La prórroga del plazo para las negociaciones de la Rueda Doha
en la Organización Mundial del Comercio (ver este Newsletter, de
agosto 2004) y el estancamiento en las negociaciones del ALCA, interrumpieron
la simultaneidad en el desarrollo de los principales frentes negociadores
comerciales en los que participa la Argentina.
Incluso, es posible que ese hecho haya contribuido a generar un cuadro
poco propicio para concluir el 31 de octubre pasado -tal como estaba previsto-,
la negociación del acuerdo interregional de asociación entre
el Mercosur y la Unión Europea. Esta última habría
perdido así uno de los incentivos para concretar el proyectado
acuerdo. (ver este Newsletter, de octubre 2004).
En efecto, las tres negociaciones vinculadas entre sí por la
cuestión agrícola, debían concluir simultáneamente
a finales de este año. Ya está claro que ello no será
así.
De hecho se ha abierto un período de transición. Es un
momento propicio para que todos los países efectúen un balance
sobre la experiencia acumulada hasta el presente y sobre el derrotero
futuro. Es un ejercicio que también conviene profundizar en la
Argentina, tanto desde la perspectiva del interés nacional, como
del de cada uno de los sectores vinculados a la producción de bienes
y a la prestación de servicios.
Mirando hacia el futuro inmediato, se observa una clara tendencia a restablecer
la simultaneidad en los procesos negociadores. Si ello fuera así,
ellas deberían concluir hacia finales del próximo año
-como más temprano- y, teniendo en cuenta el tiempo que demandarán
las respectivas aprobaciones parlamentarias, los acuerdos que eventualmente
se logren recién entrarían en plena vigencia en el año
2007. Luego de la experiencia reciente, sin embargo, no cabe excluir plazos
incluso más prolongados.
Un hecho relevante que incidirá en la evolución del principal
frente negociador que sin duda es el de la OMC, es el resultado de las
elecciones en los Estados Unidos. La administración del Presidente
Bush ha manifestado un claro interés en concluir la Rueda Doha
y, al mismo tiempo, en avanzar en acuerdos bilaterales y plurilaterales
-tal es el caso del ALCA-.
Si bien aún no se conoce el nombre del nuevo Representante Comercial
-e incluso no se excluye la posibilidad que el actual Representante, Robert
Zoellick, sea confirmado en su cargo- todo indicaría que en los
próximos meses el gobierno americano renovará su impulso
a todas las negociaciones comerciales, incluyendo por cierto, el ALCA.
El control republicano en el Congreso debería facilitar la renovación
en junio del Trade Promotion Authority (TPA), que es la autorización
que tiene el Presidente para entablar y concluir negociaciones comerciales.
Es prematuro, sin embargo, anticipar si tal renovación se efectuará
en los mismo términos del TPA original o si, por el contrario,
se introducirán modificaciones significativas.
Otro dato clave en el horizonte de las negociaciones comerciales en la
OMC, será el tratamiento que el Congreso americano de en el 2006
a la actual Ley Agrícola -Farm Bill-, instrumento crucial en relación
a la negociación en la OMC de la cuestión clave de los subsidios
domésticos a los productos agrícolas.
Algunos frentes de tormenta pueden complicar, según sea su evolución
en los próximos meses, tanto el desarrollo de las negociaciones
en la OMC como la actitud del Congreso americano al respecto.
Entre ellos, cabe mencionar el de las relaciones comerciales con China,
como consecuencia de las demandas de productores textiles de los EEUU
en relación a los efectos que producirá el vencimiento,
en diciembre próximo, del régimen de cuotas incluido en
el Acuerdo de Textiles y Vestimentas firmado en la OMC en 1994. El gobierno
chino ya ha reaccionado con energía ante tal posibilidad.
Un segundo frente de tormenta, es el de las distintas controversias comerciales
que involucran a los EEUU con la Unión Europea, siendo las más
relevantes los apoyos gubernamentales a la nueva generación de
aviones, el cumplimiento por parte de los EEUU de fallos recientes del
órgano de apelaciones de la OMC y la posición europea en
relación a alimentos genéticamente modificados.
Otro hecho relevante a tener en cuenta, será el de la fuerte
concentración de los países miembros de la Unión
Europea -y de sus instituciones de gobierno- en terminar de asimilar la
incorporación de los nuevos países miembros y su futura
expansión -especialmente el complejo caso de Turquía-, y
en concluir el proceso de entrada en vigencia de la Constitución
Europea, solemnemente firmada a finales de octubre en Roma.
