En Bruselas (12 de noviembre), Miami (20 y 21 de noviembre) y en Ginebra
(15 de diciembre), se realizarán reuniones que serán decisivas
en la futura evolución de las tres principales negociaciones comerciales
internacionales en las que participan la Argentina y sus socios del Mercosur
(Para un seguimiento del estado de situación de las negociaciones
ver Boletín nº 19 del Instituto de Negociaciones Agrícolas
Internacionales www.inai.org.ar).
Ninguna de ellas debería ser sin embargo el fin del camino. En
teoría, al igual que lo era la ministerial de la OMC en Cancún,
las tres reuniones deben ser visualizadas como etapas en procesos negociadores
que sólo tienen que culminar hacia fines del 2004. Sin embargo,
en la práctica y luego de la experiencia de Cancún, y con
el recuerdo aún fresco del anterior fracaso de la OMC en Seattle
(noviembre 1999), tampoco debe descartarse que en algunos de los tres
casos o, eventualmente, en los tres, pudiera tener que constatarse un
colapso final de los procesos negociadores.
El clima es de marcado escepticismo en cuanto a que los plazos de culminación
de las tres negociaciones puedan cumplirse, como lo constata un excelente
artículo de Jeffrey Schott en la edición del 30 de octubre
de la revista The Economist, que concluye efectuando propuestas constructivas.
Una razón para tal escepticismo sería que, en el caso de
las negociaciones en la OMC, ni los Estados Unidos ni la Unión
Europea se han recuperado del fracaso de Cancún y poderosas razones
de índole interna podrían explicar una marcada renuencia
a recuperar ahora el ritmo negociador. Y se sabe que lo que ocurra en
la OMC condiciona la posibilidad de avanzar en los frentes negociadores
del ALCA y del acuerdo birregional entre la Unión Europea y el
Mercosur. Ello como consecuencia de la importancia que tiene en ambos
frentes, especialmente para la Argentina y sus socios del Mercosur, la
cuestión de los tres pilares de las negociaciones agrícolas,
esto es, acceso a los mercados, subsidios internos a la producción
y subsidios a las exportaciones.
En el principal frente negociador, el de la OMC, todo el esfuerzo está
ahora orientado a lograr un avance en ocasión de la próxima
reunión del Consejo General agendada para el 15 de diciembre. En
Ginebra se han retomado gradualmente las consultas orientadas a lograr,
en un escenario de máxima, lo que quedó trunco en Cancún.
Un escenario de mínima sería aquél en el cual, al
menos, pudiera lograrse acordar principios negociadores en una declaración
consensuada, determinándose cuál sería el texto a
usar en la continuación de las negociaciones -no todos los países
concuerdan en que debería ser el denominado texto Derbez, que presentara
el Canciller de México el 13 de septiembre pasado en Cancún-
y estableciéndose un programa de trabajo para relanzar las sesiones
negociadoras del Comité de Agricultura, por el momento suspendidas.
Esta especie de "plan B" sería el que tendría
en mente el Embajador Carlos Pérez del Castillo -del Uruguay-,
quien preside el Consejo de la OMC [consultar
aquí]. Con respecto a la base sobre la cual retomar las negociaciones,
en una reciente reunión de la APEC (Asian Pacific Economic Cooperation)
en Bangkok, los 21 miembros de la organización, incluyendo los
EEUU, Japón, China y Australia, recomendaron avanzar a partir del
texto Derbez. La India y la propia Unión Europea mantienen reservas
al respecto, tal como lo indicara en un discurso el 28 de octubre el comisario
Pascal Lamy, que es el negociador europeo [consultar
aquí].
El Embajador Pérez del Castillo ha señalado las cuatro cuestiones
en la que concentrará sus gestiones orientadas a lograr resultados
el 15 de diciembre. Ellas son: agricultura, acceso a mercados de productos
no agrícolas, algodón y los cuatro temas pendientes desde
la reunión Ministerial realizada en Singapur, esto es inversiones,
competencia, transparencia en compras gubernamentales y facilitación
del comercio [consultar
aquí]. De ellas, la más compleja es la de los subsidios
a la agricultura. Sin embargo, muchos de los protagonistas de Cancún
han coincidido en que la propuesta de Declaración Ministerial presentada
el 13 de septiembre por el Canciller Derbez brinda una base adecuada para
seguir negociando y que con un esfuerzo adicional ello hubiera podido
acordarse en Cancún. De allí que siguen abiertos los interrogantes
acerca de los reales motivos que permitirían explicar la clausura
prematura de la reunión ministerial de Cancún cuando aún
quedaban varias horas para seguir procurando el necesario consenso. Si
bien se le ha atribuido tal fracaso a los negociadores del denominado
Grupo de los 22 (que luego de su reunión del 10 de octubre en Buenos
Aires ha experimentado algunas bajas), la eventual renuencia a retomar
el ritmo negociador por parte de los Estados Unidos y, en particular,
de la Unión Europea, podría alimentar las hipótesis
que localizan la verdadera razón de los resultados de Cancún
en las dificultades políticas internas que ambos protagonistas
podrían tener en sus respectivos frentes internos para aceptar,
en las actuales circunstancias, compromisos ambiciosos en relación
a los subsidios internos y a la exportación de productos agrícolas.
