Los pronósticos tienden a ser pesimistas. Con frecuencia protagonistas
y analistas manifiestan dudas -incluso fuertes-, respecto de que las actuales
negociaciones comerciales en la Organización Mundial del Comercio
puedan concluir dentro del plazo previsto en la Conferencia Ministerial
de Doha (noviembre 2001), esto es, antes del 1° de enero de 2005.
Prevalece al respecto un clima de incertidumbre.
Las dificultades para articular acuerdos razonables en relación
al comercio de productos agrícolas, son las principales razones
que fundamentan una visión relativamente pesimista. No son las
únicas. Por el contrario, las posiciones e intereses divergentes
entre los 145 países miembros de la OMC, abarcan prácticamente
todos los temas de Doha.
Las negociaciones van a ser complejas, tanto en los temas que ya figuran
explícitamente incorporados al Mandato de Doha -es decir sobre
los cuáles ya hay consenso de negociar- como son, entre otros,
el acceso a los mercados de bienes no agrícolas; la agricultura;
los aspectos de la propiedad intelectual relacionados con el comercio;
las reglas sobre comercio (anti-dumping y subsidios); los acuerdos regionales;
la solución de controversias, como en los temas en los que habría
que aprobar las modalidades de negociación o definir si se incorporarán
a la agenda negociadora, en ambos casos mediante consenso explícito
de la Conferencia Ministerial a realizarse en Cancún, en septiembre
próximo -relación entre comercio e inversiones; interacción
entre el comercio y las políticas de competencia; la transparencia
en las compras gubernamentales; comercio y medio ambiente; comercio electrónico,
facilitación de comercio-.
Incluso, algunos analistas opinan que sólo en Cancún podrá
apreciarse la posibilidad de enhebrar a tiempo, acuerdos que compensen
los intereses divergentes en relación a los diferentes temas que
integran la actual agenda o una agenda ampliada. Esto puede ser particularmente
cierto con respecto a la cuestión agrícola, donde se visualizan
mayores dificultades de encontrar puntos de equilibrio, si es que no se
introducen elementos de compensación en otros temas de particular
interés, por ejemplo, de la Unión Europea, como son los
que, eventualmente, deberían incorporarse por consenso a la agenda
negociadora en Cancún. Pero, ¿podrán ser ellos incorporados
si es que no hay certeza de que es posible avanzar significativamente
en las negociaciones agrícolas?. Es una pregunta que tiene mucho
que ver con estrategias y tácticas negociadoras de los principales
protagonistas -y de la evolución de sus respectivos frentes internos-,
y que quizás sólo pueda responderse al culminar la Conferencia
Ministerial de Cancún.
El clima de incertidumbre sobre las negociaciones, se reflejó
en la reunión "miniministerial" que nucleó a 21
países y a la Unión Europea en Tokio, entre el 14 y 16 de
febrero. Una anterior se había realizado en Sydney, en noviembre
pasado. Son reuniones informales en las que participan protagonistas significativos
del proceso negociador. Brasil participó con tres Ministros. La
Argentina no fue invitada, como tampoco lo fuera a la anterior en Sydney.
Por cierto, los negociadores de los EEUU (Robert Zoellick) y de la Unión
Europea (Pascal Lamy) fueron quienes concentraron mayor atención.
Pero no fueron los únicos. Los dueños de casa tenían
mucho que opinar, ya que el Japón es a la vez uno de los países
con mayor participación en las importaciones mundiales de productos
agrícolas (ocupa el tercer lugar, con un 9.6% del total e importa
el 60% de los alimentos que consume) y practicante del proteccionismo
selectivo. El arroz, por ejemplo, tiene un arancel del 490%. De allí
que el "sushi" fue visto por algunos periodistas, como uno de
los símbolos de la reciente "miniministerial".
La agricultura fue el tema central de la reunión de Tokio. Pocos
días antes el Presidente del Comité de Agricultura de la
OMC (ámbito en cuál se desarrollan las negociaciones agrícolas),
Embajador Stuart Harbinson, presentó un primer texto conteniendo
una aproximación de modalidades para la negociación de nuevos
compromisos. Conforme a lo acordado en la Conferencia Ministerial de Doha
-donde fuera aprobada la Declaración que contiene el Programa para
las negociaciones-, las modalidades para los nuevos compromisos en agricultura,
deberán ser consensuadas antes del 31 de marzo de este año.
