En todos los frentes negociadores en los que participa la Argentina,
se observa una fuerte dinámica. Ella debería intensificarse
en los próximos meses. Sin embargo, es difícil prever aún
cómo incidirán en las negociaciones comerciales en curso,
los efectos del conflicto de Irak y de las significativas disidencias
que se observan, al respecto, entre los principales países de la
alianza atlántica. En el pasado, al menos, los tiempos de guerra
no han sido compatibles con los esfuerzos de construcción de un
sistema internacional, basado en la idea de cooperación económica
y en el predominio de reglas de juego pactadas entre las naciones.
En el análisis incluido en esta nota estamos asumiendo entonces,
que no habría necesariamente un efecto negativo de la posible evolución
de la situación internacional en el plano político y de
la seguridad, sobre el desarrollo de los objetivos de fortalecimiento
del sistema multilateral del comercio internacional, más concretamente,
sobre la evolución de las negociaciones abiertas en el marco de
la Organización Mundial del Comercio por el Programa de Doha.
Lo que sí parece claro, es que un fracaso de las negociaciones
en la OMC, cualesquiera que fueran los motivos que lo produzcan, podría
complicar seriamente las negociaciones comerciales hemisféricas
en el ALCA, e interregionales entre el Mercosur y la Unión Europea.
Sin perjuicio de la incidencia de factores políticos en el eventual
fracaso, lo cierto es que el panorama del componente agrícola de
tales negociaciones, no aparece despejado luego de la reciente reunión
del Comité de Agricultura en Ginebra. Incluso se observa un endurecimiento
de la posición europea con respecto a los esfuerzos de su Presidente,
el Embajador Stuart Harbinson (ver el anterior informe en el Newsletter
del mes de febrero), para lograr el consenso en torno a las modalidades
de la negociación de nuevos compromisos en relación a la
agricultura. Los Estados Unidos y el Grupo Cairns consideran que el informe
Harbinson es una base para negociar. No así la Unión Europea
y otros países. El plazo del 31 de marzo para su aprobación,
aparece ahora fuertemente comprometido. Si no se puede cumplir tal plazo,
se introducirá un elemento de crisis significativa en las negociaciones
multilaterales y se hará más difícil aún llegar
a la reunión ministerial de la OMC, a realizarse en Cancún
en septiembre próximo, en condiciones de evitar su fracaso.
Los países del Mercosur, entre otros, han sido muy claros en el
sentido que sin avances en el plano agrícola no habrá posibilidad
de progresar en las negociaciones a fin de concluirlas, tal como fuera
previsto en Doha, antes del 1º de enero de 2005. El espectro de un
Seatle-II -que evoca el fracaso de la OMC en noviembre de 1999- está
instalándose gradualmente entre los negociadores y los especialistas.
Mientras tanto, se sigue avanzando en el cronograma previsto para las
negociaciones del ALCA y para las del Mercosur con la Unión Europea.
En el marco del ALCA, todos los países han presentado sus ofertas
negociadoras. Deberán ellas ser perfeccionadas antes del 15 de
junio y el 15 de julio, comenzará la etapa de la negociación
de las ofertas revisadas. Luego en noviembre, en Miami, a nivel ministerial
podrá efectuarse una apreciación de la posibilidad de concluir
las negociaciones hemisféricas en los plazos originalmente previstos.
Los países del Mercosur han considerado que la oferta de los Estados
Unidos es insuficiente y discriminatoria. Insuficiente, pues sólo
alcanza en el caso del Mercosur, en la etapa inicial, al 50% del comercio
en bienes agrícolas y al 58% en bienes industriales. Además
no incluye la cuestión de los subsidios agrícolas -tanto
a la exportación como a la producción-, ni la de las políticas
e instrumentos de defensa comercial. Ambas cuestiones son reenviadas al
ámbito de la OMC. Discriminatoria, pues -tal como se había
anticipado- la oferta tiene para la etapa inicial de liberalización
arancelaria, alcances diferenciales a favor de los países del Caribe,
de Centroamérica y Andinos -en ese orden- y menos favorables para
los del Mercosur.
