Las negociaciones comerciales internacionales en las que participan
la Argentina y el Mercosur, continúan su desarrollo conforme a
lo previsto. En todos los frentes se observan movimientos y tomas de posición
de los principales protagonistas.
Ello ha sido claro en el frente de las negociaciones entre el Mercosur
y la Unión Europea, con la presentación de las ofertas negociadoras
revisadas para los bienes, y que comentáramos en la anterior nota.
Entre el 15 de abril y el 15 de mayo, se intercambiarán pedidos
de mejoramiento de las ofertas, y antes del 30 de abril, deberán
presentarse las ofertas para servicios, inversiones y compras gubernamentales.
La reunión del Comité de Negociaciones realizada en Bruselas
entre el 17 y el 21 de marzo y en ella se avanzó en distintos aspectos
de las negociaciones, incluyendo la definición de métodos
y modalidades para las negociaciones en inversiones y compras gubernamentales
(http://europa.eu.int/comm/external_relations/mercosur/ass_neg_text/bnc9.htm).
También se pasó revista a los avances logrados en la puesta
en marcha del plan de facilitación de negocios, aprobado en gran
parte a propuesta del Foro Empresario Mercosur-Unión Europea (MEBF),
en la Cumbre de Madrid, en mayo del año pasado. A su vez, la Comisión
Europea ha avanzado su propuesta en cuanto al régimen de medidas
sanitarias y fitosanitarias, siguiendo los lineamientos del capítulo
respectivo en el acuerdo de libre comercio ya vigente entre la Unión
Europea y Chile. También ha aceptado considerar la propuesta avanzada
por el Mercosur en cuanto al tratamiento de las industrias nacientes.
En el caso del ALCA se han presentado las ofertas iniciales y el Mercosur
debe ahora presentar sus ofertas en servicios, inversiones y compras gubernamentales.
Hacia el 15 de junio deberán presentarse las ofertas revisadas.
Luego el 15 de julio comenzará la negociación en base a
las ofertas revisadas. En su reciente reunión del mes de abril,
en Puebla, México, el Comité de Negociaciones Comerciales,
aprobó lineamientos e instrucciones para los distintos grupos negociadores
y también en relación a la transparencia y participación
de la sociedad civil (www.ftaa-alca.org/tn22s.doc).
Un párrafo merece ser destacado, pues podría indicar un
avance en el reconocimiento que la cuestión de los subsidios agrícolas
deberá tratarse en el ámbito del ALCA, sin perjuicio de
los progresos que eventualmente se alcancen en la OMC. Dice así:
"el Comité de Negociaciones Comerciales instruye al Grupo
de Negociaciones Agrícolas a intensificar sus debates sobre todos
los temas de su agenda, en particular los referidos a los subsidios a
las exportaciones y a todas las otras prácticas que distorsionan
el comercio de productos agrícolas, incluyendo aquellas que tienen
efecto equivalente a los subsidios a las exportaciones agrícolas,
sin excepción alguna y sin prejuzgar los resultados, al tener de
los mandatos de las declaraciones ministeriales de Buenos Aires y Quito.
El CNC alienta a todas las delegaciones a presentar nuevas propuestas.
El CNC instruye al Presidente del GNAG a informar sobre los avances logrados
en estos temas, en sus futuras reuniones". Ese párrafo refleja,
en especial, la posición de los países del Mercosur en el
sentido que en el ALCA debe introducirse la prohibición a utilizar
subsidios a la exportación de productos agrícolas y que,
de utilizarse, deben aplicarse medidas compensatorias a definirse en las
negociaciones. Un precedente al respecto se encuentra ya en el artículo
701, del acuerdo de libre comercio que firmaran los Estados Unidos y el
Canadá en 1987. Las próximas reuniones del Comité
de Negociaciones Comerciales, están previstas para julio, en El
Salvador y para septiembre, en Trinidad y Tobago.
En el caso de la OMC no se pudo concretar el plazo del 31 de marzo para
lograr el consenso en torno a las modalidades de las negociaciones agrícolas.
