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    | UN DESAFÍO PARA EL FUTURO DE LA OMC: ¿Cómo articular los acuerdos comerciales a nivel global, regional 
      e interregional?
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    | por Félix PeñaEnero 2012
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    |    | En cuanto al futuro de la OMC, al menos tres escenarios 
        parecen posibles. Un primer escenario es el del predominio de una especie 
        de "inercia institucional". El segundo es un escenario "refundacional". 
        Y el tercero sería el de la "metamorfosis" de la OMC.
       La metamorfosis implicaría continuar y profundizar 
        aquellos activos acumulados considerados como eficaces y valiosos. No 
        requiere necesariamente dejar de lado la Rueda Doha. Pero sí requiere 
        concentrar esfuerzos, imaginación y voluntad política en 
        la renovación de agendas y de metodologías de trabajo. Requiere 
        una fuerte dosis de flexibilidades que permitan preservar la previsibilidad 
        que se requiere para facilitar inversiones productivas y el desarrollo 
        de un tejido cada vez más denso de redes productivas transnacionales.
       El principal desafío será el de concertar 
        en el ámbito del marco institucional multilateral, los múltiples 
        esfuerzos que hoy se realizan tanto en el plano global, como en el regional 
        y en el interregional. Esto es, tornar compatible lo que se suele percibir 
        como contradictorio. Implicaría asumir como algo natural y positivo 
        la complejidad de la agenda del comercio mundial y de los medios para 
        abordar las cuestiones relevantes. 
       Siendo así, lo central será definir 
        mecanismos operativos que permitan preservar un grado razonable de disciplinas 
        colectivas, de transparencia y de conectividad entre las distintas modalidades 
        de acuerdos comerciales en los que participen los países miembros 
        de la OMC. Entre otras reformas, requeriría darle prioridad a una 
        revisión de fondo del artículo XXIV del GATT 1994.
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    | En principio, en torno a tres cuestiones se observa un relativo consenso 
        con respecto a la situación actual y al futuro de la Organización 
        Mundial del Comercio (OMC).  La primera cuestión tiene que ver con su papel como institución 
        multilateral relevante para el sistema del comercio mundial. Al respecto 
        cabe resaltar que no se observan cuestionamientos a la OMC como una institución 
        necesaria en la arquitectura de la gobernabilidad económica global. 
        Se reconocen, además, los activos adquiridos en toda la trayectoria 
        recorrida desde la creación del GATT. Ellos son considerados como 
        bienes públicos internacionales valiosos que hay que preservar. 
        Entre otros, se valoran los siguientes aportes que pueden atribuirse al 
        sistema multilateral del comercio mundial: el generar un cierto grado 
        de reaseguro frente a propensiones proteccionistas -abiertas o, más 
        frecuentemente, encubiertas- que tienden a acentuarse en épocas 
        -como la actual- de crisis económica internacional con su consiguiente 
        impacto en el comercio mundial; el asegurar una razonable transparencia 
        en las políticas comerciales que aplican los países miembros 
        y, en tercer lugar, el brindar un marco institucional para restablecer 
        las reciprocidades de intereses nacionales afectadas por comportamientos 
        que se consideran contrarios a las reglas pactadas.  Los mencionados son aportes que contribuyen a que se mantenga un grado 
        razonable de disciplinas colectivas en el comercio mundial. Es quizás 
        la función más valorada de la OMC en un mundo en el que 
        comienzan a predominar tendencias que en otros momentos históricos 
        condujeron al caos (ver al respecto el artículo de Sergei Karaganov 
        citado en la Sección Lecturas Recomendadas de este Newsletter). La segunda cuestión sobre la que se observa un relativo consenso, 