A su vez, los países del Mercosur sólo han efectuado su
oferta en materia de bienes -unificada para todo el universo arancelario,
en plazos de desgravación de hasta 15 años y válida
para todos los países participantes en las negociaciones, alcanzando
en la etapa inicial al 20% del comercio originado en el Hemisferio, lo
que representa unos 25.000 millones de dólares de promedio en el
período 1998-2000-, debiendo presentar aún sus ofertas en
servicios, compras gubernamentales e inversiones. Sin embargo, Uruguay
y Paraguay, incluyeron en sus ofertas los servicios, con el argumento
que no existen aún compromisos intra-Mercosur que estén
vigentes. Es decir que el Mercosur no ha podido presentar en esta oportunidad
un frente unido. Por lo demás, la oferta inicial del Mercosur en
materia de bienes, tienen condicionalidades, entre otras la posibilidad
de aplicar salvaguardias temporales para proteger la "industria naciente".
Antes del 15 de abril, el Mercosur deberá presentar su arancel
de base para las negociaciones, que se estima será el actual arancel
externo común con un máximo del 20% como techo.
En el marco de las negociaciones con la Unión Europea, el Mercosur
en cambio ha presentado una amplia oferta negociadora en materia de bienes.
Se trata de la oferta revisada con respecto a la planteada originalmente
en 2001, en tanto que en el caso del ALCA se efectuó sólo
la oferta inicial.
En la oferta original del Mercosur, sólo el 33% del valor del
comercio inter-regional había sido incluido. En la oferta revisada
ese porcentaje alcanza el 83.5%, a ser liberado en tres tramos en un plazo
de diez años. La oferta cubre 8.042 posiciones arancelarias, que
entre 1998 y 2000 alcanzaron un promedio anual de importaciones de origen
europeo de aproximadamente 23.000 millones de dólares. Los productos
reservados para su desgravación en un plazo superior a los diez
años, incluyen algunas autopartes y electrónicos, bienes
de capital, productos siderúrgicos, aluminio y también productos
agrícolas. La oferta revisada del Mercosur ha sido bien recibida
por la Comisión Europea, en el sentido de considerar que ella refleja
una real voluntad negociadora.
A su vez, la Unión Europea ha efectuado leves mejoras en su oferta
negociadora inicial. Ahora prevé la liberalización del 91%
de las exportaciones del Mercosur a la Unión Europea, en un plazo
también de diez años.
En ambos casos, el detalle relevante está en los productos excluidos
que serán liberalizados luego de los diez años y en el alcance
real de las ofertas, tan pronto se consideran medidas no arancelarias
que inciden en el acceso efectivo a los respectivos mercados. Con respecto
a las ofertas en servicios, compras gubernamentales e inversiones, deberán
ser presentadas antes del 30 de abril próximo.
La IX Reunión del Comité de Negociaciones, que se realiza
entre el 17 y el 21 de marzo en Bruselas, permitirá apreciar las
posibilidades de lograr nuevos avances antes de la reunión ministerial
prevista para el último trimestre del año -no se ha fijado
aún ni el lugar ni la fecha exacta, pero en todo caso será
luego de la ministerial de Cancún de la OMC-. Asimismo, el sector
empresario de ambas regiones, tendrá su reunión plenaria
en el marco del Foro Empresarial Mercosur-Unión Europea (MEBF),
en fecha y lugar a determinar, antes de la citada reunión ministerial.
Una de las cuestiones que examinarán los empresarios, será
la de los avances logrados en relación al programa de facilitación
de negocios, que fuera aprobado -a propuesta del MEBF- en la última
Cumbre Unión Europea-Mercosur, realizada en Madrid en mayo de 2002.
Una cuestión central en las negociaciones en curso, será
la de las condicionalidades que el Mercosur ha incluido en su oferta en
materia de bienes, tanto en lo que se refiere a la protección de
la "industria naciente", como con respecto a otras salvaguardias
que podrían aplicarse. Pero en particular, las condicionalidades
hacen referencia al alcance de la oferta europea en relación a
los subsidios agrícolas y a la política antidumping. Asimismo,
el Mercosur insistirá en la inclusión de los derechos específicos
y no sólo los ad-valorem, y en la eliminación gradual de
las cuotas que Bruselas querrá mantener en relación a productos
agrícolas sensibles, como carnes, azucar y aceites. Otros puntos
delicados en la negociación, serán los vinculados con los
denominados picos arancelarios que afectan productos de exportación
del Mercosur, los de los precios de referencia que aplica la Unión
Europea y que afectan las exportaciones originadas en el Mercosur, y los
de las restricciones sanitarias y fitosanitarias.
