La combinación entre un planteamiento estratégico conteniendo
una visión de largo plazo y, a la vez, una capacidad de adaptación
a cambios continuos en el mapa de la competencia económica global,
es hoy un desafío para la política comercial externa de
cualquier país.
Ello es más necesario en el caso de un país como la Argentina,
por su característica de ser a la vez un global trader -esto es,
con una fuerte diversificación geográfica de su comercio
exterior- y un protagonista con relativamente baja relevancia en la competencia
económica global. Como se sabe, la participación del país
en el intercambio global de bienes y de servicios es del orden de 0.40%.
Junto con el Mercosur tal participación sigue siendo inferior al
2% del total.
Lo importante es, además, que la estrategia de largo plazo sea
explicitada y difundida a fin de contribuir al propio planteamiento estratégico
de las empresas que operan en un país. Es una información
que forma parte integral de su gestión de inteligencia competitiva,
como lo es también el mejor conocimiento de las estrategias comerciales
de otros países con los cuales se compite en los mercados globales.
Un ejemplo al respecto, es la reciente publicación que ha hecho
el nuevo gobierno de Chile - país que comparte con la Argentina
las características antes mencionadas - de su estrategia comercial
externa. Ella puede ser consultada en la página Web de su Cancillería
(ver al respecto la presentación del Canciller Alejandro Foxley
ante el Congreso Nacional, el 4 de abril 2006, titulada: "Visión
estratégica de la inserción de Chile en el mundo",
en www.direcon.cl).
Otro ejemplo lo constituye la publicación, el 4 de octubre de
2006, de la nueva estrategia comercial global de la Unión Europea.
En ella se pone énfasis en los acuerdos comerciales preferenciales,
los que son visualizados como no necesariamente contradictorios con el
objetivo de fortalecer la Organización Mundial del Comercio y de
concluir, tan pronto como posible, la actual Rueda Doha. El documento
respectivo, titulado "Global Europe. Competing in the World. A Contribution
to the EU's Growth and Jobs Strategy", puede ser consultado, junto
con la presentación que efectuara Peter Mandelson, el Comisario
de Comercio Internacional de la Comisión Europea, en la página
Web de la Unión Europea (http://europa.eu/).
Tal documento de estrategia comercial europea, ha sido acompañado
más recientemente por otro específico sobre las relaciones
entre la Unión Europea y China (ver al respecto el documento de
trabajo de la Comisión Europea titulado "Closer Partners,
Growing Responsabilities. A Policy Paper on EU-China Trade: Competition
and Partnership", COM (2006) 632 Final, del 24 de octubre de 2006,
en http://europa.eu/;
ver también Bridges Weekly Trade News Digest, vol. 10, nº
35, del 25 de octubre de 2006, en www.ictsd.org). El mensaje es claro:
queremos competir, pero la competencia debe ser limpia. Estos es, China
debe eliminar numerosas restricciones que afectan las exportaciones y
las inversiones de origen europeo. Un corto anexo al mencionado documento,
que puede ser interesante para los exportadores argentinos a China, es
el titulado "What are the main problems facing EU exporters to China
in the area of non-tariff barriers".
La definición de prioridades económicas internas y el
correcto diagnóstico de las opciones que el contexto externo le
ofrece a un país -o a un bloque económico, como es la Unión
Europea y como aspira a ser el Mercosur-, son ingredientes fundamentales
de un planteamiento estratégico de inserción internacional
que sea realista y viable.
Pero en un mundo de "arenas movedizas", como el actual, en
el que operan fuerzas profundas de cambio y en el que predominan incertidumbres
e imprevistos, tal planteamiento estratégico requiere de ser continuamente
adaptado a nuevas circunstancias.
Ello es así al menos por el juego combinado de dos factores. Por
un lado, la complejidad de una competencia económica global con
un número creciente de protagonistas relevantes -tanto países
como redes transnacionales de producción y comercio-. Por el otro,
la mayor velocidad en el desplazamiento de ventajas competitivas, que
resulta ya no sólo de cambios tecnológicos, pero también
de la proliferación de lo que se pueden denominar "clubes
privados" del comercio internacional. Estos últimos, son una
resultante de los múltiples y variados acuerdos comerciales preferenciales,
que se están celebrando especialmente por los principales protagonistas
del comercio mundial. De una forma u otra, son discriminatorios. Es decir,
que privilegian a los socios frente a los terceros. Y es por ello que
pueden producir efectos de desplazamiento de ventajas competitivas, a
favor de las empresas que operan desde los países que son socios
del respectivo acuerdo.
En tal contexto global, la paralización que ha afectado en los
últimos dos meses a la Rueda Doha en el ámbito de la OMC,
está dando lugar a un intenso debate sobre la suerte futura de
las negociaciones comerciales multilaterales. La prensa internacional
refleja tales debates.