La secuencia común en este tipo de negociaciones comerciales es,
precisamente, primero acordar negociar y definir la agenda negociadora
(lo que se hizo en Doha), luego acordar las modalidades de negociación
(que es lo que en materia agrícola debe efectuarse antes del 31
de marzo) y, finalmente, negociar las concesiones recíprocas que
los países están dispuestos a otorgarse (que es lo que hay
que concluir antes del 1° de enero de 2005).
La definición de las modalidades implica, entonces, establecer
las metodologías -guías para negociar y objetivos a alcanzar-
por las cuales se deberían obtener los compromisos en los tres
pilares básicos de la negociación agrícola, que son:
el acceso a los mercados; la competitividad de las exportaciones y los
apoyos domésticos. Las modalidades -por ejemplo, cómo calcular
las reducciones arancelarias y sobre qué bases se aplica la reducción
y eliminación de los subsidios- condicionan de una manera importante
las propias negociaciones. De ahí que sea una cuestión en
la que es tan difícil enhebrar un consenso.
Recordemos que de lo que se trata en estas negociaciones, es precisamente
el acordar por consenso -simultáneamente en todos los temas de
la agenda negociadora, conforme al principio del "single undertaking",
según el cuál nada está acordado, hasta que no esté
todo acordado-, reglas de juego y compromisos vinculantes, que los países
miembros de la OMC están dispuestos a cumplir en función
de su propio interés nacional y de la reciprocidad de intereses
resultante de las negociaciones. Por ejemplo, en 1994, en la Rueda Uruguay,
se acordó por consenso la creación de la OMC y una serie
de instrumentos, entre ellos, el Acuerdo sobre Agricultura (ver todos
los textos y demás documentación, en www.wto.org).
Significó un progreso fuerte con respecto al período anterior
del GATT, en el cuál los productos agrícolas estaban de
hecho prácticamente excluidos. Los resultados de las negociaciones
comerciales fueron incorporados a la Lista de cada país, que figura
como anexo al Protocolo de Marrakech, que a su vez es un anexo del texto
del GATT-1994. Los compromisos específicos que asume cada país
frente a los demás, son los que figuran en su respectiva Lista.
Tanto el incumplimiento de las reglas generales -por ejemplo, las del
GATT-1994-, como de los compromisos específicos de cada país
que se incluye en su Lista de concesiones, es lo que habilita a otro país
miembro que se considera afectado, a recurrir al mecanismo de solución
de controversias. La intervención primero de un panel y luego,
eventualmente, del Órgano de Apelación, puede dar lugar
a un pronunciamiento en el que, de constatarse la violación, se
habilite al país afectado a aplicar represalias comerciales. La
Argentina acaba de perder una disputa planteada por Chile en relación
a salvaguardias aplicadas a los duraznos en conserva. Es este carácter
"rule-oriented", lo que explica el peso actual de la OMC en
las relaciones comerciales internacionales y en el condicionamiento de
las políticas comerciales externas de todos los miembros. De ahí
la necesidad de prestar fuerte atención a lo que se negocia hoy
en su ámbito, pues tendrá un impacto significativo en la
participación futura de la Argentina en los flujos de comercio
e inversión a escala global así como en sus políticas
públicas, especialmente las vinculadas al comercio exterior.
El texto de Harbinson no conformó plenamente a nadie. Ello es
normal en este tipo de negociaciones. Lo que hizo el Presidente del Comité
de Agricultura, fue presentar una primera aproximación a los que
podrían ser puntos de convergencia entre intereses y posiciones
aún muy distantes entre sí. A pesar de recibir fuertes críticas
de unos y otros -, el texto logró ser calificado en Tokio como
un "catalizador". En una palabra, si bien aún no se lo
ha aceptado como el documento de trabajo que permitiría articular
un consenso -requisito indispensable para adoptar una decisión
en la OMC-, se le pidió que continuara trabajando y presentara
una nueva versión a inicios de marzo. El texto de Harbinson será
ahora analizado por todos los miembros de la OMC en la próxima
reunión del Comité de Agricultura, a realizarse entre el
24 y 28 de febrero. Sus resultados le permitirán preparar un nuevo
texto para ser considerado y, eventualmente, aprobado, en la sesión
del Comité del 25 al 31 de marzo.
