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  Félix Peña

NEWSLETTER SOBRE RELACIONES COMERCIALES INTERNACIONALES
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NO HACER DE LO PERFECTO ENEMIGO DE LO BUENO
¿No será un consejo también aplicable al Mercosur?


por Félix Peña
Julio 2004


Robert Zoellick, el negociador comercial de los Estados Unidos, concluyó con la recomendación de "no hacer de lo perfecto enemigo de lo bueno", su reciente intervención (www.ustr.gov) en la reunión de Ministros de Comercio del Grupo de los 90 -países en desarrollo y menor desarrollo de Asia, África y el Caribe- celebrada en la isla Mauricio, entre el 12 y el 13 de este mes de julio (ver Bridges Newsletter, del 14 de julio 2004 en www.ictsd.org). El mensaje fue claro y estaba dirigido a todos: evitar que posturas maximalistas que condujeran a un nuevo fracaso.

Con tal recomendación se refería, por cierto, a las negociaciones de la rueda Doha en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que han entrado ahora en una fase de definiciones cruciales.

En efecto, en la última semana de este mes de julio se realizará la reunión del Consejo General de la organización, en la que se espera pueda adoptarse el marco conteniendo las modalidades para el desarrollo de las negociaciones hasta su conclusión, originalmente prevista para fin de 2004. Es decir, que los 147 países miembros deberán decidir por consenso, sobre aquello en lo cuál se fracasó el año pasado en la reunión Ministerial de Cancún, México.

El viernes 16 de julio se presentó a los países miembros la propuesta de marco para las negociaciones, elaborada por el Presidente del Comité de Negociaciones y el Director General de la OMC. Será la base para la reunión del Consejo de fin de mes en Ginebra. Esta propuesta, es la resultante de innumerables reuniones formales e informales de consulta celebradas a partir del fracaso de Cancún. Una de las más recientes, tuvo lugar en París el fin de semana del 10 y 11 de julio, entre los miembros de los cinco protagonistas centrales de las negociaciones en la OMC, que son los Estados Unidos, la Unión Europea, Brasil, Australia e India. También se habían realizado consultas en Sao Paulo a mitad de junio, con motivo de la Conferencia de la UNCTAD. En ellas participó la Argentina.

La propuesta mencionada, no contiene necesariamente compromisos concretos en las cuestiones más sensibles de la agenda negociadora. Como era de esperar es un texto con muchas ambigüedades. Su principal finalidad es brindar precisamente un marco mínimo pero suficiente como para poder desarrollar luego las negociaciones de los compromisos concretos. La cuestión será ahora saber si el marco propuesto logra -en su versión actual o con las modificaciones que se introduzcan hasta la reunión de fin de julio del Consejo General de la OMC- el necesario consenso.

Al concluirse esta nota (18 de julio) no se conocían aún las reacciones de los distintos grupos de países -especialmente el G20 y el Grupo Cairns, en los que participa la Argentina y el antes mencionado G90- al documento con el proyecto de marco negociador. Sin embargo, las primeras reacciones indicaban que sería necesario trabajar mucho aún hasta la reunión de fin de mes, tanto en el capítulo agrícola en sus tres pilares -acceso a mercados, subsidios a las exportaciones y apoyos domésticos a la producción- como también en el de acceso a bienes industriales.


Es un momento crucial para las negociaciones en la OMC, pues como se ha señalado en anteriores notas de este Newsletter, se sabe que luego de fin de julio será imposible avanzar en ellas, por el período de vacaciones en el Hemisferio Norte, las elecciones en los EEUU, en noviembre y la renovación de la Comisión Europea, en octubre próximo.

