Se está instalando, gradualmente, la idea de posibles escenarios
intermedios en cuanto a los resultados que puedan lograrse en los tres
principales frentes negociadores comerciales internacionales en los que
participa en la actualidad la Argentina, junto con sus socios en el Mercosur
y que son: el global, en el marco de la Organización Mundial del
Comercio para el desarrollo de la Agenda de Doha; el hemisférico,
en el marco del ALCA y, eventualmente, de un acuerdo "4+1" con
los Estados Unidos y el interregional, en el marco de la asociación
entre el Mercosur y la Unión Europea.
Tales resultados configurarían escenarios diferentes a los que
hasta ahora han predominado entre negociadores y analistas. El primer
escenario imaginado ha sido el de la conclusión exitosa de las
tres negociaciones en los plazos originalmente previstos, estos es, entre
el segundo semestre de 2004 y principios de 2005. El segundo escenario
ha sido el de una postergación de las negociaciones de la OMC hacia
el año 2006 o el 2007, en especial si la reunión ministerial
de Cancún, en septiembre próximo, culminara con un fracaso
en el abordaje de cuestiones cruciales, en particular, la de la agricultura.
Ello produciría asimismo, como efecto probable, una dilación
en los plazos de las negociaciones del ALCA y de las interregionales entre
el Mercosur y la Unión Europea. El tercer escenario imaginado hasta
ahora, ha sido el de un fracaso completo de las negociaciones en el ámbito
de la OMC y, como consecuencia, una crisis profunda del sistema multilateral
de comercio, más grave aún que la produjo el fracaso en
Seattle, en 1999. Este escenario, a su vez, se desdoblaría en dos
alternativas con respecto a las negociaciones del ALCA y con la Unión
Europea. La primera sería el resultado de un efecto de arrastre.
La OMC arrastraría en su fracaso tanto al ALCA como a las negociaciones
con la Unión Europea. La segunda por el contrario, implicaría
que un fracaso en la OMC generaría más estímulos
a concluir en los plazos previstos las negociaciones hemisféricas
e interregionales.
Un escenario intermedio, como el que se está instalando últimamente
como posible, implicaría un desdoblamiento de los resultados a
obtener en los tres frentes negociadores. En tal caso, en una primera
etapa, en el segundo semestre de 2004, se concluirían parte de
los resultados originalmente previstos. Luego se continuaría negociando
hasta lograr en 2006 o el 2007, los resultados de máxima anticipados
al iniciarse las diferentes negociaciones.
En la OMC, el intermedio es un escenario que comienza a visualizarse
como probable por el efecto combinado de dos realidades que se han manifestado
en forma más aguda en los últimos meses.
La primera realidad, es que se observa un fuerte interés en evitar
costos políticos de un fracaso que agrave las dificultades de la
economía mundial y del multilateralismo, en especial en este caso,
del sistema comercial multilateral. Como ha señalado recientemente
uno de los más reconocidos teóricos partidarios del libre
comercio global, el profesor Jagdish Bhagwati, de la Universidad de Columbia
(en un excelente artículo publicado originalmente el lunes 14 de
julio en el Financial Times y reproducido el viernes 18 de julio, en El
Cronista), lo que el denomina la "epidemia" de acuerdos bilaterales
de libre comercio está comprometiendo seriamente la solidez del
sistema multilateral de comercio en el ámbito de la OMC. Como ha
ocurrido en el campo de la seguridad, es una cuestión en la que
se observan preocupantes disidencias entre sectores de los Estados Unidos
y sectores de la Unión Europea. Bhagwati considera que es una tendencia
que no es beneficiosa para los países en desarrollo que, en su
opinión, deberían ser los principales beneficiados de un
fortalecimiento del multilateralismo en torno a la OMC.
La otra realidad es la que resulta de la observación de tres factores
que generan dificultades para concretar el escenario más optimista
que sería, precisamente, el de la culminación exitosa el
año próximo de las actuales negociaciones multilaterales.
El primer factor a mencionar, es que el Presidente Bush enfrenta su intento
de reelección en 2004, en un cuadro complejo resultante del comportamiento
de la economía americana y mundial, así como de los efectos
aún inciertos de la intervención en Irak, y con el electorado
de Estados claves sensible a cambios en la política agrícola
-en particular el Farm Hill- y en la protección implícita
en la aplicación de los mecanismos de defensa comercial -anti-dumping
y derechos compensatorios-. En ese contexto, puede suponerse un Congreso
americano poco dispuesto a aprobar nada que reduzca aún más
el margen para la aplicación unilateral de políticas comerciales.