Pero ello no implica que las negociaciones se hayan interrumpido.
En los tres frentes principales entonces, la dinámica negociadora
se mantiene. Todo está orientado a cumplir con los cronogramas
previstos. Sigue siendo recomendable para nuestro país y sus empresas,
seguir trabajando en función de un escenario de culminación
exitosa o al menos, relativamente exitosa de las negociaciones. Es la
actitud que se observa en los negociadores argentinos y del Mercosur.
Una cuarta negociación significativa para el comercio exterior
argentino, que es la que se realiza con México en el marco de lo
ya acordado por el Mercosur, debería culminar en plazos relativamente
cortos, al menos en la previsión de los equipos negociadores del
actual gobierno argentino.
Conforme a los cronogramas formalmente aprobados y tal como se ha señalado
en notas anteriores, tres reuniones tendrán un carácter
decisivo en cuanto a la posibilidad de culminar las negociaciones encaradas
en los tres principales frentes, simultáneamente hacia fines del
próximo año. Se trata de la reunión ministerial de
la OMC en Cancún, en setiembre próximo; la ministerial del
ALCA, en Miami, en noviembre próximo, y de la reunión ministerial
entre la Unión Europea y el Mercosur, en lugar y fecha aún
no precisada, pero probablemente en el tercer trimestre de este año.
Esta última, en realidad, será una reunión en la
que participarán Ministros por parte del Mercosur, y los Comisarios
a cargo de Relaciones Exteriores y de Comercio Internacional, por parte
de la Comisión Europea. Es probable que se realice en Bruselas.
Se observan tres fuentes de incertidumbres con respecto al futuro de
las negociaciones y al resultado de las reuniones ministeriales.
La primera tiene que ver con los efectos de la guerra en Irak, tanto
en las relaciones transatlánticas entre la Unión Europea
y los Estados Unidos, como en la propia Unión Europea, e incluso
en el clima de las relaciones entre los Estados Unidos y los países
latinoamericanos. El temor en este plano es el que se pudiera debilitar
el recurso a los mecanismos multilaterales también en el plano
del comercio internacional, fortaleciéndose en cambio, la propensión
al unilateralismo y, en definitiva, a un mayor proteccionismo.
La segunda tiene que ver con las marcadas dificultades para llegar a
consensos razonables en las negociaciones agrícolas en la OMC,
y ello puede repercutir tanto en las negociaciones del ALCA y, en particular,
en las de la Unión Europea con el Mercosur. Pero también
se observan disidencias conceptuales significativas, particularmente entre
los Estados Unidos y el Mercosur, con respecto a los alcances y a la arquitectura
del ALCA.
La tercera incertidumbre, tiene que ver con la construcción del
Mercosur y los interrogantes principales están concentrados, por
el momento, en la estrategia que seguirá al respecto el nuevo gobierno
argentino, a partir del 25 de mayo.
En cuanto a la primera fuente de incertidumbre, los efectos de la guerra
de Irak, sigue siendo prematuro extraer conclusiones ciertas. Entre otras
razones, dos pueden destacarse para explicar la cautela en cuanto a los
escenarios futuros: aún no está claro si el conflicto ha
llegado a su fin o si, por el contrario, continuarán desarrollándose
nuevos hechos que aumenten tensiones y disidencias en las relaciones transatlánticas
e intra-europeas; tampoco resulta claro el impacto que los recientes acontecimientos
tendrán en el comportamiento de la economía mundial.
El escenario más probable sin embargo, es que tanto los Estados
Unidos, como la Unión Europea, intentarán de preservar los
actuales esfuerzos en dirección al cumplimiento del Programa de
Doha, como parte de un esfuerzo más amplio para restaurar las instituciones
multilaterales luego de las evidentes fracturas producidas como consecuencia
de la guerra.
Un indicador significativo en tal sentido, lo constituye un reciente
artículo en el Financial Times (7 de abril, página 13),
de los negociadores americanos Robert Zoellick (USTR) y Ann Veneman (Agricultura).
