En Dailán, China, se realizó durante los días 12
y 13 de julio una nueva mini-ministerial de la OMC. Participaron 32 países
miembros, entre los cuales la Argentina representada por el Ministro Roberto
Lavagna. Como la anterior reunión realizada semanas antes en París,
se trata de encuentros informales a nivel ministerial en los que participan
países con capacidad de contribuir a la ingeniería del consenso
que se requiere, a fin de concluir negociaciones y adoptar decisiones
en la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Al finalizar la reunión de Dailán, tanto el Director General
de la OMC como varios de los principales protagonistas, incluyendo la
representación argentina, expresaron su preocupación por
la falta de suficientes avances. Tal preocupación se reflejó
en la prensa internacional. Se basa en el hecho que es mucho lo que hay
aún que negociar y que las negociaciones se paralizarán
a partir de fin de julio -como consecuencia de las vacaciones de verano
en el Hemisferio Norte- y que recién serán retomadas en
septiembre. En ese mes, el francés Pascal Lamy asumirá su
cargo de Director General de la OMC y, como hemos señalado en otra
oportunidad, tendrá que poner a prueba toda su habilidad negociadora
para que se pueda llegar con probabilidades de éxito a la Conferencia
Ministerial en Hong Kong.
En Dailán el G.20, del cual participa la Argentina, tuvo un papel
protagónico, efectuando propuestas para cada uno de los tres pilares
de la negociación agrícola, esto es, acceso a mercados,
competencia de las exportaciones y medidas de apoyo interno. Una cuestión
central es la de la fórmula de reducción arancelaria para
los productos agrícolas. Es quizás donde más progreso
hubo. Tanto los Estados Unidos como la Unión Europea tuvieron una
reacción positiva en cuanto a aceptar trabajar en base a la fórmula
propuesta por el G.20. Sin embargo, países con fuerte proteccionismo
agrícola, como los que integran el G.10, en el que participan Japón,
Corea y Suiza, han tenido una reacción diferente. Pero a pesar
de ello, el antes mencionado sumario final de la reunión de Dailán,
reconoce a la propuesta del G.20 como el punto de partida para continuar
trabajando una fórmula que conduzca al necesario consenso.
La fórmula del G.20 es un término medio entre las presentadas
por los Estados Unidos y por la Unión Europea. Por esta propuesta,
los aranceles cobrados sobre productos agrícolas y agro-industriales
serán agrupados en distintas bandas según la categoría
de países, es decir desarrollados o en desarrollo. Para cada una
sería definido un único porcentaje de cortes. Además,
teniendo en cuenta la cuestión de los picos arancelarios los países
desarrollados podrían aplicar una tarifa máxima de 100%
- de allí la reacción de Japón que tiene aranceles
agrícolas que llegan al 800%-. Los países en desarrollo
podrían cobrar aranceles hasta un máximo de 150%. En materia
de subsidios a las exportaciones, los Estados Unidos reiteraron su propuesta
de eliminación completa para el año 2010. A ella se había
referido el Presidente Bush en la reunión del G.8, días
antes de Dailán.
Lo concreto es que, luego de esta mini-ministerial, ha quedado claro que
no podrá haber progresos en los temas que interesan a los países
industrializados -especialmente servicios y tarifas para productos industriales-,
en la medida que no se logren compromisos significativos en materia de
acceso a los mercados para productos agrícolas y de subsidios,
tanto a las exportaciones como a la producción (sobre los resultados
de la mini-ministerial de la OMC realizada en Dailán, China, ver
el texto completo del sumario final efectuado por los co-presidentes de
las conversaciones en www.info.gov.hk/gia/general/200507/14/07140101.htm;
para detalles y comentarios sobre los resultados de la reunión,
ver Bridges, Weekly Trade News Digest, volume 9, number 25, 13 July 2005,
en www.ictsd.org y el Boletín n° 40 del 13 de julio 2005, del
Instituto de Negociaciones Agrícolas Internacionales, en www.inai.org.ar.
Para información más detallada sobre el estado actual de
las negociaciones en la OMC, ver www.wto.org y también ver Carta
de Genebra, Informativo sobre a OMC e a Rodada de Doha, Missâo do
Brasil em Genebra, ano 4, nº 4, julho de 2005, en www.mre.gov.br/portugués/links/links/OMC_carta_genebra.asp;
para una visión de los entretelones de la reunión en su
último día y sobre las fuertes disidencias existentes, ver
el artículo de Valor Econômico, titulado "Rumores e
confusoes marcam último dia da conferência", el 14 de
julio 2005).