El resultado de recientes pleitos comerciales con la Unión Europea
-incluyendo la cuestión de los transgénicos-, tiende a acrecentar
la resistencia política a las disciplinas multilaterales de la
OMC.
El segundo factor es el de las dificultades internas que se observan
en la Unión Europea, como resultado de las fracturas políticas
producidas por la guerra en Irak; de los efectos de la ampliación
a nuevos países miembros con su impacto en la gobernabilidad de
la UE y en la política agrícola, y de la renovación
en 2004 de la Comisión Europea, incluyendo los responsables de
las actuales negociaciones comerciales.
El tercer factor que se observa, es el de las resistencias de países
en desarrollo a los resultados desequilibrados y poco atractivos que anticipan
de las actuales negociaciones comerciales. Ellos son más notorios
en algunos de los países en desarrollo con grandes mercados internos,
como son el Brasil, la China y la India. La posición de estos dos
últimos países en materia agrícola -exigencias de
un tratamiento especial-, puede complicar aún más las negociaciones
multilaterales y afectar los resultados que puedan surgir de la reunión
ministerial de Cancún.
Las expectativas sobre los resultados que se obtengan en la OMC, pueden
tener efectos de arrastre sobre las negociaciones en el ALCA y con la
Unión Europea. Al respecto la posición del Mercosur -y los
es tanto la del Brasil como la de la Argentina- continua siendo firme:
sin una negociación agrícola en la OMC con resultados significativos
en sus tres pilares -ayudas a la producción, subsidios a las exportaciones
y acceso a los mercados-, no será posible concluir el ALCA al que
aspiran los EEUU ni el acuerdo interregional con la Unión Europea.
En las tres negociaciones cobra sentido práctico entonces la
idea de explorar escenarios intermedios, en los que se logren algunos
resultados en los plazos programados y otros sean objeto de negociaciones
que se extiendan hacia 2006 y 2007.
Pero los escenarios intermedios confrontan a la vez fuertes dificultades
técnicas y políticas. Ellas tienen que ver con la combinación
de cuestiones a incluir y la densidad de las concesiones que se efectúen,
a fin de lograr en la práctica puntos de equilibrio satisfactorios
para todos los países, en el marco del principio del "single
undertaking". En esta perspectiva, cobra toda su importancia lo que
los países del Mercosur puedan obtener en términos de acceso
efectivos a los mercados en los productos de su interés, tanto
en los Estados Unidos como en la Unión Europea, así como
saber hasta donde están dispuestos a ceder en aquellas cuestiones
de interés para los países industrializados, teniendo sin
perjudicar los resultados que deberían lograrse en una segunda
etapa de las negociaciones.
En tal sentido, será necesario observar en las próximas
semanas la evolución que se produzcan al menos en dos planos significativos.
Por un lado, el de la definición del perfil de un ALCA que algunos
ya denominan como "light", compatible con un acuerdo "4+1"
en materia de acceso a mercados de bienes y de servicios, y en materia
de inversiones. Los planteos que ha efectuado el Brasil -y que parecen
reflejar la posición del Mercosur- tanto en la entrevista del Canciller
Amorim con el negociador comercial americano, Robert Zoellick, en la reunión
de Brasilia el 13 de junio, como en la reunión bilateral de los
Presidentes Bush y Lula, en Washington, implicarían un acuerdo
"4+1" como parte -y no como alternativa- del ALCA, siguiendo
el precedente de los acuerdos ya celebrados por los Estados Unidos con
México, Chile y en curso de negociación con los países
centroamericanos y, eventualmente, con Colombia, y tomando en cuenta que
de hecho, en sus ofertas negociadoras, los Estados Unidos diferenció
el tratamiento a otorgar a la apertura de su mercado en el caso del Mercosur.
En este contexto debe colocarse la referencia al cumplimiento de las fechas
previstas para el ALCA en el comunicado conjunto emitido al finalizar
la entrevista Bush-Lula.
Por el otro lado, el de las ofertas negociadoras de la Unión Europea,
en materia de acceso a mercados agrícolas y subsidios a la exportación,
tras el insuficiente acuerdo logrado el 26 de junio en Bruselas en materia
de apoyos directos a la agricultura (para un seguimiento de las negociaciones
agrícolas en los tres frentes negociadores que interesan a la Argentina,
consultar la página Web del Instituto de Negociaciones Agrícolas
Internacionales - www.inai.org.ar
- y en este caso, en particular, consultar su Boletín nro.16).