La Comisión Europea que presidirá José Manuel Barroso,
recién entraría en funciones en diciembre, en la medida
que la sustitución del controvertido candidato Rocco Buttiglione
-reemplazado por el actual Canciller italiano Franco Frattini- logre finalmente
-como se prevé- sortear la aprobación del Parlamento Europeo,
institución que ha salido muy fortalecida ante la opinión
pública con el desenlace del "affaire Buttiglione". A
partir de esta experiencia, puede anticiparse un papel creciente del Parlamento
en asuntos relevantes de la integración europea. Significa ello
una contribución a atender las fuertes demandas por una mayor legitimidad
democrática en la formulación de las decisiones comunitarias.
Pero es importante destacar, que no sólo los EEUU y la UE están
viviendo, en estos meses, momentos de transición que tienen su
incidencia en las negociaciones comerciales internacionales. También
lo está el Mercosur. Las perspectivas de la próxima Cumbre
de Ouro Preto, en diciembre, son aún inciertas.
Por un lado, se está negociando el denominado Protocolo de Ouro
Preto II, que debería introducir modificaciones al aprobado hace
diez años en la misma ciudad mineira. Por el momento se pueden
anticipar tres escenarios posibles.
El primero, sería el de un Protocolo que no sólo incorpore
las modificaciones institucionales que se fueron introduciendo en los
últimos años -en particular, en relación a la Secretaría
y al Comité de Representantes Permanentes, incluyendo la figura
del Presidente que en la actualidad está a cargo de Eduardo Duhalde-
sino que, además, se asuman compromisos que modifiquen o al menos
complementen el mencionado Protocolo e, incluso, el propio Tratado de
Asunción. Ello implicaría avanzar en la creación
del Parlamento del Mercosur -o al menos en desarrollar las competencias
de la actual Comisión Parlamentaria Conjunta-; perfeccionar los
procedimientos para incorporación de normas del Mercosur en los
respectivos derechos internos -intentando resolver así el problema
que plantea el hecho que un cincuenta por ciento de las normas aprobadas
desde la creación del Mercosur nunca entraron en plena vigencia-,
e introducir algunos compromisos que contemplen las preocupaciones del
gobierno y del sector empresario argentino, en relación a asimetrías
y a "desnivelamientos del campo del juego", especialmente en
materia de incentivos a las inversiones. En tal caso, el nuevo Protocolo
sería relevante y no sólo en el plano institucional.
El segundo escenario, sería el de un nuevo Protocolo que se limite
a incorporar las modificaciones ya introducidas a la estructura institucional
del Mercosur. Es decir, que no tenga un valor agregado institucional significativo.
Un tercer escenario, sería el que la Cumbre se limite a formular
pronunciamientos en relación a la futura evolución institucional,
sin que se adopten nuevos compromisos jurídicos. Es decir, que
las eventuales modificaciones a las instituciones y a las normas que ellas
generen, quedarían para más adelante.
Por otro lado, se observa un creciente debate gubernamental y empresario
sobre compromisos, instrumentos y reglas de fondo del Mercosur. El eje
del debate está centrado en el tratamiento del impacto de asimetrías
que afectan al comercio bilateral entre los dos socios principales, la
Argentina y el Brasil, y en la forma de traducir a la realidad el objetivo
de una integración productiva equilibrada. El gobierno argentino
ha avanzado propuestas en torno a mecanismos compensatorios y válvulas
de escape, y en relación a los incentivos a las inversiones y a
sus efectos en el desplazamiento de capacidades productivas de un país
al otro. Los textos concretos de tales propuestas no han sido publicados.
La posición del gobierno argentino con respecto al enfoque del
Mercosur y a su futuro, fue planteada por el Ministro de Economía
en su presentación en el reciente Coloquio anual de IDEA, el pasado
5 de noviembre en Mar del Plata. Puso énfasis en que debe ser concebido
como un instrumento de integración productiva equilibrada.