Si bien el artículo está concentrado en la cuestión
agrícola en el marco de la OMC -especialmente con respecto al punto
de disidencia principal en el Comité de Agricultura, que impidió
que se cumpliera el plazo previsto del 31 de marzo para la definición
de modalidades y alcances de la negociación, y que es el de los
subsidio a las exportaciones y el de las medidas de apoyo a la producción-,
su alcance es precisamente rescatar la necesidad política de lograr
un acuerdo entre los Estados Unidos y la Unión Europea, e incluso
el Japón. El párrafo final tiene un claro significado político
sobre el valor estratégico de un entendimiento de la "triada"
en la construcción de un mundo de paz y progreso. Señalan
que en los últimos cincuenta años, la reconstrucción
y el crecimiento de Europa y de Japón resultó del liderazgo
de los Estados Unidos en la reducción de barreras al comercio de
bienes y agregan: "ahora necesitamos que la Unión Europea
y el Japón se sumen a nosotros en la expansión de la prosperidad
proveyendo un trato equivalente a los mercados mundiales para la agricultura
y los servicios". Este artículo publicado en los días
claves del conflicto en Irak, estaría reafirmando la voluntad política
de la administración del Presidente Bush, de continuar impulsando
las negociaciones multilaterales.
En el plano de las relaciones hemisféricas también pueden
observarse efectos de las disidencias producidas por la guerra de Irak.
Uno de los efectos más notorios, ha sido el de generar dudas sobre
la aprobación del acuerdo de libre comercio entre los Estados Unidos
y Chile. Se ha mencionado tanto la posibilidad que la administración
Bush demore la presentación del acuerdo al Congreso, e incluso
que en este ámbito repercuta negativamente el hecho que Chile no
hubiera apoyado a Washington en el Consejo de Seguridad. Ha habido una
declaración de Bob Zoellick que da lugar a tal interpretación.
Sin embargo el gobierno de Chile ha desestimado tales posibilidades. Por
el momento, el hecho concreto es que ya se han difundido tanto en la página
Web del USTR, como en la de la Cancillería chilena el texto completo
del acuerdo, en inglés y en español. También en este
plano es razonable imaginar un escenario de absorción gradual de
las disidencias pasadas y, si así fuera, el acuerdo entraría
en vigencia aún este año. Nada indicaría, por el
momento, que como consecuencia del conflicto bélico y de sus secuelas,
pudieran afectarse las negociaciones del ALCA. Sin embargo, habrá
que seguir con atención el futuro desarrollo de las relaciones
de Washington con el gobierno de Lula, así como la estrategia que
seguirá al respecto el nuevo gobierno argentino. El hecho que Bob
Zoellick hubiera mantenido una reunión de trabajo con el Ministro
de Haciendo del Brasil, Antonio Palocci -a quien se lo indica como partidario
de avanzar en las negociaciones comerciales con los Estados Unidos-, en
ocasión de su reciente visita a Washington, en la que el tema central
hubiera sido el ALCA, confirma la impresión ya mencionada de que
el negociador americano está fuertemente comprometido a su impulso
por parte de los dos países que comparten el ejercicio de la Presidencia
de las negociaciones hemisféricas.
El planteamiento de los negociadores americanos en el mencionado artículo
en el Financial Times, tiene relación directa con la segunda fuente
de incertidumbre, que es precisamente la que resulta de la imposibilidad
de cumplir los plazos de Doha en materia de negociaciones agrícolas.
Ello torna más difícil llegar a un acuerdo en Cancún
y acrecienta fuertemente la responsabilidad política de todos los
negociadores y del Director General de la OMC. Las posiciones de todas
las partes se mantienen. En particular la Argentina y el Brasil, han reiterado
que sin progresos en materia agrícola no habrá posibilidad
de concluir con éxito las negociaciones iniciadas en Doha. Lo que
se observará ahora es una carrera contra reloj para permitir resultados
en Cancún. Las disidencias políticas internas en la Unión
Europea como consecuencia de la guerra y la incorporación de los
nuevos países miembros, tornan aún más difícil
imaginar fórmulas que permitan finalmente articular consensos razonables.