Los negociadores europeos han anticipado que tal oferta sólo se
efectuará en Cancún o en sus vísperas. En la óptica
europea, es un movimiento que sólo podrán efectuar cuando
tengan claro la disposición de los Estados Unidos en comprometer
las reformas a su "Farm Hill", así como la posición
de otros países -incluso en desarrollo- en materia agrícola
y también en otros planos que son considerados como relevantes,
como son los servicios, las inversiones, la competencia económica,
la propiedad intelectual y las compras gubernamentales.
En esta perspectiva cabe colocar los resultados limitados de las recientes
reuniones negociadoras en el ámbito del ALCA, y entre el Mercosur
y la Unión Europea. Ninguna de las partes parece dispuesta a moverse
en el tablero negociador, hasta tanto no tengan claras las reales perspectivas
de la reunión ministerial de Cancún. Luego de la última
reunión, la Comisión Europea ha avanzado su oferta al Mercosur
en materia de compras gubernamentales, a pesar que el Mercosur no ha producido
aún su propia oferta. Es un movimiento que debe examinarse con
atención por lo que es la dimensión del mercado europeo
de compras gubernamentales, el que incluye por cierto productos agrícolas.
Tampoco está claro aún si el Mercosur aceptará la
idea europea de una reunión ministerial antes de Cancún.
Imaginar escenarios intermedios aceptables, es entonces una prioridad
en la estrategia negociadora argentina y del propio Mercosur. Es una cuestión
relevante para las empresas argentinas que siguen con atención
la evolución de las actuales negociaciones comerciales. También
es una prioridad la "decodificación" de las negociaciones
en la perspectiva de preparar el país y sus empresas para escenarios
post-negociaciones, con sus efectos de desplazamientos de ventajas competitivas
-a favor o en contra- y sus impactos en el desarrollo de un Mercosur que
signifique, por su credibilidad, un estímulo eficaz para las decisiones
de inversión de las empresas. Al respecto, la Fundación
Gobierno y Sociedad ha efectuado para la Secretaría de Industria,
un análisis de los elementos de cooperación económica
-incluyendo el acceso a programas de desarrollo científico y tecnológico-
orientada a facilitar la internacionalización de las pymes chilenas,
desarrollados en el marco del importante acuerdo de libre comercio celebrado
el año pasado entre Chile y la Unión Europea. Profundizar
el análisis de la experiencia chilena en la preparación
de sus empresas para aprovechar las oportunidades que resultan de los
acuerdos de libre comercio -especialmente con la Unión Europea
y con los Estados Unidos-, al igual que la experiencia acumulada por los
países de Europa Central que se incorporan el año próximo
a la Unión Europea, debería ser una cuestión de alto
interés para los empresarios argentinos.
Asimismo, habrá que observar también en las próximas
semanas y meses, los avances que puedan producirse en la traducción
de los compromisos políticos logrados en la última Cumbre
del Mercosur en Asunción, en instrumentos y medidas exigibles,
en particular en relación al acceso irrestricto a los respectivos
mercados, al arancel externo común y al desarrollo de acciones
orientadas a una mayor coordinación macro-económica o, al
menos, a atenuar los impactos de disparidades cambiarias coyunturales
en las corrientes de comercio entre los socios.
Esta cuestión que alcanzó ya una expresión significativa
tras la devaluación del Real en enero de 1999, ha vuelto a instalarse
del lado argentino como lo reflejan recientes pronunciamientos de la Unión
Industrial Argentina.
Más allá de la apreciación que puedan efectuarse
sobre los argumentos avanzados en torno a las tendencias a un comercio
desequilibrado en productos industriales, lo cierto es que en la agenda
del Mercosur la introducción de mecanismos correctores a eventuales
disparidades cambiarias, aparece como una de las cuestiones más
apremiantes y difíciles de resolver, si no desde el punto de vista
técnico, sí desde el punto de vista político.
El otro aspecto que deberá seguirse de cerca, concierne a la vinculación
de Chile con el Mercosur -el artículo reciente del Presidente Lagos
en "La Nación" del jueves 17 de julio, "Mercosur:
el desafío de la credibilidad", Sección Económica,
página 2) requiere ser leído con atención- y a los
desarrollos previsibles en el campo de la infraestructura física
en América del Sur, que es uno de los ejes centrales de los actuales
planteamientos estratégicos del Presidente Lula, como lo fuera
por lo demás, del Presidente Fernando Henrique Cardoso, a partir
de la primer Cumbre Sudamericana realizada en Brasilia.
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