En Hong Kong, entre los días 13 y 18 del próximo mes de
diciembre, se realizará la Conferencia Ministerial de la OMC -la
anterior fue en septiembre 2003 en Cancún y concluyó con
un fracaso-, en la que se supone deberían adoptarse las modalidades
para negociar, lo que permitiría concluir la actual Rueda Doha
hacia diciembre de 2006, esto es a tiempo para que puedan sus resultados
ser introducidos en el Congreso americano, antes que venza en julio 2007
la autorización que tiene el Presidente de los Estados Unidos para
efectuar negociaciones comerciales internacionales (Trade Promotion Authority-TPA-).
Tras esa fecha, su renovación es considerada como muy improbable
en el caso de que no se avance en la actual Rueda Doha.
La próxima reunión del Consejo General de la OMC, a realizarse
en Ginebra del 27 al 29 de este mes de julio, será muy importante
a fin de apreciar la posibilidad de lograr en Hong Kong, el necesario
consenso en las cinco principales áreas de la negociación
multilateral, que son la agrícola, el acceso a mercados de productos
industriales (NAMA), el efecto sobre el desarrollo, los servicios y las
reglas (antidumping y subsidios no agrícolas).
Tras la reunión de Dailán ha quedado claro que existe aún
un enorme camino que recorrer para llegar a tener éxito en Hong
Kong. Y no se trata precisamente de un problema de distancias físicas
entre ambas ciudades chinas!
Son distancias sustantivas que hacen a posiciones e intereses nacionales
de los países participantes en la OMC. La cuestión agrícola
es la principal. Pero no la única. En el informe sobre las conclusiones
de Dalián, quedó claro que a la vez que los países
participantes reiteran su compromiso de concluir las negociaciones de
la Rueda Doha a fin de 2006, en la Conferencia de Hong Kong será
necesario establecer las modalidades negociadoras en agricultura y en
acceso a mercados de productos industriales, a la vez que alcanzar una
masa crítica de ofertas de aperturas de mercado en servicios, un
ambicioso y sustancial progreso en reglas y facilitación de comercio,
y una sustantiva integración de la dimensión del desarrollo
en todas las áreas de la negociación. Esto es, un resultado
a la vez ambicioso y equilibrado, que tome en cuenta los intereses de
las distintas categorías de países. No será fácil.
Quizás por ello los Ministros se comprometieron a reunirse tantas
veces como sea necesario para asegurar que tal objetivo se logre en Hong
Kong.
En Dalián, como días antes en la reunión del G.8
en Glenaeables, Escocia, hubo demostraciones de voluntad política
para negociar. Pero teniendo en cuenta que las distancias que separan
a las posiciones de los distintos grupos de países son grandes,
cabe preguntarse si sus gobiernos tendrán suficientes estímulos
para enfrentar los costos políticos internos de lo que deberán
ceder a fin de lograr acuerdos. Un estímulo para así hacerlo,
puede ser precisamente evitar el impacto que un fracaso en Honk Kong podría
tener en el sistema de comercio multilateral global en el ámbito
de la OMC. Los precedentes de Seattle en 1999 y de Cancún en 2003,
pesarán mucho en el ánimo de todos los gobiernos. Y como
ocurriera en 2001 en Doha -luego del 11-09-, también pesará
la evolución de la agenda de seguridad internacional que, tras
los dramáticos atentados terroristas de Londres, no deja mucho
margen para un mayor debilitamiento del espíritu de cooperación
que sustenta a las instituciones multilaterales, tal el caso de la OMC.
Pero a la vez, la cuestión agrícola ha quedado colocada
en el centro de las diferencias entre los propios europeos, como lo ponen
de manifiesto las encontradas posiciones de Tony Blair y de Jacques Chirac
en torno al financiamiento futuro de la Política Agrícola
Común. No por casualidad Dominique Bussereau, el Ministro de Agricultura
de Francia, eligió el Financial Times para hacer el 15 de julio
una fuerte defensa del rol estratégico de la PAC para todos los
europeos (ver su artículo titulado "CAP is an inexpensive
way to safeguard our futur", en el Financial Times, July 15, 2005).
Dos informes recientes de la Organización de Cooperación
y Desarrollo Económico (OCDE), ayudan a entender la importancia
crucial de las negociaciones en la OMC en torno a la cuestión agrícola.