Son muchos los interrogantes que se plantean sobre cómo y cuándo
se restablecerán las condiciones para un eventual relanzamiento
de la Rueda Doha. También se plantean interrogantes sobre los efectos
que tendría en la propia OMC, el hecho que ello no pudiera lograrse
para los primeros meses del año próximo - teniendo en cuenta
el vencimiento del plazo para concretar negociaciones comerciales internacionales,
otorgado al Presidente de los Estados Unidos por el Trade Promotion Authority
-. Son interrogantes que en parte sólo podrían ser, al menos
parcialmente, respondidos a la luz de los resultados de las elecciones
americanas del mes de noviembre.
En tal sentido, resulta interesante consultar el online chat con Pascal
Lamy, el Director General de la OMC, que tuviera lugar el pasado 18 de
octubre. Durante más de una hora, empresarios, periodistas, ONG's
y especialistas, dialogaron con Lamy formulando unas 150 preguntas. Se
pusieron allí en evidencia las principales preocupaciones vinculadas
con el relanzamiento de la Rueda Doha y sus posibilidades reales, así
como sobre los efectos que un escenario de estancamiento prolongado tendría
en el propio funcionamiento del sistema comercial global. Tales efectos
podrían resultar, especialmente, por la proliferación de
acuerdos comerciales preferenciales. Pero también se podrían
producir por el impacto que eventualmente tendría en el desarrollo
económico de los países más pobres y en el funcionamiento
eficaz del mecanismo de solución de controversias. Puede consultarse
el diálogo completo en el documento "Transcript of Internet
Chat with WTO Director General, Pascal Lamy, 18 October 2006", en
www.wto.org. Al respecto ver asimismo la presentación de Pascal
Lamy en el Foro Público sobre "Qué OMC para el Siglo
XXI", así como la de Ted Turner en la misma ocasión,
también en www.wto.org.
En tal oportunidad, Lamy reiteró lo planteado a los países
miembros en la reunión del Consejo General de la OMC, el 10 de
octubre, en el sentido que si se procura concluir a tiempo con la Rueda
Doha, un compromiso entre los principales protagonistas debería
ser alcanzado para la próxima primavera europea (ver su texto en
www.wto.org y un comentario
en Bridges Weekly Trade News Digest, vol. 10 nº 33, 11 de octubre
de 2006, en www.ictsd.org).
La suerte incierta de la Rueda Doha tiene efectos múltiples sobre
los frentes negociadores externos de la Argentina. El más inmediato,
es el que se observa en relación al futuro de las negociaciones
de un acuerdo de asociación estratégica entre la Unión
Europea y el Mercosur. Al igual de lo que ocurre en el ámbito de
las negociaciones de la OMC, en este plano bi-regional el planteamiento
oficial de ambos lados es el de continuar procurando un acuerdo ambicioso
y equilibrado en el menor plazo posible. Sobre si ello es posible o no,
quedará más clarificado tras la reunión que los negociadores
tendrán el 6 y 7 de noviembre en Río de Janeiro. A su vez,
los empresarios de las dos regiones tendrán oportunidad de evaluar
el futuro de las negociaciones, en la VI Reunión Plenaria del Foro
Empresarial Mercosur-Unión Europea (MEBF) que se realizará
en Buenos Aires, también el próximo 6 de noviembre. Sólo
entonces y a la luz de sus resultados, será posible efectuar algún
pronóstico sobre si finalmente un acuerdo de asociación
bi-regional, conteniendo los tres pilares proyectados - el político,
el de cooperación y el comercial -, sería factible incluso
si no fueran relanzadas pronto las negociaciones en la OMC. Como se sabe,
en la perspectiva de nuestro país y de sus socios en el Mercosur,
los nudos principales de estas negociaciones bi-regionales continúan
siendo el agrícola y el equilibrio de concesiones que tomen en
cuenta las disparidades de desarrollo relativo entre ambas regiones.
El frente negociador del Mercosur con los Estados Unidos continúa
paralizado en su componente de libre comercio y en el formato de la propuesta
del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), lanzado
originalmente en la Cumbre de Miami en 1994 y reformulado también
en Miami, en la reunión ministerial del 2003. Nada indica por el
momento que se puedan relanzar las negociaciones con tal formato. También
ha quedado paralizado el formato de consultas sobre comercio e inversiones,
conocido como "4+1" y acordado en 2001. Incluso el hecho que
Uruguay formalmente esté negociando un acuerdo de consultas similar
al "4+1" - conocido ahora con la sigla en inglés de TIFA
-, contribuye a las fuertes dudas que existen sobre que el Mercosur -
y especialmente ahora el Mercosur de 5 - pueda volver pronto a una mesa
negociadora comercial con los Estados Unidos.
Tras las elecciones presidenciales del Brasil, habrá que observar
cuál será la estrategia que la principal economía
del Mercosur estará inclinada a impulsar en el plano de estos dos
últimos frentes negociadores, tomando en cuenta la importancia
de sus relaciones económicas, tanto con los Estados Unidos como
con la Unión Europea.
Será ésta, muy probablemente, una de las cuestiones más
relevantes que tendrán que examinar individualmente y entre sí
los socios del Mercosur, en vísperas de su próxima Cumbre
a realizarse precisamente en el Brasil.
Las definiciones que finalmente se adopten al respecto tendrán,
sin dudas, efectos sobre el futuro planteamiento estratégico argentino
en materia de negociaciones comerciales internacionales.
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