la inversión, cuenten no sólo con acceso
al financiamiento pero en especial, de garantías colectivas al
acceso irrestricto a los mercados de los países participantes
del mecanismo que se negocie;
b) acumulación de reglas de origen que permita un aprovechamiento
conjunto por parte de empresas de diversos países de las preferencias
comerciales que se negocien en el plano regional e, incluso, interregional;
c) calidad de la conectividad física y medidas eficaces de facilitación
de comercio y,
d) programas efectivos de cooperación con los países
de menor desarrollo relativo orientados a estimular la inversión
productiva por medio de la garantía en el acceso irrestricto
a los mercados de los países de mayor grado de desarrollo de
la región.
Hablar con una sola voz y desarrollar una mirada de conjunto de las grandes
cuestiones de la agenda global -ejemplos son los desafíos que plantea
el cambio climático o la necesidad de evitar que las negociaciones
de mega-acuerdos inter-regionales terminen por erosionar la efectividad
y eficacia del sistema multilateral de comercio institucionalizado en
la OMC- no requiere necesariamente de la homogeneidad. Requiere sí
de puntos de equilibrio entre visiones eventualmente diferentes que es,
precisamente, aquello que puede aspirar a lograrse con liderazgos políticos
colectivos y con instituciones regionales tales como son la ALADI, la
UNASUR y la CELAC, especialmente si cuentan con el apoyo intelectual y
técnico de organismos como la CEPAL, la CAF y el SELA.
Pero también requiere de un sólido esfuerzo en cada país
de la región para definir y actualizar sus estrategias de inserción
comercial internacional. Países que saben lo que quieren y lo que
pueden, especialmente si lo hacen a través de una fuerte participación
social, están en mejores condiciones de procurar puntos de equilibrio
en sus respectivos intereses al dialogar y negociar con los otros países
de la región.
Al menos tres factores contextuales hay que tener en cuenta al apreciar
el potencial de inserción comercial externa de un país.
Son relevantes y están en plena evolución. Uno es la mayor
densidad y calidad de la conectividad física y cultural entre quienes
compiten por los mercados de otros países. Otro es el significativo
incremento de la clase media urbana en el mundo en desarrollo, con sus
efectos sobre la demanda de bienes y servicios, a la vez masivos y diferenciados,
y sobre las expectativas y niveles de exigencia de los consumidores. Y
el tercero es que, en parte como consecuencia de los dos antes mencionados
pero también del continuo cambio tecnológico, se han tornado
evidente transformaciones en la forma en que se producen y distribuyen
los bienes y servicios: "hecho en el mundo", es la expresión
que utiliza la OMC al referirse al fenómeno de las cadenas transnacionales
de valor y a su papel protagónico en el comercio internacional.
A tales factores es preciso agregar la revalorización de los espacios
regionales e interregionales en el desarrollo del comercio mundial, en
parte como resultante de que ellos inciden en el diseño de los
encadenamientos productivos con su impacto sobre la localización
de las inversiones. Pero también por el hecho de que ellos son,
a la vez, consecuencia y causa de la actual proliferación de acuerdos
comerciales preferenciales -en especial, de los mega-acuerdos regionales
e interregionales, tales como el TTP y el TTIP-.
Lo antes mencionado explica tres ejes sobre los cuales los países,
cualquiera que sea su dimensión o su grado de desarrollo, elaboran
estrategias de inserción comercial internacional, y de relacionamiento
bilateral o multilateral con otros países de la propia región
o a escala global. Cada uno plantea requerimientos que una diplomacia
comercial efectiva y eficaz, procurará que sean complementarios
y se potencien mutuamente.
El primer eje es el alcance multi-espacial. Implica el reconocimiento
que hoy y con más razón en el futuro, la diplomacia comercial
de un país se orienta a aprovechar todas las oportunidades que
se abren en un mundo que algunos especialistas denominan "multi-plex".
Como cualquier otro país, cada uno tiene una pluralidad, incluso
muy amplia, de opciones en cuanto a quienes comprar y a quienes vender,
o de que origen o que destino pueden ser inversiones y tecnologías
que interesan. Preservar abiertas tales opciones y potenciarlas, son objetivos
prioritarios de una diplomacia comercial efectiva, eficaz y proyectada
al futuro. Son, por cierto, objetivos que hay que tener presente a la
hora de sugerir mecanismos que faciliten el desarrollo de los acuerdos
de integración y de la convergencia de aquellos existentes en una
región.
