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  Félix Peña

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PASOS SIGNIFICATIVOS EN EL DESARROLLO DEL LIBRE COMERCIO HEMISFÉRICO:
Los viajes de Lula y el acuerdo EEUU-Chile.


por Félix Peña
Diciembre 2002


Los hechos están confirmando lo previsto en esta columna. Tras la aprobación del Trade Promotion Authority (TPA) por el Congreso americano y el triunfo republicano en las elecciones de noviembre, el gobierno del Presidente Bush ha asumido una actitud más activa -incluso agresiva- en la promoción del libre comercio. Lo ha reiterado Robert Zoellick, su negociador comercial, en un artículo publicado en la edición del 5 de diciembre del The Economist -cuyo sugestivo título es: "desatando los vientos del comercio"-, donde su mensaje central es que hoy la cuestión no es saber si el Presidente Bush está comprometido a promover el libre comercio, sino cómo avanzará. Recuerda que los medios han sido planteados con claridad: se negociará en todos los planos -el global, el regional y el bilateral- con quien quiera y esté en condiciones de avanzar. Los EEUU se moverán en múltiples frentes y crearán una nueva dinámica poniendo el libre comercio a la ofensiva.

En tal perspectiva conviene examinar dos hechos recientes: la conclusión del acuerdo de libre comercio con Chile, y las visitas del Presidente electo del Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, a Buenos Aires, Santiago y Washington. Ambos hechos son relevantes en la perspectiva del Mercosur y de las negociaciones con los Estados Unidos -en el ALCA y en el "4+1"-, y también con México y la Comunidad Andina.

El primer hecho destacable, es que el 11 de diciembre se concluyó la negociación del acuerdo de libre comercio entre los EEUU y Chile. Debe ahora ser firmado y luego sometido a la aprobación de los respectivos Congresos. Por el Trade Act 2002, la administración americana deberá notificar al Congreso al menos 90 días antes de la firma del acuerdo. Según Zoellick ello ocurrirá a comienzos del próximo año. Mientras tanto continuarán las consultas con el Congreso sobre aspectos específicos del acuerdo. Puede estimarse que entraría en vigencia hacia el segundo semestre de 2003. Por el tamaño de la economía chilena y la magnitud relativa de su comercio con los EEUU, no cabe esperar dificultades en el Congreso americano. Es un acuerdo que no afecta intereses significativos de los EEUU, especialmente en el sector agrícola.

Fue una negociación larga y compleja. La idea inicial se instaló hacia 1990, cuando se lanzó la Iniciativa de las Américas y se inició la negociación que llevaría al NAFTA. La negociación formal comenzó en diciembre de 2000. Se realizaron 14 ruedas negociadoras con los equipos de ambos lados y la participación en el "cuarto conjunto", de representantes de los respectivos sectores empresarios. En la última rueda negociadora, que duró 9 intensos días, participaron cerca de 90 negociadores, expertos y representantes del sector privado, del lado chileno y 140 del lado americano, incluyendo representantes de 19 agencias gubernamentales. La fase final fue dura y el resultado alcanzado no estaba necesariamente asegurado hasta el mismo día en que se inicialó el acuerdo. En ella participaron directamente la Ministro de Relaciones de Exteriores y el Ministro de Finanzas de Chile, además del Embajador Andrés Bianchi -representante ante la Casa Blanca y prestigioso economista, de larga trayectoria en la CEPAL y en el gobierno de Chile-, y por el lado americano, Robert Zoellick, quien dirige el USTR y es el principal interlocutor comercial de Washington con América Latina y en la OMC, que cuenta con fuerte apoyo del Presidente Bush. Además participaron los dos negociadores del acuerdo. Por el lado de Chile, el Embajador Oswaldo Rosales, Director de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería y hombre de confianza del Presidente Lagos, quien se dedicó prácticamente a tiempo completo a estas negociaciones y por el lado americano, Regina Vago del USTR. Perseverancia y sentido estratégico, organización y plena dedicación profesional, fuerte voluntad política, excelencia técnica y fluido contacto con el sector privado -empresario, sindical y de la sociedad civil-, fueron componentes destacados de la acción chilena, que permitió capitalizar la positiva imagen política y económica del país, y el interés de Zoellick de demostrar que su estrategia negociadora es en serio. Además del acuerdo ya concluido con Jordania, los EEUU avanzan ahora en la negociación con Singapur, y han iniciado negociaciones con Australia, los cinco países centroamericanos, Marruecos y la Unión Aduanera Sudafricana (Africa del Sur, Namibia, Lesotho, Swazilandia y Bostwana), a los que deben agregarse los tratamientos preferenciales otorgados a los países del Caribe y a los de la Comunidad Andina. Chile, por su parte, ha concluido recientemente acuerdos de libre comercio con la Unión Europea y con Corea del Sur, los que se suman a los antes celebrados con México, Canadá y el propio Mercosur.

La evaluación del acuerdo concluido sólo podrá efectuarse cuando se conozca en su totalidad su texto. Sin embargo pueden destacarse ahora sus contenidos principales. Cuando ellos sean plenamente conocidos, podrán evaluarse con más precisión sus impactos en las inversiones y el comercio exterior de Chile, incluyendo sus efectos sobre las exportaciones de la Argentina hacia ese destino y hacia los EEUU, y su significado en la estrategia de desarrollo del libre comercio hemisférico y más concretamente, del ALCA.