El primero -conjunto con la FAO- ("OECD-FAO Agricultural Outlook:
2005-2014"), se refiere a las perspectivas de la agricultura en el
período 2005-2014. Confirma la idea de que el consumo de productos
agrícolas crecerá más rápidamente en los países
en desarrollo que en los países industrializados miembros de la
OCDE. También aumentarán las importaciones de los países
en desarrollo y se intensificará la competencia por abastecer esos
mercados por parte de países exportadores agrícolas de la
OCDE y países exportadores en desarrollo, incluyendo nuevos exportadores
provenientes de economías emergentes. El segundo informe ("Agricultural
Policies in OECD Countries: Monitoring and Evaluation 2005"), confirma
los datos sobre el monto de los subsidios a las exportaciones agrícolas
y de las medidas de apoyo interno por parte de los países de la
OCDE. Los apoyos al productor, por ejemplo, alcanzaron en 2004 los 279
mil millones de dólares y si a ellos se suman los apoyos indirectos,
el monto alcanza los 378 mil millones de dólares (ver dichos informes
en www.oecd.org ).
En el frente negociador entre el Mercosur y la Unión Europea ha
habido novedades. En efecto, en ocasión de su visita al Brasil
y al Uruguay, entre los días 11 y 13 de julio, la Comisario de
Relaciones Externas de la Comisión Europea, Benita Ferrero Waldner,
manifestó que el objetivo de la Unión Europea era concluir
las negociaciones bi-regionales para la próxima Cumbre Unión
Europea-América Latina, a realizarse en Viena en mayo 2006. Confirmó
que a principios de septiembre tendrá lugar en Bruselas un encuentro
a nivel ministerial entre las dos regiones, a fin de procurar relanzar
las negociaciones tras el fracaso de octubre pasado. Sin embargo, no está
claro aún si la posición de la Comisario Ferrero Waldner,
en cuanto a la meta de mayo 2006, refleja también la de los otros
dos Comisarios europeos involucrados en estas negociaciones, que son Peter
Mandelson, de Comercio y Marianne Fischer Boel de Agricultura.
En el frente del Mercosur, continúan las negociaciones bilaterales
entre la Argentina y el Brasil a fin de encontrar una fórmula aceptable
-que luego debería ser aprobada por los otros socios- en relación
a mecanismos de escape -se está evitando la palabra salvaguardias-
aplicables a sectores sensibles a las importaciones originarias en el
bloque. Al respecto la información de prensa indicaría que
la posición interna en el gobierno del Brasil no ha sido aún
consolidada, ya que subsistiría la oposición a ese tipo
de medidas, cualesquiera que sean sus modalidades, por parte del Ministro
de Desenvolvimento, Luiz Fernando Furlán.
Como se señaló en el informe anterior (ver este Newsletter,
junio 2005), el Presidente Tabaré Vázquez ejercerá
hasta diciembre próximo la Presidencia Pro-Tempore del Mercosur.
Tiene por delante una tarea difícil. Por eso merece todo el apoyo
de los países socios y de quienes compartan la idea de que es preciso
evitar un deterioro adicional del proceso de integración. No por
razones de un romántico idealismo. Tampoco sólo por razones
económicas o comerciales. Pero sí por lo que el proyecto
tiene como sentido político, con respecto a asegurar la calidad
de las relaciones entre las democracias del Sur de las Américas
y a la posibilidad que ellas cumplan un papel estabilizador en una región
sudamericana con varios frentes de tormentas evidentes.
Que el Mercosur tiene problemas, es algo suficientemente diagnosticado.
A veces con la precisión de los técnicos, como en el caso
del primer informe semestral de la Secretaría Técnica -retirado
luego de circulación y sin que se volvieran a publicar los siguientes-.
Otras veces incluso, con la exageración natural de quienes defienden
sus intereses comerciales, aunque ellos no siempre sean de gran magnitud.
Pero no parecen ser necesariamente problemas insolubles. Como lo evidencia
en estas últimas semanas la crisis de la Unión Europea,
son naturales en este tipo de procesos.
Se pueden vislumbrar cuatro escenarios para el semestre de la Presidencia
a cargo del Uruguay. Calibrar bien cuál es el escenario a privilegiar
resultará clave para asegurar un éxito razonable.
Uno es el de un abierto colapso o de un formal retroceso -por ejemplo,
hacia una zona de libre comercio sin las cualidades de las que hoy existen
entre muchas naciones, que incluyen reglas de origen específicas-.
Es un escenario posible, no deseable y poco probable.
El otro es el de una combinación de un inmovilismo en lo sustancial
y una cierta dosis de "efectos especiales" -esto es jugar para
la tribuna, en una especie de Mercosur de utilería-. También
es posible, aunque no sea lo deseable. Sin embargo hay que reconocer que
es probable, pues quizás para algunos intereses pudiera ser el
deseable.
El tercero es el de un fuerte salto adelante, una especie de tratamiento
de "shock" de credibilidad para el proyecto común. En
teoría es deseable y también posible. Sin embargo, las realidades
políticas internas de varios de los socios, lo tornan poco probable.