El segundo es el de los espacios regionales e interregionales. Implica
concentrar la atención de la diplomacia comercial de un país,
nunca en forma exclusiva, en el entorno geográfico más próximo,
especialmente si entre los países de una región existen,
además de proximidad física, acuerdos comerciales preferenciales
o, más aún, si desarrollan un proceso de integración
profunda. Los acuerdos interregionales que se están negociando
actualmente -a pesar de que tengan un futuro aún incierto- acrecientan
la importancia de visualizar a cualquier otro país como parte de
un espacio económico más amplio y, por ende, más
interesante desde el punto de vista de perspectivas para el desarrollo
de negocios que involucren el intercambio de bienes y de servicios, y
de inversiones productivas.
Y el tercer eje es de las empresas protagonistas actuales o potenciales
del comercio y de las inversiones bilaterales. Son el principal objetivo
de una diplomacia comercial que sea ambiciosa, esto es, que esté
proyectada a incidir en el futuro relacionamiento bilateral entre dos
países o entre un grupo de países pertenecientes al mismo
o a distintos espacios regionales. La densidad de la participación
de empresas en el comercio y en las inversiones trans-nacionales son,
a la vez, condición y consecuencia de la eficacia de las acciones
y acuerdos que los países lleven adelante en el plano de la cooperación
e integración regional. Ello es particularmente cierto en relación
a los encadenamientos productivos.
|
Lecturas recomendadas:
- Archivos del Presente, "Revista Latinoamericana de Temas Internacionales",
Año 17, N° 61, Buenos Aires 2013.
- Bergsten, Fred, "Addressing Currency Manipulation Through Trade
Agreements", Peterson Institute for International Economics, Policy
Brief, Number PB 14-2, Washington DC, January 2014, en: http://www.iie.com/.
- Blockmans, Steven; Kostanyan, Hrant; Vorobiov, Ievgen, "Towards
a Eurasian Economic Union: The challenge of integration and unity",
CEPS Special Report, n° 75, Brussels, December 2012, en: http://aei.pitt.edu/.
- Cox, Harvey, "The Market as God. Living in the New Dispensation",
The Atlantic, Washington DC, March 1999, en: http://www.theatlantic.com/.
- Feigenbaum, Evan A., "Ten trends that will shape Asia in 2014",
East Asia Forum, 27 January 2014, en: http://www.eastasiaforum.org/.
- Giddens, Anthony, "Turbulent and Mighty Continent. What Future
for Europe?", Polity Press, Cambridge 2014.
- Global Harvest Initiative, "International Trade and Agriculture:
Supporting Value Chains to Deliver Development and Food Security",
Global Harvest Initiative, Washington DC. 2013, en: http://www.globalharvestinitiative.org/.
- IDB-Global Harvest Initiative, "The Next Global Breadbasket.
How Latin America Can Feed the World", Inter-American Development
Bank, Washington DC.2014.
- Lowes Dickinson, G. "Causes of International War", The Swarthmore
Press Ltd. London 1920.
- Lowes Dickinson, G, "The International Anarchy - 1904-1914",
University Press of the Pacific, Honolulu, Hawai, 2003 (reprinted from
the 1916 edition).
- Nottage, Luke, "Why no investor-state arbitration in the Australia-Japan
FTA?, East Asia Forum, 9 April 2014, en: http://www.eastasiaforum.org/.
- Observatorio América Latina-Pacífico, "Las relaciones
comerciales entre América Latina y Asia Pacífico: Desafíos
y Oportunidades", ALADI-CAF-CEPAL, Montevideo 2014.
- Olson, Stephen, "Free trade agreements should happen for the
right reason", East Asia Forum, 10 April 2014, en: http://www.eastasiaforum.org/.
- Rischard, J.F., "High Noon. Twenty Global Problems, Twenty Years
to Solve Them", Basic Books, New York 2002.
- Tambunam, Tulus; Chandra, Alexander C., "Maximizing the Utilization
of ASEAN-Led Free Trade Agreements: The potencial roles of micro, small
and medium-sized enterprises", TKN Report, IISD, March 2014, en:
http://www.iisd.org/.
|
|
Félix Peña es Director
del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director
de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la
Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité
Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).
Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar
trayectoria.
|
|
|
|
|