        se refiere al reconocimiento que la OMC tiene que seguir siendo un ámbito 
        multilateral en el cual se pueda, a la vez, continuar negociando aperturas 
        de los respectivos mercados al comercio mundial; produciendo reglas de 
        juego que faciliten la internacionalización de la producción 
        de bienes y de servicios en torno a múltiples modalidades de redes 
        transnacionales, y generando mecanismos funcionales al establecimiento 
        de vínculos tan estrechos como posible entre comercio, desarrollo 
        económico y sustentabilidad ambiental. Pero todo ello en un contexto 
        de fuertes asimetrías de poder económico relativo, de capacidades 
        para competir a escala global, y de grados de desarrollo entre los países 
        miembros, lo que dificulta alcanzar los puntos de articulación 
        de intereses nacionales que son necesarios para adoptar las decisiones 
        que se consideran necesarias. Y la tercera cuestión se refiere a la necesidad de adaptar la 
        OMC a las nuevas realidades del sistema internacional y de la competencia 
        económica global. Se reconoce que es demasiado fuerte el contraste 
        de la realidad económica y de poder mundial actual, con la existente 
        cuando se creó el GATT -período del cual proviene la esencia 
        del núcleo duro de principios y reglas de juego que aún 
        hoy rigen el sistema mundial del comercio- y aún con la de 1994, 
        cuando se creó la OMC. En tal sentido, la idea de un sistema del 
        comercio mundial impulsado por un club restringido de naciones desarrolladas 
        y con visiones afines, es hoy algo obsoleto. Y el problema principal reside 
        en que no resulta fácil poner de acuerdo en torno a las cuestiones 
        más sensibles de la agenda negociadora global, al número 
        cada vez más amplio de países miembros -actualmente 157- 
        con visiones, realidades e intereses por momentos tan diferentes, a fin 
        de adoptar decisiones que sean efectivas, eficientes y legítimas 
        (ver este Newsletter 
        de los meses de octubre 2010, en: http://www.felixpena.com.ar/, 
        y de agosto 
        2009, en: http://www.felixpena.com.ar/). La experiencia de la Rueda Doha es ilustrativa al respecto. No ha sido 
        posible alcanzar acuerdos para concluirla, pero tampoco para cambiar las 
        metodologías de la negociación multilateral, por ejemplo, 
        revisando el principio del "todo único" y adoptando otros 
        criterios, como el de "masa crítica", que abran la puerta 
        al uso de instrumentos como los acuerdos plurilaterales especialmente 
        para cuestiones y sectores más sensibles de la agenda negociadora. 
        La reciente 8ª. Conferencia de la OMC ilustra sobre esa especie de 
        escenario de "atrapados sin salida" en el que se encuentran 
        hoy lo países miembros (ver este Newsletter 
        de diciembre 2011, en: http://www.felixpena.com.ar/, 
        y el Bridges 
        Weekly Trade News Digest, Volume 16, Number 1, 11th January 2012, 
        en: http://ictsd.org/). 
       La tentación de países miembros interesados en avanzar 
        más allá de los compromisos comerciales ya alcanzados en 
        la OMC -tanto en el plano de las condiciones de acceso a los mercados 
        como en otros-, es entonces la de escaparse de las rigideces que caracterizan 
        al ámbito multilateral, intentando alcanzar los objetivos procurados 
        a través de modalidades novedosas de acuerdos comerciales preferenciales 
        que permitan aprovechar todas las ambigüedades del artículo 
        XXIV del GATT 1994. De ahí el crecimiento significativo del número 
        de acuerdos concluidos o en proceso de negociación.  El problema es que se tiene conciencia que por esta vía se puede 
        terminar erosionando la eficacia e incluso la legitimidad del sistema 
        multilateral del comercio mundial. Algo que en principio los países 
        miembros no reconocen como compatible con los requerimientos de gobernabilidad 
        económica global e, incluso, de gobernabilidad política. 