No se observan factores que puedan generar estímulos suficientemente
poderosos para que así sea.
Y el último escenario, es el de procurar avances en la dirección
estratégica reafirmada en la Cumbre de Asunción. Es deseable
y posible, y podría ser el más probable y recomendable para
el semestre actual. Implicaría un razonable pragmatismo orientado
a tornar posible un objetivo de largo plazo que se reconoce como valioso.
Una consideración de fondo puede contribuir a que este último
escenario prevalezca. Ella es la de constatar que entre los socios del
Mercosur -todos ellos con complejas agendas internas y fuerte desafíos
externos-, el problema principal no son necesariamente las asimetrías
existentes. En su mayoría, ellas son parte de las realidades geográficas,
políticas, económicas, incluso culturales. Aún cuando
a veces sean asimetrías artificiales que desnivelan el campo de
juego especialmente en la orientación de las inversiones, lo cierto
es que también son parte de las realidades.
Por el contrario, el problema principal a abordar, es el que por incidencia
de las asimetrías entre otros factores, muchas veces se rompe el
equilibrio de intereses nacionales que explica el vínculo asociativo.
Es decir, que es el que sustenta la voluntad de los socios de seguir compartiendo
-por la percepción de ganancias mutuas- un proyecto orientado a
integrar sus economías, y a competir y negociar juntos en el escenario
internacional. Cabe recordar el profundo sentido político del proyecto
común, cada vez que los efectos de las asimetrías económicas
producen desbalances comerciales en sectores sensibles, instalando la
idea de que todo ha fracasado.
¿Cuáles pueden ser entonces las líneas de acción
recomendables para el Mercosur en este semestre? Recordemos al respecto
que hay una hoja de ruta plasmada en el Programa 2004-06. Sigue siendo
válida e incluye metas como la de facilitar la circulación
de bienes en la unión aduanera (Decisión CMC 54/04). A ello
se suman tareas que surgen de lo acordado recientemente en Asunción
en relación al Fondo para la Convergencia Estructural y a la creación
del Parlamento del Mercosur, institución que concebida con prudencia
y realismo, puede contribuir al objetivo trazado por el Presidente Tabaré
Vázquez en Asunción, esto es el de "llenar al Mercosur
de ciudadanía".
Tres otras tareas pueden contribuir al éxito del Mercosur en este
semestre. Las tres se relacionan con los métodos de trabajo, plano
en el que las deficiencias son más notorias, contribuyendo a explicar
la sensación de malestar que constató el Presidente Lula
en su discurso de Asunción.
La primera tarea es la de un efectivo fortalecimiento institucional, entendido
como un funcionamiento más eficaz de los mecanismos existentes.
Incluye ello al Grupo Mercado Común, verdadero brazo ejecutivo;
a las reuniones periódicas de los Ministros de Economía
y también de los de Industria, como ámbitos de articulación
de las políticas nacionales macro-económicas y sectoriales;
el reconocimiento del papel fundamental que puede desempeñar el
tándem de una Secretaría Técnica crecientemente concebida
según el modelo de la Dirección General de la OMC y no necesariamente
como un embrión de Bruselas -esto es, de un órgano denominado
como supranacional-, y del Comité de Representantes Permanentes
y su Presidencia y, finalmente, el funcionamiento efectivo del mecanismo
de solución de controversias ya acordado.
La segunda es la de una mejora en la calidad de las reglas de juego -incluyendo
las que permitan contemplar los efectos de asimetrías existentes-
y sobre todo, la de lograr una mayor transparencia en los procesos de
creación normativa -la actual página Web del Mercosur deja
aún mucho que desear, aún cuando está en proceso
de renovación-.
Y la tercera tarea es la de poner en práctica una mayor coordinación
para encarar en conjunto las negociaciones económicas internacionales,
tanto en el plano del comercio como en el de la inversión extranjera.
Una avance significativo en los métodos de trabajo permitirá
abordar con más eficacia, complejas cuestiones pendientes en el
plano de la articulación de sectores productivos, especialmente
en la industria automotriz, como así también en relación
a la integración energética y de la infraestructura física,
ambas con una natural dimensión sudamericana.
La clave para este semestre y para el futuro del Mercosur, en definitiva,
puede ser el mantener la ambición de los objetivos estratégicos
ya trazados, a fin de mejor aprovechar las oportunidades y desafíos
que plantea el nuevo mapa de la competencia económica global, pero
a la vez, el preservar la idea de que un espacio de integración
consensual entre naciones soberanas, se construye gradualmente, sin quemar
etapas y asegurando ganancias mutuas.
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