Se entiende que si se logra a fin de julio el consenso sobre el marco para las negociaciones, ellas podrán ser retomadas luego a partir de noviembre y, en tal caso, aún sería posible concluir en 2005, eventualmente hacia junio o sea, antes del vencimiento de la actual autorización que el Congreso le ha dado al Presidente de los EEUU para desarrollar negociaciones comerciales, entre otras, en la OMC y en el ALCA (el "Trade Promotion Authority": www.ustr.gov). Ello sin perjuicio que luego sea necesario continuar negociando para completar la ambiciosa agenda aprobada en Doha.

Si en cambio no se logra el necesario consenso -como ya ocurriera en Cancún-, será entonces muy difícil retomar las negociaciones una vez concluido el interregno de los próximos cuatro meses. El cambio de negociadores en la Comisión Europea -como asimismo los efectos que en el plano de su mandato negociador pueda tener la reciente ampliación de la Unión Europea- y, eventualmente, también en los EEUU -dependerá del resultado de las elecciones-, abriría perspectivas sombrías sobre las posibilidades que las negociaciones puedan ser encarriladas en el corto plazo. Muchos negociadores y analistas entienden que, en tal caso, las negociaciones comerciales en la OMC pueden demorar un plazo largo antes de ser relanzadas y, entonces, su conclusión se demoraría dos o tres años más (para un análisis interesante al respecto, ver el artículo del The Economist, del 16 de julio último, "Talking the talk: Don't blame the rich world if trade talks collapse again"). Ello sin tomar en cuenta los posibles efectos que el reiterado fracaso podría tener en el propio sistema comercial global multilateral de la OMC.

Al respecto, cabe tener presente que en la perspectiva del comercio exterior argentino, el continuo fortalecimiento de la OMC sigue siendo una cuestión de interés nacional. El resultado del reciente panel para la solución de la controversia comercial entre la Argentina y los EEUU -hecho público el 16 de julio-, en el caso de las medidas anti-dumping aplicada por los EEUU a los tubos de acero sin costura para petroleo importados desde la Argentina, es sólo una demostración reciente de la utilidad práctica que en muchos planos tiene para nuestro país el sistema jurídico e institucional de la OMC (ver el informe del panel en www.wto.org).

Los riesgos sistémicos y los costos de un eventual fracaso en la reunión de Ginebra, permiten explicar entonces la recomendación antes mencionada del negociador americano.

Es una recomendación -la de evitar privilegiar lo perfecto sobre lo bueno o, podría decirse en estos casos, lo posible- que también es aplicable a la construcción del Mercosur y, en especial, a la administración racional de los recurrentes conflictos comerciales y de intereses entre sus socios.

En efecto, luego de los resultados de la Cumbre de Iguazú del 7 y 8 de julio (ver las actas finales y las decisiones aprobadas en www.mercosur.org.uy), el Mercosur ha entrado en un semestre -con el liderazgo de la Presidencia Pro-tempore del Brasil (ver Félix Peña, "Brasil al frente del Mercosur" en Suplemento Comercio Exterior de La Nación, martes 13 de julio, página 12)- en el que se requerirán fuertes definiciones. Difícil será ahora seguir postergándolas.

La Cumbre del Mercosur se realizó en medio de la crisis desatada por la resolución nº 444 de la Secretaría de Industria (ver su texto en www.infoleg.mecon.gov.ar). Por ella se establecen normas referidas a la aplicación de licencias no automáticas y se incluyen posiciones arancelarias que corresponden a productos electrodomésticos de la denominada "línea blanca" (heladeras, lavarropas y cocinas). Una norma similar pero más detallada y compleja, tiene el Brasil. Ella permite la aplicación de licencias no automáticas a una lista de aproximadamente 3.000 posiciones arancelarias -la que podría ser ampliada en caso necesario (ver el texto de la Portaría nº 7 del 1º de diciembre 2003, versión consolidada aquí). No necesariamente implican que ellas sean utilizadas como medidas restrictivas al comercio. Pero legalmente son instrumentos similares a los que ha aprobado el gobierno argentino. Pueden ser fácilmente activadas.

