¿Se podrá tener éxito donde ya se fracasó
una vez? Es la pregunta que surge al constatar que el pasado 2 de septiembre,
en Bruselas, se reunieron a nivel ministerial el Mercosur y la Unión
Europea y acordaron relanzar las negociaciones bi-regionales interrumpidas
-tras casi seis años de esfuerzos- desde octubre 2004 (ver este
Newsletter, octubre 2004).
En su comunicado final (ver su texto en portugués y en inglés
en nota a la prensa nº 438 del 2 de septiembre 2005, en la página
Web de Itamaraty, www.mre.gov.br)
los Ministros -la delegación argentina fue encabezada por el Ministro
Roberto Lavagna- reafirmaron la importancia de la relación estratégica
entre ambas regiones. En tal perspectiva reiteraron la prioridad que le
otorgan a la conclusión de un Acuerdo de Asociación inter-regional
que sea "ambicioso y equitativo", como un instrumento para reforzar
las relaciones políticas, económicas y comerciales, y para
contribuir a reducir las disparidades socio-económicas existentes
entre las dos regiones.
Tres aspectos caben destacarse en este relanzamiento de la negociación
inter-regional.
El primero es que a la vez que se insiste en la idea de que el acuerdo
debe ser ambicioso, se reconocen las asimetrías existentes entre
ambas regiones y la necesidad de contemplarlas explícitamente.
Fue un logro particularmente resaltado por el Ministro Lavagna. Según
sea como avancen las negociaciones y teniendo en cuenta ideas y propuestas
avanzadas desde que ellas comenzaron en 1998, tal reconocimiento de asimetrías
podría reflejarse al menos en tres planos. En primer lugar, en
las diferenciaciones en el ritmo e intensidad de los compromisos que se
asumirán de un lado y del otro -especialmente en las aperturas
de los respectivos mercados-. En segundo lugar, en la densidad de la cooperación
económica que la Unión Europea otorgue a los países
del Mercosur, especialmente a fin de atender los requerimientos de reconversión
de sectores industriales más sensibles a la apertura del espacio
económico bi-regional. Y, en tercer lugar, en la posibilidad de
aplicar medidas especiales de salvaguardias para atender dificultades
puntuales de reconversión de sectores industriales del Mercosur.
El segundo aspecto es que se ha fijado un cronograma de reuniones negociadoras.
Las dos primeras serán a nivel de coordinadores y se realizarán
en noviembre y en febrero próximos. Otra será a nivel ministerial
y se realizará en un momento a determinar "en el inicio"
de 2006. También se han previsto reuniones de diálogo político,
sobre cooperación económica y de consulta con el sector
privado y con miembros representativos de las comunidades de negocios.
La no fijación de una fecha, siquiera tentativa, para concluir
las negociaciones es un tercer aspecto a destacar. En un primer momento
la Comisario de Relaciones Exteriores de la Comisión Europea, la
señora Benita Ferrero Waldner -en su viaje reciente al Brasil y
al Uruguay- había deslizado la idea que las negociaciones pudieran
concluirse en ocasión de la Cumbre a realizarse en mayo próximo
en Viena, entre la Unión Europea y los países de América
Latina y el Caribe (ver al respecto, este Newsletter del mes de julio
2005). Al menos en público y en lo formal, tal idea no se ha concretado,
quizás como consecuencia de la experiencia que se tuviera con el
fracaso del plazo anterior que era octubre de 2004, o como reconocimiento
de las incertidumbres que aún enfrenta el proceso negociador.
El sector empresario de ambas regiones ha acompañado el relanzamiento
de las negociaciones. En efecto, los Co-Presidentes del MEBF -Foro Empresario
Mercosur-Unión Europea-, Antonio Estrany y Gendre, por el lado
del Mercosur y Luis Mira Amaral, por el lado europeo, se reunieron en
Bruselas el mismo 2 de septiembre y entregaron a los Ministros una Declaración
del MEBF en que instan a los negociadores a retomar el proceso interrumpido
en octubre 2004 y a concluirlo en mayo de 2006. El MEBF ha señalado
su disposición de continuar con el aporte de ideas y propuestas
que permitan concluir con las negociaciones de acuerdo a los objetivos
ambiciosos originalmente definidos.
Sin embargo, resulta difícil a esta altura prever si las negociaciones
permitirán concluir un acuerdo "ambicioso y equitativo"
para antes de la Cumbre de Viena. La prudencia de los negociadores es
comprensible. ¿Cuáles son algunos de los principales factores
que incidirán en la evolución de las negociaciones en los
próximos meses?