También en relación al ALCA se mantienen las disidencias
de fondo con respecto a su alcance y a su arquitectura. La visión
americana se inclina a una negociación diferenciada por países
o grupos de países. La del Mercosur, por el contrario, se inclina
por una zona de libre comercio en que las negociaciones resulten de ofertas
similares para todos los países, sin perjuicio del tratamiento
especial para los países de menor desarrollo. En la reunión
del Comité de Negociaciones, celebrada en Puebla, México,
del 7 al 10 de abril, no parecería haberse resuelto esta diferencia
de fondo. Otra diferencia significativa es en cuanto a las modalidades
de negociación en servicios. Los Estados Unidos proponen el método
de listas negativas (sólo los específicamente mencionados
no son objeto de apertura), en tanto que el Mercosur, se inclina por el
de listas positivas (sólo son abiertos los específicamente
mencionados). En cuanto a los subsidios a las exportaciones debe aún
acordarse cómo se procederá a su eliminación. Son
cuestiones que deberían resolverse en las próximas reuniones
del Comité de Negociaciones Comerciales, previas a la ministerial
de Miami.
Finalmente la tercera fuente de incertidumbre, tiene que ver con la futura
construcción del Mercosur. Como se ha señalado en otras
oportunidades, todo indica que los cuatro gobiernos de los países
socios y sus opiniones públicas, siguen atribuyendo valor al Mercosur
como idea estratégica. Es decir, que se le sigue atribuyendo valor
alto al hecho que en la subregión, incluyendo en ella a Chile y
Bolivia, se haya consolidado un área de paz y se pueda desarrollar
gradualmente, un espacio común de dimensión política
y económica, que permita mejor competir y negociar a escala global
y regional. También existe un claro reconocimiento al carácter
inevitable de la interdependencia en ese espacio común, resultante
de la proximidad geográfica y del creciente tejido de intereses
comunes desarrollados a partir de los pactos bilaterales entre la Argentina
y el Brasil en los años 80 y luego por la creación del Mercosur.
Lo que no se han podido concretar aún son medidas que permitan
fortalecer las reglas de juego del Mercosur, tornándolas suficientemente
previsibles como para incidir en las decisiones de inversión de
las empresas. En los últimos meses ha sido reafirmada la voluntad
política de continuar en la dirección estratégica
definida por el Tratado de Asunción. Incluso se han impulsado nuevas
iniciativas de tipo sectorial, como es la de los foros de competitividad.
En abril los responsables ministeriales del área de la industria
y la producción, pusieron en funcionamiento el primer foro en el
sector de la madera y los muebles. Algunos de los conflictos comerciales
existentes han sido encaminados hacia negociaciones entre los propios
empresarios, estimuladas por los respectivos gobiernos. Otros conflictos,
como es el caso del azucar, incluso han adquirido más actualidad,
en particular por la aprobación de la ley por parte del Congreso
argentino.
Teniendo en cuenta el desarrollo de las negociaciones comerciales hemisféricas
en el ALCA e interregionales con la Unión Europea, el cómo
se continúa con la construcción del Mercosur ocupará
un lugar privilegiado en la agenda del próximo gobierno argentino.
Su calidad jurídica e institucional; los alcances y modalidades
de su arancel externo común; la conciliación entre flexibilidad
en sus instrumentos con los niveles de previsibilidad que requieren los
inversores, serán algunas de las cuestiones prioritarias a resolver.
Mucho dependerá del grado de acuerdo que se desarrolle entre los
gobiernos de la Argentina y del Brasil, con respecto a estas cuestiones
y, en particular, con respecto a la articulación entre las estrategias
de desarrollo del Mercosur y las de las negociaciones comerciales con
los Estados Unidos, con la Unión Europea y en la OMC.
|