Una síntesis de los principales contenidos del acuerdo permite destacar, entre otros, los siguientes:

  • más del 85% del comercio bilateral de bienes de consumo e industriales, estará libre de derechos aduaneros a partir de la entrada en vigencia del acuerdo y el resto lo estará, en su mayor parte, dentro de los siguientes cuatro años;

  • se consolidan los beneficios del Sistema General de Preferencias para productos de origen chileno;

  • productos textiles y vestimenta tendrán arancel cero de inmediato si es que cumplen con las reglas de origen del acuerdo, y habrá un cupo limitado para productos americanos y chilenos que no contengan tejidos o telas de origen de los dos países;

  • en cuatro años se eliminará la tasa al lujo que se aplica en Chile a los automóviles de origen americano, y de inmediato se reducirá el número de vehículos a los que se les aplica la mencionada tasa;

  • se eliminarán los aranceles a la importación de la mayor parte de los productos agrícolas en un plazo de cuatro años y para el resto de los productos, la eliminación de impuestos se efectuará dentro de un plazo de 12 años;

  • se estableció un plazo para la eliminación completa de las bandas de precios que Chile aplica a determinados productos agrícolas;

  • se eliminan los subsidios a las exportaciones agrícolas en el comercio bilateral, y se podrán aplicar medidas compensatorias si se efectúan importaciones con subsidios de un tercer país;

  • se establecen además compromisos -muchos muy innovadores- en relación al comercio de servicios, incluyendo los financieros, seguros y telecomunicaciones; al comercio electrónico; a las inversiones; a la propiedad intelectual; a la política de competencia; a las compras gubernamentales; a las reglas de origen -que serán específicas por productos- y los procedimientos aduaneros; a la entrada temporaria de personal profesional; al medio ambiente y al trabajo, y a la solución de diferendos, asegurándose la transparencia en los procedimientos previstos.

El acuerdo permitirá a las empresas chilenas invertir en función del acceso asegurado al mercado americano. También podrán hacerlo en relación a los otros países con los cuales Chile ha concluido acuerdos de libre comercio, incluyendo el Mercosur. Pro-Chile ya tiene programas de apoyo a la internacionalización de pymes, que planeen aprovechar las oportunidades generadas por la ampliación asegurada de los mercados externos. Por lo demás el acuerdo tendrá otros dos efectos. Por un lado, acrecentará la competencia de productos agrícolas originados en los EEUU, que eventualmente podrán desplazar la oferta argentina en el mercado chileno y mejorará la competitividad en el mercado americano de productos similares a los que puede exportar la Argentina (por ejemplos, frutas y vino). Por el otro, acrecentará el interés de países hemisféricos de concluir las negociaciones del ALCA o de concretar negociaciones de libre comercio con los EEUU. Ya el Perú ha indicado su interés en tal sentido.

El segundo hecho destacable, resulta de las visitas de Lula a Buenos Aires y Washington (además de un rápido paso por Santiago de Chile). Sus pronunciamientos con respecto a la importancia de la alianza con la Argentina, y de un Mercosur multidimensional y abierto a América del Sur, han sido nítidos. Pero también lo ha sido su voluntad de trabajar junto con los EEUU, en torno a una agenda positiva que incluya el desarrollo de un ALCA equilibrado y de ganancias mutuas. Quizás el último párrafo de su discurso en el National Press Club, al culminar su visita a Washington, refleja su idea sobre una nueva era en la relación del Brasil con los Estados Unidos: "en mi primer pronunciamiento tras vencer en las elecciones, dije que presentía el nacimiento de un nuevo Brasil. Vuelvo a mi país convencido de que tendré en el Presidente George W. Bush un importante aliado en esa nueva y decisiva etapa que se inaugura para la nación brasilera". Se entrevistó con Zoellick y aceptó la propuesta de Bush de tener una reunión bilateral a nivel ministerial coordinada por los respectivos Presidentes. Las designaciones de un Canciller experimentado en este tipo de negociaciones (el Embajador Celso Amorim, negoció el Tratado de Asunción y el acuerdo "4+1" -fue coordinador nacional del Brasil, junto con el autor de esta columna por la Argentina-, firmó el Tratado de Ouro Preto, y representó al Brasil, entre otros destinos, en Ginebra), y de un Ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, de gran experiencia empresaria y comercial internacional (Luiz Fernando Furlan, Presidente de Sadia, una de las principales empresas exportadoras del Brasil, y activo participante en las organizaciones empresarias de su país y en mecanismos de cooperación empresaria con los EEUU y con Europa), permiten prever un período de duras negociaciones comerciales en las que participará activamente el Brasil.

Los dos hechos mencionados confirman la tendencia apuntada en esta columna, en el sentido que el 2003 será un año de intensas negociaciones comerciales, simultáneas y complejas, para las cuales nuestro país deberá afinar sus estrategias y su organización. Lo razonable es esperar que, a la vez que se avance en el desarrollo del ALCA, de las negociaciones con la Unión Europea y de las de la OMC, se observará una intensificación del tejido de una densa red de acuerdos de libre comercio, bilaterales y plurilaterales, a escala hemisférica y latinoamericana. El acuerdo entre los EEUU y Chile acelerará esa tendencia. En tal perspectiva deberá colocarse el debate sobre la renovación de los métodos de trabajo del Mercosur. La Cumbre de Brasilia ha dado algunos pasos en la dirección de un fortalecimiento institucional, con la incorporación de una dimensión técnica a su Secretaría y con el perfeccionamiento de procedimientos orientados a lograr una efectiva incorporación de normas a los ordenamientos jurídicos internos. Las negociaciones con los EEUU ocuparán un lugar importante en la agenda de los socios del Mercosur. La hipótesis de una negociación bilateral entre los EEUU y el Brasil, no debe ser descartada. El acuerdo marco de libre comercio entre el Mercosur y México, que permite negociaciones comerciales bilaterales en el marco de disciplinas comunes, podría estar indicando un camino a seguir también en otros casos, en particular, con los EEUU.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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