Negociadores y analistas coinciden que el principal factor será
el resultado de la próxima reunión Ministerial de la Organización
Mundial del Comercio, a realizarse en Hong Kong, en diciembre próximo
(ver al respecto, el análisis efectuado en este Newsletter, agosto
2005). Sin perjuicio de otros temas, la cuestión central que condicionará
los avances en el frente bi-regional es, sin duda, la agrícola.
Al respecto, es cada vez más notorio que el interés de los
países como la Argentina y sus socios del Mercosur, se centrará
en lograr sustanciales y efectivas ganancias en términos de acceso
a los mercados para sus productos agrícolas y agro-industriales.
Cuánto se pueda avanzar en definir las modalidades de las negociaciones
agrícolas antes de Hong Kong, dependerá en gran medida de
los entendimientos que puedan lograrse entre los Estados Unidos y la Unión
Europea y, en especial, de su correlación con las expectativas
de los países del denominado G.20, en el cual participa la Argentina.
El 15 de septiembre, Pascal Lamy el nuevo Director General de la OMC,
efectuó su primera exposición sustantiva desde que asumió
el cargo. Lo hizo en el marco del Comité de Negociaciones Comerciales.
La exposición manifiesta su intención de desempeñar
el papel que le corresponde por el cargo que ejerce: esto es, ser un facilitador
de las negociaciones, contribuyendo a clarificar qué es lo sustantivo
y relevante en la agenda de trabajo para el camino que conduce a Hong
Kong y, en última instancia, al cumplimiento del mandato de Doha.
En tal sentido, dejó claro que es preciso mantener el nivel de
ambición de la Rueda Doha y, más concretamente, de la Ministerial
de Hong Kong. Pero, a la vez, anticipó la posibilidad que en tal
oportunidad no se logre todo lo que se precisa -esto es, en materia de
ritmos y plazos de aperturas de mercados y de eliminación de subsidios
agrícolas-. Concretamente dijo "
.les propongo adoptar
como conducta común hacer de cuenta que Hong Kong nos conduce a
los dos tercios del camino
.que nos resta recorrer para concluir
bien el ciclo de negociaciones al final de 2006
" (ver el texto
en francés de la intervención de Pascal Lamy el 15 de septiembre,
en www.wto.org. La versión
aquí citada es una traducción de cortesía de Celina
Mclean de la Cámara de Exportadores de la República Argentina;
ver un análisis en ICTSD, Bridges Weekly Trade News Digest, vol.9,
nº 30, 14 september 2005, en www.ictsd.org).
Lamy introdujo luego un diagnóstico preciso sobre lo que denomina
las cuestiones claves esenciales a resolver si es que se quiere llegar
a un "resultado coherente" en Hong Kong. Siguiendo su estilo,
en su presentación distinguió en las negociaciones los elementos
de sustancia y los de proceso.
Por su importancia para entender el cuadro de situación de estas
negociaciones al entrar ellas en su etapa más crucial, transcribimos
a continuación la parte del texto de Lamy referida a cuatro cuestiones
centrales, que son la agricultura, los productos industriales (NAMA),
los servicios y las reglas (siempre según la excelente traducción
de Celina Mclean):
- En agricultura: "
resaltaré algunos puntos donde
se necesita un avance urgente. En competencia de las exportaciones necesitamos
acordar para Hong Kong una fecha final para la eliminación de
los subsidios a la exportación, más la cuestión
del paralelismo para las empresas estatales exportadoras, los créditos
a la exportación y la ayuda alimentaria. Sobre apoyo interno,
también necesitamos una comprensión clara de lo que se
hará, que
debe incluir los compromisos de reducción
y en particular una fórmula escalonada para las reducciones del
total consolidado -AMS: en inglés Aggregate Measure of Support-
.esto
presupone un acuerdo sobre los criterios de la Caja Azul y la Caja Verde.
Sobre acceso al mercado, también necesitamos un paquete sólido
de ambición equivalente. Esto significa una fórmula escalonada
para los recortes arancelarios junto con ciertas flexibilidades, en
particular sobre la selección y tratamiento de los productos
sensibles y de los productos especiales
.quiero agregar a la lista...la
cuestión del algodón. Esta es una lista corta pero exigente
".