Concretamente, el Ministro Lavagna sostuvo que "el Mercosur debe
ser visto como nuestro mercado interno y la especialización industrial
al interior de la unión aduanera, debe ser la base misma del proceso
de integración. Este objetivo no se logra reduciendo aranceles
internos, con ambiciosos y difíciles planes de coordinación
macroeconómica. Se logra definiendo claramente que el objetivo
es la industrialización equilibrada, el comercio intra-industrial,
diseñando cadenas de valor, fijando objetivos cuantificables en
la materia y ajustando las políticas a estos objetivos". Recuerda
luego que ese fue el enfoque lanzado en 1986, "y es exactamente contrario
al camino seguido en la implementación del Tratado de Asunción
y en el Protocolo de Ouro Preto donde los instrumentos se independizaron
de los objetivos". Agrega que "el Mercosur no debe, asimismo,
ser visto como un mercado cerrado y autárquico sino como la base
de especializaciones productivas amplias y, a su vez, como instrumento
de negociación internacional en la OMC, el Sistema Global de Preferencias
Comerciales (SGPC), el ALCA o la Unión Europea, por citar sólo
los procesos que ya están en marcha". Concluye señalando
que "afirmar nuestra inserción productiva y financiera al
mundo es un objetivo irrenunciable" (ver el texto completo de la
intervención del Ministro de Economía, en www.mecon.gov.ar).
Por su parte se observan posiciones dispares en el Brasil. El gobierno
ha reafirmado su voluntad de avanzar en la construcción del Mercosur.
Altos funcionarios del área política del gobierno han efectuado
manifestaciones claras en tal sentido (ver este Newsletter, de septiembre
2004). Pero no se conoce aún, al menos en público, la reacción
de Brasilia a las propuestas que adelantara el Ministro Lavagna en su
visita a esa capital en el mes de octubre. Hay indicaciones de dificultades
en aceptarlas, al menos tal como ellas habrían sido formuladas.
A su vez, en el sector empresario se han adelantado posiciones que, de
concretarse, podrían introducir una imagen de retroceso en la evolución
del Mercosur. Si ello fuera así, no dejaría de tener un
impacto al menos en las negociaciones con la Unión Europea, ya
que ésta siempre asumió que el Mercosur es una unión
aduanera, como paso previo a un mercado común.
El principal pronunciamiento en tal sentido se produjo casi simultáneamente
con la asunción a la Presidencia de la FIESP de Paulo Skaf -en
un acto de alto perfil político, realizado el pasado 8 de noviembre,
con la presencia de empresarios argentinos, entre otros 2.000 invitados
y que contara con la participación del Presidente Lula, de diez
Ministros y seis Gobernadores-.
Fue el nuevo Director de Relaciones Internacionales y Comercio Exterior
de la FIESP, Roberto Gianetti da Fonseca, quien instaló el cuestionamiento
de fondo sobre el Mercosur en su formato de unión aduanera. En
declaraciones a la prensa -en particular, en Valor Económico del
12 de noviembre- el ex Secretario Ejecutivo de la Cámara de Comercio
Exterior (CAMEX) durante la última parte del gobierno de Fernando
Henrique Cardoso, señaló que es necesario retroceder el
Mercosur a un área de libre comercio.
Reflejaría la posición de empresarios brasileros en el
sentido que, tal como está, el Mercosur es un "ancla"
que afecta al Brasil en las negociaciones comerciales, impidiendo acuerdos
bilaterales con los grandes mercados, como son los Estados Unidos y la
Unión Europea. Es una posición similar a la que planteara
en el pasado el Ministro Domingo Cavallo y también, durante la
última campaña presidencial en el Brasil, José Serra,
quien acaba de ser electo Prefecto de Sao Paulo.
Gianetti da Fonseca no ofrece precisiones en sus declaraciones. No señala,
por ejemplo, si ello debería implicar una modificación del
Tratado de Asunción. De todas formas, cualquier decisión
al respecto requeriría del consenso de los cuatro socios. Podría
incluso especularse que se trata de una posición negociadora frente
a las propuestas adelantadas por el gobierno argentino y también
por sectores empresarios de nuestro país.
En todo caso, la idea de un eventual retroceso a una fase de zona de
libre comercio debería ser examinada en detalle en los demás
países socios, tomando en cuenta sus repercusiones sobre la imagen
externa del Mercosur y sobre los alcances de las preferencias económicas
ya negociadas. Podría implicar complejas negociaciones sobre reglas
de origen específicas, ya que ellas están presentes en prácticamente
todas las zonas de libre comercio hoy existentes, tales como el NAFTA
y los demás acuerdos firmados por los Estados Unidos con países
de la región, e incluso de fuera de la región.