"Tormenta en un base de agua" o "simple episodio" y "fracaso del Mercosur", fueron algunas de las expresiones extremas que de un lado y de otro definieron el alcance del problema planteado. Todo ello en un debate con fuerte repercusión en la prensa de ambos países pero, especialmente en el Brasil. Y, por cierto, también con impacto en la prensa internacional especializada. Incluso contribuyeron a opacar otros resultados de la Cumbre de Iguazú -a veces sobredimensionados- en relación -entre otras cuestiones- a la asociación de varios países latinoamericanos al Mercosur, incluyendo a México. Es un aspecto del Mercosur que requerirá, sin duda, de una mayor precisión normativa a fin de definir bien sus alcances concretos en el plano económico y comercial, más allá del evidente impacto político y mediático.

Las primeras expresiones mencionadas, se basan en el hecho que el intercambio comercial de esos electrodomésticos, que eventualmente pudiera ser afectado si las licencias no automáticas fueran aplicadas con un criterio de restricción del comercio -lo que incluso podría ser cuestionado en el ámbito de la OMC y no sólo del Mercosur-, representó en el primer semestre de este año unos 46 millones de dólares según datos de la propia Secretaría de Comercio Exterior del Brasil (www.desenvolvimento.gov.br). Esa cifra representa sólo un 1.46% del total de las exportaciones del Brasil a la Argentina en el mismo período, las que alcanzaron unos 3.2 mil millones de dólares.

A su vez, la segunda expresión refleja el impacto que la medida adoptada, sólo pocos días antes de la Cumbre de Iguazú, produjo especialmente en sectores empresarios relevantes y en buena parte de la prensa brasileña. Tal reacción -que no toma en cuenta que el gobierno del Brasil tiene un arsenal de medidas a su disposición, para aplicar medidas similares, como ya ocurriera en el pasado y que se refleja en la antes citada Portaría nº 17- ha conducido a un fuerte cuestionamiento incluso sobre la propia participación del Brasil en el Mercosur.

Es difícil aún precisar las razones sobre lo que podría considerarse, en principio, como una sobre reacción. Tienen que ver, quizás, con percepciones sobre los verdaderos motivos que estarían detrás de la medida argentina. En tal sentido, parece predominar la impresión que las restricciones que se impondrían a esos productos electrodomésticos -incluyendo la anunciada para los televisores provenientes de la Zona Franca de Manaus-, además de estimular un acuerdo entre los sectores empresarios involucrados -lo que efectivamente se ha producido, en principio, en la semana que siguió a la Cumbre- podría estar abriendo la compuerta para restricciones en otros sectores sensibles como, entre otros, calzados y textiles -con largo historial conflictivo en las relaciones comerciales entre la Argentina y el Brasil-.

Pero sobre todo, podría estar indicando la apertura de una dura negociación en el sector automotriz, tanto en relación a vehículos terminados como a auto-partes (ver al respecto la nota del Suplemento Económico del diario "Clarín", del domingo 18 de julio, 2004). Efectivamente, el gobierno argentino ya ha anunciado su intención de replantear los acuerdos que rigen en el sector -más allá de las dudas que puedan existir sobre la validez formal de las normas vigentes al respecto que, por ejemplo, nunca fueron publicadas en la Argentina en el Boletín Oficial - y de no aceptar que rija el libre comercio a partir del 2006.

El más reciente conflicto comercial entre la Argentina y el Brasil, se produce en un momento en que la economía del Brasil comienza a presentar datos positivos. Se espera un crecimiento del 3.5% del producto en 2004 (disminuyó 0,2% en 2003), con una tasa de inflación del 8% y un superavit de cuenta corriente del 1%. Las exportaciones están en un período de fuerte expansión y también crecen las importaciones. Para el comercio exterior argentino ello debería ser una buena noticia.