¿Cuáles son los principales elementos del texto de Harbinson?.
Se articulan en torno a dos ejes: la ampliación del acceso a los
mercados y la reducción sustancial de los subsidios, a la exportación
y a la producción, en los cuales los países industrializados
gastan alrededor de un billón de dólares por día.
Básicamente propone la eliminación de los subsidios a la
exportación en un plazo de nueve años, a través de
reducciones parciales en plazos más cortos; nuevas disciplinas
en materia de créditos a la exportación y ayuda alimentaria;
la reducción de 60% para los aranceles a la importación
que aplican los países desarrollados cuando ellos son superiores
al 90%; del 50% cuando van del 15 al 90%, y del 40% para las tarifas inferiores
al 15%, y la reducción en cinco años del 60% del monto de
los subsidios domésticos (el Monto Global de Ayuda) que distorsionan
el comercio (la denominada "caja ambar") y, en cinco años,
del 50% de los pagos directos en el marco de los programas de limitación
de la producción (la denominada "caja azul"). La propuesta
contiene otros elementos significativos, pero los mencionados son los
más relevantes.
Por cierto que las reacciones públicas de los principales protagonistas
de la negociación agrícola fueron fuertes, sea considerando
la propuesta como "insuficiente" o como "inaceptable".
Camino en la buena dirección en subsidios a las exportaciones;
insuficiente en la eliminación de medidas de ayuda interna, y también
insuficiente en acceso a mercados (por ejemplo, no permite solucionar
el problema de los picos arancelarios, que tornan imposible entrar a algunos
países industrializados con determinados productos agrícolas),
serían las primeras reacciones que se observan en países
del Grupo Cairns, entre otros, la Argentina y el Brasil. En el otro extremo,
desequilibrado e inaceptable, fueron los primeros comentarios formulados
por los negociadores de los bloques o países más proteccionistas
en el comercio agrícola y con mayores subsidios, en particular
la Unión Europea y el Japón. Un problema puede provenir
de las dificultades internas en la Unión Europea de conciliar intereses
divergentes entre sus socios, y de absorver el impacto de la incorporación
de nuevos miembros en el 2004, varios de los cuáles tienen interés
en preservar las ayudas y el proteccionismo resultantes de la política
agrícola común.
Difícil es imaginar un resultado exitoso de las negociaciones
de la OMC, al menos en los plazos estipulados, si no se produce un sustantivo
avance en relación a la agricultura. No sólo los países
del Mercosur han sido claros al respecto. También lo han sido los
Estados Unidos. Por lo demás, un estancamiento o fracaso de las
actuales negociaciones, tornaría muy difícil avanzar en
el ALCA -en la medida que para los Estados Unidos, en particular la cuestión
de los subsidios a las exportaciones agrícolas en sus negociaciones
con los países del Mercosur, depende de un acuerdo con la Unión
Europea en la OMC- y, más aún, en la negociación
del Mercosur con la Unión Europea.
De allí la importancia de seguir con atención los progresos
que puedan lograrse en las próximas semanas en la definición
de las modalidades de las negociaciones agrícolas en la OMC. Con
la creación del Instituto de Negociaciones Agrícolas Internacionales
(INAI) -emprendimiento conjunto de las Bolsas de Cereales de Buenos Aires
y Bahía Blanca, la Bolsa de Comercio de Rosario y CIARA, entre
otras instituciones (www.inai.org.ar)-,
el sector rural de la Argentina cuenta con un ámbito especializado
en el seguimiento de estas negociaciones comerciales, desde la perspectiva
de sus propios intereses.
Dos próximas reuniones ministeriales serán la oportunidad
para clarificar las incertidumbres existentes en torno a las negociaciones
en la OMC y también las del ALCA. Ellas son la de la OMC en Cancún
-México-, en septiembre próximo, y la del ALCA, en Miami,
en noviembre próximo. Sería prematuro pronosticar el fracaso
de ambas negociaciones antes de las mencionadas reuniones ministeriales.
Pero también sería difícil mantener algún
optimismo, en cuanto al cumplimiento de los plazos de ambas negociaciones,
si no se logran resultados concretos, primero en Cancún -especialmente
en relación a la agricultura- y luego en Miami.
|