Este debate de fondo sobre el futuro del Mercosur, estará sin
duda presente en la próxima reunión de la Coalición
de Empresarios de la Argentina y del Brasil, a realizarse los días
24 y 25 de noviembre en Buenos Aires, ocasión en la que también
estará presente el Canciller Celso Amorim.
Precisamente la Coalición fue lanzada por una iniciativa de los
Cancilleres Bielsa y Amorim, en una reunión realizada en Sao Paulo
el pasado 14 de octubre. Participaron destacados empresarios de los dos
países. El comunicado de prensa publicado por Itamaraty -el único
texto publicado está en portugués, idioma en el que habría
sido redactado-, señala que: "No contexto atual de crescimento
das economias dos dois países, a coordenação empresarial
para o aprofundamento da integração dos respectivos setores
industriais representa passo fundamental para fortalecer a competitividade
dos produtos brasileiros e argentinos no mercado internacional.
Os empresários brasileiros e argentinos reconhecem os benefícios
econômicos já obtidos com a integração entre
seus países e consideram que o processo deve ser fortalecido. Em
apoio ao impulso político dado pelos respectivos Governos à
integração econômica bilateral, os setores privados
brasileiro e argentino propuseram a criação de uma Coalizão
Empresarial, a fim de promover a expansão da produção,
do comércio, da tecnologia e, conseqüentemente, da geração
de empregos.
Nesse sentido, a Coalizão Empresarial Brasileiro-Argentina terá
por objetivo a promoção do diálogo entre os meios
empresariais dos dois países, o aprofundamento crescente da integração
econômica, o estabelecimento ou fortalecimento de cadeias produtivas
entre os dois países e o apoio aos respectivos Governos no desenho
de estratégias comuns de desenvolvimento e de negociação
nos foros econômico-comerciais internacionais.
A criação da Coalizão Empresarial Brasileiro-Argentina
constitui aporte fundamental dos empresários de ambos os países
para maximizar os benefícios e transformar os desafios da integração
em oportunidades concretas de crescimento e prosperidade para nossos países
(ver el texto completo del comunicado de prensa, en www.mre.gov.br)
.
Finalmente, otro hecho a destacar es que el próximo 9 de diciembre,
en Lima, se realizará una Cumbre Sudamericana, en la que se lanzaría
formalmente el proceso de constitución de una Comunidad Sudamericana
de Naciones -el nombre aún no estaría consensuado- que,
según el propio Canciller Amorim, debería reforzar la capacidad
de negociación de los países de la región (ver al
respecto, La Nación, del domingo 14 de noviembre, 2004). En principio,
se trataría de una iniciativa de alcance político, que luego
deberá ser concretada en compromisos en campos tales como el de
la energía, la infraestructura física y el financiamiento.
Su alcance real dependerá del contenido de tales compromisos, así
como de la efectividad y eficacia de los acuerdos de libre comercio entre
los países de la región, en particular, entre los del Mercosur
y la Comunidad Andina.
Es en el contexto de los hechos y debates mencionados, que cabrá
observar los próximos pasos que se den en la dirección de
restablecer la sincronización entre los distintos frentes de negociaciones
comerciales en los que participa la Argentina.
De todos ellos, el que más habrá que tener en cuenta en
lo inmediato, será el que se refiere al futuro del Mercosur. La
elección del Uruguay, con el triunfo del Frente Amplio, contribuye
por un lado, a acrecentar la voluntad política de los gobiernos
en impulsar el Mercosur en la dirección establecida por el Tratado
de Asunción, aún cuando sea necesario adaptar los métodos
de trabajo y los instrumentos principales, a la experiencia acumulada
en los últimos años y a las nuevas realidades nacionales,
regionales y globales.
Pero por el otro lado, los planteamientos efectuados recientemente en
el sector empresario del Brasil, podría estar indicando que el
Mercosur se aproxima a una nueva crisis existencial. Es decir, que en
vísperas del relanzamiento de las negociaciones comerciales internacionales
en la OMC, con los Estados Unidos en torno al ALCA -o de una nueva versión
del proyecto original- y con la Unión Europea, lo que de hecho
se estaría cuestionando es si los países miembros deben
negociar como un conjunto o individualmente.
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