- En NAMA: "
los elementos clave
son: (1) la fórmula,
(2) las flexibilidades y (3) los aranceles no consolidados
en estos
tres elementos hay cuestiones que requerirán mucho trabajo y
necesitamos encontrar el equilibrio correcto entre la fórmulas
y las flexibilidades. Otros elementos, como la erosión de las
preferencia, el componente sectorial y las tarifas no arancelarias,
también es necesario incluirlos en el escenario de Hong Kong
".
- En servicios, "
lo nuevo, a comparación de otras
rondas, es la importancia que le otorgan un número de países
en desarrollo, lo que en si mismo debería ser suficiente para
energizar esta parte de las negociaciones. Desde ahora hasta Hong Kong,
los países miembros deben desarrollar diferentes enfoques en
servicios que lleven a un número mayor en cantidad y calidad
de los compromisos. Lo que debemos tener son compromisos que efectivamente
abran el comercio en servicios con las correspondientes mejoras en cuanto
a las reglas
".
- En reglas, "
los países miembros deben tratar de
llegar
a textos negociados en borrado en cuanto a antidumping,
subsidios y medidas compensatorias, y en los subsidios a la pesca
".
A su vez, en Paquistán donde se reunió el 11 de septiembre,
el G20 reiteró su compromiso de contribuir con la conclusión
de la Rueda Doha en 2006, pero señaló que boicotearían
las negociaciones si es que los países industrializados no atendieran
sus reclamos en materia agrícola.
La coherencia y la eficacia del accionar diplomático del G20 son
consideradas, junto con el grado de entendimiento que se logre entre los
Estados Unidos y la Unión Europea, como las claves para los resultados
que se puedan obtener en la reunión Ministerial de Hong Kong.
En tal perspectiva, la gran pregunta sigue siendo ¿cuáles
son los incentivos que tienen los principales protagonistas para intentar
llegar a un acuerdo en la OMC, teniendo en cuenta los costos políticos
elevados que, en algunos casos, deberán afrontar como consecuencia
de las contrapartidas que tendrán que ofrecer para lograr lo que
les interesa? La impresión sigue siendo que si fuera posible, los
principales protagonistas -pero especialmente los Estados Unidos y la
Unión Europea-, preferirían que la negociación se
dilate. Sin embargo, el ya mencionado vencimiento del plazo para negociar
que tiene el Presidente de los Estados Unidos (ver al respecto este Newsletter
del mes de agosto 2005), hace que la dilación sea casi el equivalente
al fracaso, y ello comprometería la solidez del sistema global
comercial multilateral institucionalizado en la OMC. Es un riesgo que
parecería que todos los principales protagonistas prefieren evitar
y que, indudablemente, no parece ser del interés nacional de la
Argentina.
Los otros dos factores que incidirán en las posibilidades de avanzar
en las negociaciones bi-regionales entre el Mercosur y la Unión
Europea, tienen que ver con la situación interna de ambos procesos
de integración y sus perspectivas futuras.
Ya se ha señalado (ver este Newsletter del mes de junio 2005)
que la Unión Europea atraviesa una etapa de introversión.
Debe digerir el efecto del rechazo a la Constitución europea en
Francia y Holanda. Por lo demás un país clave en relación
a las negociaciones agrícolas, esto es Francia, ha entrado en forma
anticipada en el camino que conduce a su elección presidencial
en 2007. Los incentivos para concluir un acuerdo ambicioso con el Mercosur
no son muy evidentes. Más aún si se tiene en cuenta el hecho
que en los países europeos se percibe al Mercosur, a su vez, como
un proceso de integración con serios problemas de eficacia e incluso,
recientemente, de legitimidad interna en algunos de sus países
miembros. El hecho que no se visualice en lo inmediato un futuro para
las negociaciones hemisféricas en el ALCA, contribuye a disminuir
los incentivos para negociar, teniendo en cuenta los costos políticos
internos que implica para varios gobiernos europeos, el contemplar las
demandas más ambiciosas del Mercosur. De allí que es probable
que la Unión Europea sólo podrá efectuar concesiones
significativas en el plano agrícola a la luz de lo que se avance
en el ámbito de la OMC.
A su vez, el Mercosur confronta algunas nuevas dificultades que plantean
desafíos en el camino que conduce a la Cumbre de Montevideo, en
diciembre próximo.