En concreto, tras la presentación de las ofertas revisadas, a
partir de la citada reunión del Comité de Negociaciones
en Bruselas, comienza la etapa dura de la negociación comercial
entre el Mercosur y la Unión Europea.
En otro frente negociador significativo para la Argentina, se han efectuado
progresos. En efecto, entre el 25 y 27 de febrero, se realizó en
Buenos Aires la tercera rueda de negociaciones con México. Se desarrollan
en el ámbito de una normativa del Mercosur, que autoriza a los
socios a encarar negociaciones bilaterales con México en un marco
común para todo el Mercosur.
Con México, se ha concluido el primer borrador de acuerdo que
trata las cuestiones normativas (en particular, solución de controversias,
compras gubernamentales, salvaguardias, servicios, inversiones, medidas
sanitarias y fitosanitarias). Las listas de productos con cronogramas
de desgravación arancelaria, serán intercambiadas hacia
el 28 de marzo. La cuarta rueda de negociaciones se realizará en
abril, en México. La intención de ambos gobiernos es cerrar
el acuerdo en plazos cortos. También en esta negociación
la cuestión agrícola presenta dificultades que, eventualmente,
pueden ser serias y complicar la conclusión del acuerdo.
Tres conclusiones, de interés para las empresas, pueden extraerse
de los desarrollos recientes en los distintos frentes negociadores.
La primera, es que se ha entrado en una fase decisiva en cada una de
las negociaciones, sin que sea posible aún prever el alcance de
los resultados a obtener, ni si los cronogramas podrán cumplirse.
La suerte de la negociación en la OMC, condicionará a los
frentes negociadores en el ALCA y con la Unión Europea. Pero hasta
tanto no quede claro si los plazos podrán cumplirse, lo cierto
es que en la presentación y revisión de las ofertas negociadoras,
se están delineando las futuras condiciones de acceso a los respectivos
mercados. En particular, para cada empresa, lo importante es saber en
cuál de las respectivas "canastas" de liberalización
arancelaria (inmediata, a cinco años, a diez años o más),
estarán los productos de su interés. Y en relación
a los productos agrícolas, en particular, lo importante será
conocer cuáles serán los compromisos que se asumirán
en materia de acceso efectivo a los mercados, y en materia de subsidios
a la exportación y a las medidas de apoyo interno a la producción.
También será importante seguir de cerca la evolución
de las negociaciones en materia de medidas de defensa comercial, es decir,
en materia de anti-dumping y derechos compensatorios, y en materia de
salvaguardias.
La segunda conclusión, es que habrá que contemplar escenarios
alternativos a los originalmente imaginados por los negociadores. Ello
es más importante en el caso del ALCA. Como se ha señalado
en otra oportunidad, la cuestión es saber si finalmente será
factible concluir en los plazos previstos, con la creación de una
zona de libre comercio, en el sentido del artículo XXIV del GATT-1994,
o si por el contrario, el ALCA será el marco común para
una red de acuerdos de libre comercio, de alcance bilateral o plurilateral,
como los que ya han concluido los Estados Unidos, con México y
más recientemente, con Chile (acuerdo que aún no ha sido
firmado y que deberá luego ser ratificado por los respectivos Congresos).
En el largo plazo, esta segunda opción permitiría converger
hacia una zona de libre comercio hemisférica. En la perspectiva
de este último escenario, cobra actualidad la idea de entablar
una negociación bilateral entre el Mercosur y los Estados Unidos,
dentro del formato "4+1". Incluso este formato podría
responder al precedente que se ha establecido, tanto en las negociaciones
del Mercosur con México como con la Comunidad Andina, en la que
cada socio negocia bilateralmente, pero en el ámbito de un marco
común establecido por el propio Mercosur. No es un formato que
pueda en este momento ser descartado por completo.
Finalmente, la tercera conclusión es que más allá
de lo que ocurra en los respectivos frentes negociadores, el país
y sus empresas deberán acentuar significativamente sus esfuerzos
de competitividad global y regional, para lo cual es fundamental crear
condiciones internas de estabilidad y previsibilidad, que permitan efectuar
inversiones y trazar estrategias de penetración de terceros mercados,
aún en el caso de que las respectivas negociaciones fracasen o
no obtengan sus plenos resultados. Las negociaciones comerciales internacionales,
no sustituyen la necesidad de tal esfuerzo. Incluso los suponen. Su ventaja,
de concluirse exitosamente para los intereses nacionales, sería
en todo caso el de potenciarlos.
|