        El riesgo de la fragmentación del sistema en un contexto internacional 
        que tiende a ser "tóxico" es algo entonces que no puede 
        ser subestimado. En cuanto al futuro del sistema de la OMC, al menos tres escenarios parecen 
        posibles.  Un primer escenario es el del predominio de una especie de "inercia 
        institucional". Esto es, continuar trabajando con los mismos métodos 
        y con la misma agenda de los últimos años. Implicaría 
        continuar colocando a la actual Rueda Doha como un eje central de la estrategia 
        a impulsar. No es algo imposible. Pero no parece lo recomendable. Los 
        resultados pueden continuar siendo los logrados hasta el presente. Puede 
        terminar arrastrando el propio sistema hacia la irrelevancia e ilegitimidad. Un segundo escenario es el "refundacional". Implicaría 
        una reforma institucional profunda, sin perjuicio de capitalizar los activos 
        adquiridos y valorados. Sería el equivalente a lo que se suele 
        plantear para la arquitectura económica y financiera global. Algo 
        que se refleja en la expresión "un nuevo Bretton Woods". 
        Tiene el inconveniente de desconocer la realidad de poder que permitió 
        lograr los acuerdos que están en el origen del actual esquema institucional 
        de la cooperación económica y financiera internacional. 
        Esto es, el resultado de una guerra de la cuál surgió un 
        país -los Estados Unidos- con capacidad clara para ser, en aquel 
        momento, el "rule maker" indiscutido. No es el cuadro de la 
        actual distribución del poder mundial. Lo demuestra, entre otros 
        ejemplos, la dificultad creciente del G20 de traducir en hechos efectivos 
        su aspiración de liderar la definición de un nuevo orden 
        económico internacional. Un tercer escenario sería el de la "metamorfosis" de 
        la OMC. Es lo que hoy parece más recomendable. También lo 
        es para marcos institucionales que enfrentan dificultades y que hacen 
        a la gobernabilidad de espacios geográficos regionales, como el 
        de la Unión Europea e incluso, el del propio Mercosur, concebido 
        éste como una especie de núcleo duro de la gobernabilidad 
        del espacio sudamericano (ver al respecto este Newsletter 
        de junio 2011, en: http://www.felixpena.com.ar/) 
        y de noviembre 
        2011, en: http://www.felixpena.com.ar/). 
       La idea de una metamorfosis implicaría gradualidad en los avances, 
        a fin de construir algo nuevo en base a lo existente y a través 
        de pasos incrementales. Implica combinar lo aparentemente incombinable. 
        Transitar en forma persistente pero casi imperceptible de una etapa de 
        un sistema a la otra. Lo que surgiría con el tiempo es algo nuevo 
        pero, a la vez, algo que se basa en lo anterior. No implicaría 
        ruptura con el pasado ni la tentación de recomenzar de cero. Pero 
        sí implicaría una transformación profunda. Lo nuevo 
        sería continuación de lo viejo, pero no sería lo 
        mismo (sobre la metamorfosis como método de cambio social que torna 
        difícil saber cuándo termina lo anterior y cuándo 
        comienza lo nuevo, ver el artículo de Edgar Morin, "Elogio 
        de la metamorfosis", en "El País", Madrid, 17 de 
        enero de 2010, en http://www.elpais.com/. 
        Para un ejemplo reciente de metamorfosis de un sistema nacional complejo, 
        ver el libro de Ezra Vogel sobre Deng Xiaoping y la transformación 
        de China, citado en la Sección Lecturas Recomendadas de este Newsletter). 
       En el caso de la OMC, la metamorfosis significaría continuar y 
        profundizar los activos acumulados y que son considerados como eficaces 
        y valiosos -algunos de los cuáles fueron mencionados al principio-. 
        No significaría necesariamente dejar de lado la Rueda Doha. Pero 
        sí implicaría concentrar esfuerzos, imaginación técnica 
        y voluntad política en la renovación de agendas y de metodologías 
        de negociación. Requeriría, además, una dosis de 
        mayor flexibilidad para encarar situaciones especiales en el caso de los 
        países en desarrollo. Esto último, sin perjuicio de asegurar 
        la previsibilidad que se necesita para facilitar inversiones productivas 
        y un tejido cada vez más denso de redes productivas transnacionales. 