Lo concreto es que la situación en la que se encuentran las negociaciones
en la OMC significa un fuerte condicionamiento para avanzar en los otros
dos frentes negociadores, el del Mercosur con la Unión Europea
y el del ALCA.
En ambos casos, los países del Mercosur -con mayor énfasis
el Brasil y con matices, la Argentina- han insistido en su posición
según la cual la cuestión agrícola es central para
lograr un resultado equilibrado en estas negociaciones. El 12 de noviembre,
en Bruselas, se reunirán a nivel de Ministros y de Comisarios los
países del Mercosur y la Unión Europea. Ambas partes han
señalado que esperan signos concretos de la otra a fin de poder
avanzar en las negociaciones. Incluso del lado europeo, se ha insistido
en la necesidad de que los países del Mercosur demuestren que efectivamente
están comprometidos a perfeccionar su unión aduanera. A
su vez los empresarios de ambas regiones, reunidos en la IV Conferencia
Plenaria del Foro Empresario del Mercosur (MEBF), realizada en Brasilia
entre el 28 y 30 de octubre, han efectuado un claro pronunciamiento a
favor de la conclusión de las negociaciones birregionales en los
plazos estipulado y del trabajo conjunto de las dos regiones para facilitar
la conclusión de un acuerdo equilibrado en el ámbito de
la OMC.
Si bien las negociaciones en el ALCA enfrentan el mismo problema que las
de la Unión Europea-Mercosur con respecto al impacto del estancamiento
de las negociaciones agrícolas en la OMC, se observan otros factores
que pueden incidir en los resultados de la reunión ministerial
que tendrá lugar en Miami, entre el 20 y 21 de noviembre. Ellos
se pusieron de manifiesto en la reunión del Comité de Negociaciones
Comerciales que tuviera lugar en Puerto España entre el 29 de septiembre
y el 4 de octubre. Allí afloraron diferentes concepciones de la
propia arquitectura del ALCA, en particular con respecto a si el acuerdo
hemisférico sería el marco para un conjunto de acuerdos
bilaterales de libre comercio o si por el contrario, sería un acuerdo
único con similar trato para todos los miembros, sin perjuicio
del tratamiento diferenciado para los países de menos desarrollo.
El hecho de que los Estados Unidos hayan efectuado una oferta diferenciada
por países o grupos de países y que hayan manifestado que
no podrían negociar la cuestión de los subsidios agrícolas
y de la defensa comercial hasta tanto no se logren acuerdos en la OMC,
ha dado lugar a una posición liderada por el Brasil que se manifiesta
en conceptos como el de un "ALCA light" y en la idea de tres
carriles negociadores: el de la OMC, el del "4+1" y el del ALCA,
en los cuales se distribuyan las distintas cuestiones incluidas en la
agenda de las negociaciones hemisféricas. El efecto concreto de
la propuesta del Mercosur -al menos del Brasil y de la Argentina- sería
el reenviar cuestiones vinculadas con servicios, compras gubernamentales
e inversiones al ámbito de las negociaciones en la OMC, haciendo
de tal forma espejo con la idea de los Estados Unidos de reenviar a la
OMC la cuestión de los subsidios agrícolas y de la defensa
comercial.
En las negociaciones del ALCA, la presidencia conjunta de los EEUU y
del Brasil simboliza la polarización creciente de posiciones que
lideran hoy ambos países. Una dificultad adicional es el hecho
de que no exista un mecanismo imparcial de articulación entre ambas
posturas, ya que los dos países comparten la presidencia de las
negociaciones y no existe un secretariado independiente. De allí
lo complejo que resulta la tarea de construir los necesarios consensos.