En tal contexto, resulta difícil explicar la repercusión que alcanzó una controversia sobre una fracción tan limitada del comercio recíproco. Pero ella puede tener relación con aspectos más estructurales de la relación bilateral, que cruzaría por los efectos globales y sectoriales de las actuales tendencias en el comercio recíproco, y su incidencia en los resultados de la balanza comercial de la Argentina, pero sobre todo por su impacto en las inversiones productivas en la Argentina -incluso de origen brasileño, como es el caso concreto de empresas de electrodomésticos- en función del mercado ampliado por el Mercosur. En el horizonte económico argentino hay aún factores de incertidumbre, que pueden incidir en las decisiones de localización de inversiones por parte de empresas regionales e internacionales.

La Cumbre de Iguazú no logró aprobar algunas medidas previstas en el programa de trabajo para el período 2004-2006, previsto en la Decisión nº 26 del Consejo de Mercosur de diciembre 2003 (ver su texto en www.mercosur.org.uy) y que eran importantes para avanzar en el perfeccionamiento de la unión aduanera, tales como la referida al doble cobro del arancel externo, entre otras.

Dos frentes de trabajo demandarán mucha atención en los próximos meses. Por un lado, el de los problemas existentes en las relaciones comerciales y en la integración entre los dos socios principales del Mercosur -aunque también lo hay en las relaciones con el Paraguay y el Uruguay-, incluyendo el desenlace de la crisis exteriorizada por la citada Resolución nº 444 y, sobre todo, el del sector automotriz. Un efecto positivo del sacudón "electrodoméstico" es que se ha abierto un canal de comunicación directo entre el Ministro Lavagna y los Ministros Palocci y Furlán, que dará lugar en las próximas semanas a una reunión que será muy importante y que se realizará en Brasilia. La idea sería empezar a trabajar juntos una agenda de integración industrial entre los dos países. La posición que parece prevalecer en el gobierno del Brasil es la de contemplar las dificultades que aún atraviesa la economía argentina y la de adoptar una política de cooperación en el plano de las inversiones industriales. En este plano, cabe esperar una mayor dinámica en el desarrollo de políticas conjuntas orientadas a estimular la integración de cadenas de valor orientadas a una mayor competitividad global y regional, así como también hacia la integración intra-sectorial e intra-firma.

Por el otro lado, se ha abierto un período de negociación que debería conducir a lo que ya se ha llamado "Ouro Preto II". Se refiere a la próxima Cumbre del Mercosur, a realizarse en diciembre próximo en Ouro Preto, es decir, en la misma ciudad donde hace diez años se concluyeran los acuerdos referidos al establecimiento de la unión aduanera -en el marco de lo previsto en el artículo 5º del Tratado de Asunción- y se firmara el "Protocolo de Ouro Preto", que estableció la actual estructura institucional del Mercosur -incluyendo los principales órganos, el proceso de producción normativa y los efectos de las normas-.

Es prematuro anticipar cuáles serán los resultados de "Ouro Preto II". Pero pueden destacarse tres hechos importantes.

El primero es que, precisamente, al ejercer la Presidencia Pro-tempore en este semestre, el gobierno del Brasil podrá desempeñar un papel de liderazgo en la preparación de los acuerdos que se logren en el próximo Ouro Preto.

El segundo, es que el gobierno del Presidente Lula ha efectuado pronunciamientos contundentes en el sentido que le interesa no sólo preservar, sino que también fortalecer el Mercosur. Cabe destacar las declaraciones de Marco Aurelio García, asesor para asuntos internacionales del Presidente Lula -que se reflejaron en la prensa argentina luego de la Cumbre de Iguazú-, en el sentido que hay que distinguir entre la lógica empresarial que conduce a veces a poner el acento en los aspectos conflictivos, de la lógica política que conduce a profundizar la dirección estratégica de las relaciones entre la Argentina y el Brasil, incluyendo al Mercosur como su instrumento privilegiado con proyecciones sudamericanas. Es ésta una actitud que está vinculada a la que en el pasado ha predominado en uno u otro socio, según fueran las circunstancias. También Brasil ha pasado por momentos complicados desde que se creó el Mercosur y, en tales oportunidades, la Argentina adoptó una posición de comprensión. Esta actitud conduce a privilegiar la preservación de la alianza estratégica y la calidad de las relaciones bilaterales por sobre consideraciones comerciales puntuales y circunstanciales. Responde a una convicción en el sentido que es la fortaleza económica del vecino lo que más interesa a cada uno de los socios, especialmente a los de mayor dimensión y poder relativo.