Dos de ellas son relevantes. La primera surge del planteamiento que se
ha efectuado en el Paraguay en el sentido de procurar un tratamiento preferencial
para sus productos en los Estados Unidos. Se ha manifestado en declaraciones
a la prensa, primero de Asunción y días más tardes,
de Buenos Aires, del Vicepresidente de la República, Ingeniero
Luis Castiglioni. El contexto de tales declaraciones es el de un manifiesto
deterioro del proceso del Mercosur en el empresariado local y en sectores
políticos -se considera que no se han cumplido con las expectativas
prometidas de acceso asegurado a los mercados de Argentina y del Brasil,
y que el Mercosur no ha sido solidario con los problemas especiales que
tiene el Paraguay por ser una economía pequeña, de menor
desarrollo y mediterránea-; el de una posible relación especial
con los Estados Unidos en materia de seguridad -cuestión que emerge
en ocasión de la reciente visita a Asunción del Secretario
de Defensa de los Estados Unidos, Donal Rumsfeld-, y de reclamos en relación
a compromisos originados en la construcción y funcionamientos de
las represas hidroeléctricas de Itaipú y de Yacyretá
(al respecto de este último punto, ver por ejemplo, la nota publicada
por La Nación, de Asunción, el 14 de septiembre de 2005).
Pero el problema principal en el plano comercial, surgiría en
el caso que la eventual relación preferencial con los Estados Unidos
fuera la resultante de un acuerdo de libre comercio. Es una posibilidad
que puede derivarse de la ambigüedad de algunas de las declaraciones
o trascendidos en la prensa de Asunción e, incluso de Buenos Aires.
En tal caso, Paraguay estaría incumpliendo el compromiso asumido
por los socios, cuando adoptaron la Decisión nº32 del 2000
del Consejo del Mercosur, sobre "relacionamiento externo", que
en su artículo 2º establece que "a partir del 30 de junio
de 2001, los Estados Partes no podrán firmar nuevos acuerdos preferenciales
o acordar nuevas preferencias comerciales en acuerdos vigentes en el marco
de la ALADI, que no hayan sido negociados por el Mercosur" (ver su
texto, en www.mercosur.org.uy).
Por el momento, lo razonable es imaginar que los ruidos que provienen
de Asunción son reflejo del mencionado malestar con el Mercosur
y de la necesidad de mejorar la posición negociadora del país
en relación a cuestiones vinculadas con el proceso de integración,
como así también con otras de alcance bilateral. Pero indudablemente,
las versiones de que Paraguay pudiera abandonar el Mercosur -aunque fueran
poco fundadas- no contribuyen a revertir la imagen debilitada que el bloque
tiene, incluso en Europa.
La segunda dificultad surge del debate que se ha instalado en el Brasil
-con fuerte repercusión en la prensa especializada- sobre la reducción
gradual del arancel consolidado en el GATT, a fin de pasar del actual
nivel de 35% a 10.5% en diez años. Tal reducción sería
la contrapartida del Brasil a una significativa apertura de los mercados
de los países industrializados para sus productos agrícolas
y agro-industriales, incluyendo la eliminación o reducciones sustanciales
a los actuales subsidios agrícolas que tales países otorgan.
El denominado "debate sobre los aranceles", se originó
en el trascendido de un documento interno del Ministerio de Hacienda que
se interpretó como reflejando la visión del Ministro Palocci.
Es un debate que ha tenido repercusión en los sectores industriales
del Brasil, pero también de la Argentina, ya que tampoco resultaba
claro -al menos en las primeras versiones- si la eventual propuesta de
reducción arancelaria gradual del arancel brasilero, implicaría
un previo acuerdo con los países del Mercosur, en el sentido de
revisar con tal alcance el actual arancel externo común.
Como la cuestión de la revisión del arancel externo común
está en la agenda del Mercosur, cabe suponer que el "debate
sobre las aranceles" involucrará a nuestro país y a
los otros socios. Es por cierto un debate relevante en función
precisamente de las contrapartidas que los países del Mercosur
están dispuestos a ofrecer en las negociaciones comerciales en
la OMC y con la Unión Europea -e incluso, en algún momento
en el horizonte futuro, con los Estados Unidos- a fin de obtener lo que
sus intereses ofensivos reclaman, especialmente en el plano agrícola
y agro-industrial.
No son las únicas. Pero las dos cuestiones mencionadas -la del
Paraguay y la del "debate sobre los aranceles"- tendrán
un lugar especial en la agenda empresaria y política del Mercosur
en el último cuatrimestre de este 2005.
Su evolución también impactará en las negociaciones
entre el Mercosur y la Unión Europea.
|