       Quizás el principal desafío será el de concertar 
        en el ámbito del marco multilateral, los múltiples esfuerzos 
        que hoy se realizan tanto en el plano global, como en el regional y en 
        el interregional. Esto es tornar compatible lo que se suele percibir como 
        contradictorio. Por sus notorias implicancias geopolíticas, quizás 
        un ejemplo de un paso en la buena dirección sería colocar 
        en una perspectiva del sistema multilateral global la reciente iniciativa 
        del Trans-Pacific Partnership (TPP).  La metamorfosis de la OMC implicaría entonces asumir como algo 
        natural y positivo la complejidad de la agenda del comercio mundial y 
        de los medios para abordar las cuestiones relevantes. No habría 
        un sólo tema dominante (por ejemplo, liberar el comercio) ni habría 
        una sola vía para abordarlo. Lo global, lo regional y lo inter-regional 
        serían partes integrantes de un único sistema multilateral. 
        Como ha señalado Jean-Pierre Lehmann en el artículo mencionado 
        en la Sección Lecturas Recomendadas de este Newsletter, implicaría 
        conciliar la fragmentación con la integración en un marco 
        y una visión común. Siendo así, lo central sería definir mecanismos operativos 
        que permitan preservar un grado razonable de disciplinas colectivas, de 
        transparencia y de conectividad entre las distintas modalidades de acuerdos 
        comerciales en los que participen los países miembros de la OMC. 
        Entre otras reformas, requeriría darle prioridad a una revisión 
        de fondo del artículo XXIV del GATT 1994. |  
   
    |  Lecturas recomendadas: 
        Berasategui, Vicente E., "Malvinas. Diplomacia y Conflicto Armado. 
          Comentarios a la Historia Oficial Británica", PROA Amerian 
          Editores, Buenos Aires 2011.
Burbank, Jane; Cooper, Frederick, "Empires in World History. 
          Power and the Politics of Difference", Princeton University Press, 
          Princeton - Oxford 2010.
De Groof, Bart; Geli, Patricio; Stols, Eddy; Van Beeck, Guy (eds.), 
          "En los Deltas de la Memoria. Bélgica y Argentina en los 
          siglos XIX y XX", Leuven University Press, Leuven 1998.
FUNCEX, "Revista Brasileira de Comércio Exterior", 
          FUNCEX, n° 109, Ano XXV, Rio de Janeiro, Outubro/Dezembro de 2011.
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          January/February 2012, Vol. 91, Issue 1, ps. 53-61.
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          How the South will take the North through the 21st Century", Bloomsbury 
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Hacher, Sebastián, "Sangre Salada. Una feria en los márgenes", 
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          Una selección de veinte artículos sobre temas de Teoría 
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          Blaum, EDUNTREF, Buenos Aires 2010.
Spektor, Matias, "El Regionalismo de Brasil", Plataforma 
          Democrática, Working Paper n° 16, Julio de 2011, en: http://www.plataformademocratica.org/. 
          
Tolstoi, León, "Resurrección", Editorial Juventud, 
          Barcelona 2010.
Vadell, Javier A.; Taiane Las Casas Campos (organizadores), "Os 
          novos rumos do regionalismo e as alternativas políticas na América 
          do Sul", Editora PUCMINAS - Estudos em Relacões Internacionais 
          PUC Minas, Belo Horizonte 2011. 
Vogel, Ezra, "Deng Xiaoping and the Transformation of China", 
          The Belknap Press of Harvard University Press, Cambridge, MS - London 
          2011. |  
  
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    | Félix Peña es Director 
        del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director 
        de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la 
        Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité 
        Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). 
        Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar 
        trayectoria. |  
 
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