El tercer hecho, es que ahora se cuenta con un diagnóstico preciso y de solvencia técnica, de los principales logros y problemas que se plantean en el Mercosur, tanto en su dimensión económica y comercial, como en la institucional y jurídica. Se trata del primer informe semestral elaborado por el equipo técnico de la Secretaría del Mercosur, y que fuera presentado en ocasión de la Cumbre de Iguazú (ver su texto completo, en www.mercosur.org.uy). Tiene un título sugestivo y representativo de su contenido: "Un foco para el proceso de integración regional". Sus 57 páginas -incluyendo una síntesis ejecutiva- no sólo contienen el diagnóstico, pero también efectúa propuestas concretas. Difícil será en adelante debatir el futuro del Mercosur, sin tomar en cuenta este informe de la Secretaría a cargo del brasileño Reginaldo Braga Arcuri, quien fuera Secretario de Industria en el último período del gobierno del Presidente Fernando Henrique Cardoso.

En el debate sobre el futuro del Mercosur parecería recomendable evitar tentaciones maximalistas. Aquí es donde es aplicable la recomendación de Bob Zoellick para las negociaciones en la OMC: lo perfecto es enemigo de lo bueno. El de integración es un proceso que requiere de tiempo y constancia, como así también de una gran dosis de realismo sobre lo que sea efectivamente posible.

A su vez, las tentaciones derrotistas, sea que se traduzcan en propuestas de retrocesos sobre lo ya avanzado o en propuestas de abandono del proceso, tienen al menos dos defectos. El primero es que pueden afectar seriamente la imagen externa de los países socios y la credibilidad de cualquier fórmula alternativa que se trate de encarar en el futuro. El segundo efecto es que podría dejar a los países socios, incluyendo la Argentina y el Brasil, sin escenarios alternativos razonables. Es decir, sin "plan B".


Entretanto, en la semana del 19 de julio, en Bruselas, se efectuará una nueva reunión del Comité de Negociaciones Bi-regionales entre el Mercosur y la Unión Europea. Sin perjuicio de lo que se pueda avanzar allí con respecto a lograr el objetivo de concluir en octubre del acuerdo de asociación entre los dos bloques económicos, lo cierto es que los negociadores del Mercosur podrán apreciar los efectos que el conflicto de los "electrodomésticos", y lo mucho que se ha escrito y afirmado sobre sus consecuencias en la integración regional, tiene sobre la credibilidad del propio Mercosur en sus interlocutores europeos.

En vísperas de la reunión de Bruselas, las expectativas parecen ser nuevamente positivas. El Mercosur está efectuando sus propuestas en materia de servicios y de compras gubernamentales. La Unión Europea parece más dispuesta a mejorar su oferta en relación al comercio de productos agrícolas. Hasta octubre queda aún mucho por negociar. Y en el plano del comercio de productos industriales, incluso el sector automotriz, no está claro aún cómo se superaran diferencias de intereses y de posibilidades entre los propios socios del Mercosur.

Es quizás en relación al sector industrial, donde puede encontrarse uno de los principales vínculos entre las negociaciones con la Unión Europea y la propia situación interna del Mercosur. Tiene que ver, precisamente, con las diferencias estructurales en la competitividad relativa de algunos sectores industriales de la Argentina y del Brasil.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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