Por lo demás, países hemisféricos claves como son
México y Chile, ya han obtenido el acceso garantizado al mercado
norteamericano a través de sus respectivos acuerdos de libre comercio.
Y los Estados Unidos, tras la experiencia de Cancún, han reafirmado
su decisión de avanzar en acuerdos de libre comercio con quien
estuviera dispuesto a hacerlo en los términos de los acuerdos ya
concluidos. Tal estrategia se refleja en las negociaciones muy avanzadas
con los países Centroamericanos y en el inicio de negociaciones
bilaterales con Colombia, que podrían luego extenderse a Perú
y otros países. A su vez, Brasil en el marco del Mercosur, ha impulsado
negociaciones de libre comercio con la Comunidad Andina que podrían
concluirse a fin del año y del cual el acuerdo celebrado con el
Perú en el marco de la ALADI es visualizado como un primer paso.
Por su lado, la Argentina y el Brasil han reafirmado una vez más
su decisión política de impulsar el fortalecimiento del
Mercosur. Éste ha sido el principal resultado de la reunión
que tuvieran el 16 de octubre en Buenos Aires los Presidentes Kirchner
y Lula. Lo más importante ha sido además la señal
clara que ambos Presidentes han enviado con respecto a su voluntad de
avanzar en las negociaciones globales y regionales, a fin de lograr resultados
equilibrados en los que los intereses agrícolas de ambos países
estén suficientemente contemplados. El Presidente Lula reafirmó
luego tal posición al hablar ante los empresarios europeos y del
Mercosur en la mencionada reunión de Brasilia del MEBF.
Varios son los frentes de trabajo que en lo inmediato demandarán
atención de los socios del Mercosur en la perspectiva de sus posiciones
comunes en las tres principales negociaciones comerciales internacionales
en las que participan. Sin perjuicio de otros, los más importantes
parecen ser:
- el fortalecimiento institucional y la calidad de las reglas de juego,
tema que mereció atención prioritaria en la Declaración
conjunta de la pasada reunión de los Presidente Kirchner y Lula
en Buenos Aires. Tres hechos son importantes en tal sentido: la ratificación
del Protocolo de Olivos, lo que permitirá un funcionamiento más
eficaz de los mecanismos de solución de controversias; la integración
de la Secretaría Técnica, con la contratación por
concurso de cuatro técnicos competentes, y la constitución
-en ocasión de una reunión extraordinaria del Consejo
del Mercosur- de un mecanismo de concertación política
con la creación del Comité de Representantes Permanentes
y la designación de Eduardo Duhalde como su Presidente;
- la profundización de la preferencia económica entre
los socios, a través de la negociación de un programa
de trabajo -a partir de una propuesta del Brasil denominada "objetivo
2006"- que permita perfeccionar la unión aduanera, incorporar
plenamente los servicios y las compras gubernamentales, y replantear
el arancel externo común;
- el reconocimiento a nivel bilateral entre Argentina y Brasil, de la
necesidad de efectuar un monitoreo conjunto de los flujos de comercio,
creándose a tal efecto una Comisión especial a fin de
detectar situaciones de desequilibrios que requieran medidas conjuntas,
siguiendo la experiencia desarrollada entre la Argentina y el Brasil
en 1999 tras la devaluación del Real. Este reconocimiento debería
conducir a la negociación de mecanismos de flexibilización
de compromisos comerciales en el caso de desequilibrios pronunciados
resultantes de disparidades cambiarias en un contexto de fuertes asimetrías
sectoriales, y
- la mayor fluidez en la coordinación de posiciones conjuntas
en los principales frentes de negociaciones comerciales, en los que
se tomen en cuenta los intereses a veces divergentes de los cuatro socios.
Podemos concluir esta nota señalando que un eventual fracaso de
las próximas reuniones en Bruselas, Miami y Ginebra, con su consiguiente
impacto en el resultado futuro de las respectivas negociaciones comerciales
internacionales, no parecería ser un escenario del interés
nacional de la Argentina, dada la importancia que para el comercio exterior
del país tiene el asegurar la apertura de los mercados de los países
industrializados para sus productos de exportación, así
como el estimular nuevas inversiones en aquellos sectores en los que el
país tiene o puede desarrollar ventajas competitivas. La agricultura
y la agro-industria de la Argentina tendrían, entre otros sectores,
mucho para ganar en negociaciones que culminen con resultados razonables
y equilibrados. Un estancamiento o peor aún, un colapso de las
tres negociaciones no contribuirían a restablecer condiciones externas
favorables para una recuperación sostenible de la economía
argentina.
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