Como estaba previsto, la reciente reunión ministerial de Quito
ha permitido dar algunos pasos concretos en las negociaciones comerciales
hemisféricas. Sin embargo, aún es incierta la dirección
final en la que avanzará la construcción del ALCA, con respecto
a su formato y a la viabilidad de los plazos establecidos. El hecho que
sea una negociación entre 34 países, de distintos tamaños,
grados de desarrollo e intereses comerciales, contribuye a las dudas existentes
en cuanto al formato final del ALCA. A muchos latinoamericanos les evoca
la experiencia frustante de la ALALC e incluso de la ALADI. Tal experiencia
explica en gran medida, el cambio de metodología de integración
que impulsaran la Argentina y el Brasil, primero con su acuerdo bilateral
de integración (1986) y luego con el Mercosur (1991). Complica
el panorama el hecho que los Estados Unidos, principal economía
del área e impulsor de la idea de integración hemisférica,
ya tenga acuerdos de libre comercio con Canadá y México;
que esté avanzando en negociaciones con Chile y los países
Centroamericanos -sin perjuicio que se extiendan luego a otros países
de la región-, y que ha otorgado significativas preferencias unilaterales,
especialmente a países del Caribe y Centroamérica, y a los
de la Comunidad Andina. A su vez, los países del Mercosur, han
concluido o están avanzando en la negociación de acuerdos
de libre comercio con México y la Comunidad Andina, y otro tanto
han hecho México y Chile. De hecho lo que hoy está emergiendo,
es una compleja red de acuerdos de libre comercio entre los países
que participan del ALCA. Incluso, en Quito, se ha reiterado que tales
acuerdos mantendrán su vigencia en la medida que contengan compromisos
más profundos que los que se logren en el ALCA.
Tras el triunfo republicano en los Estados Unidos, es razonable prever
una enérgica acción del negociador americano, Robert Zoellick,
para impulsar el desarrollo de las negociaciones del ALCA, dentro de las
pautas anunciadas en sus discursos de Washington y de Miami (ver anterior
Newsletter). Pero ¿no será finalmente el ALCA, un marco
heterodoxo que discipline -con un formato de zona de libre comercial en
el sentido del artículo XXIV del GATT-1994- la red de acuerdos
preferenciales entre los países del hemisferio?. Y si ese fuera
el escenario, ¿no será el formato de un acuerdo "4+1"
con los Estados Unidos, el camino que finalmente seguirá el Mercosur,
en la medida que logre superar su actual estancamiento y preserve su identidad
negociadora -y en tal sentido el acuerdo sobre libre circulación
de personas que aprobará la próxima Cumbre del Mercosur,
en Brasilia, el 4 y 5 de diciembre, podría ser un paso en la buena
dirección, una vez que se logre la necesaria ratificación
legislativa-?. Y si el Mercosur continuara con su actual situación
-lo que el ex Presidente Lacalle del Uruguay, denominara con algo de exageración
un "Mercosur de papel"-, no habría que descartar un escenario
en el cual los Estados Unidos negocien acuerdos bilaterales con los socios
del Mercosur y en particular, con el Brasil. No es hoy una hipótesis
descabellada. Un significativo artículo de Moisés Naim instala
la idea en un artículo (Financial Times, septiembre 2, 2002). Otros
formadores de opinión también se han referido a ella, entre
otros Rubens Ricupero, experimentado diplomático de Itamaraty.
Incluso Joao Pedro Stedile, coordinador del Movimiento dos Sem-Terra (MST)
del Brasil, planteó esa posibilidad al reiterar su rechazo al ALCA
y señalar que "si el Brasil tiene intereses comerciales, que
haga un acuerdo bilateral de comercio con los Estados Unidos" (Valor
Economico, 4 de noviembre, 2002). Sin embargo, la posición de Lula,
Presidente electo del Brasil, en relación a la alianza con la Argentina
y al Mercosur, permite prever que negociar a partir del Mercosur, tanto
con los Estados Unidos como con la Unión Europea, será la
primera opción de su gobierno.
Los próximos meses serán cruciales en relación a
estos interrogantes y, en particular, a la interacción entre las
negociaciones hemisféricas y las que, simultáneamente, se
realizan entre el Mercosur y la Unión Europea, y en la Organización
Mundial del Comercio. En el caso del ALCA, la experiencia de la presidencia
conjunta entre los Estados Unidos y el Brasil, será un factor que
deberá ser seguido con atención.
En el ámbito hemisférico, avances e incertidumbres surgen
de la reunión del 1° de noviembre en Quito. Los textos relevantes
(Declaración Ministerial, incluyendo las orientaciones para las
negociaciones y el Programa de Cooperación Hemisférica),
pueden consultarse
aquí. Para una visión oficial argentina sobre los resultados
de Quito, ver el artículo de Martín Redrado, Secretario
de Relaciones Exteriores y Comercio Internacional, "ALCA: las cartas
sobre la mesa", en La Nación, 14 de noviembre, 2002, p.17.
Análisis sobre los resultados de la reunión, en el contexto
de las negociaciones comerciales en las que participa la Argentina, pueden
encontrarse en: Ernesto Liboreiro, "Nos conviene el ALCA", en
Clarín Rural, 16 de noviembre, 2002, p.16, y en Félix Peña,
"El ALCA, frente a un nuevo enfoque", en Suplemento Comercio
Exterior de La Nación, 12 de noviembre, 2002, p.9.
Al menos en tres planos se observan avances. El primero, es el de la
confirmación del cronograma de las negociaciones. Las ofertas negociadoras
iniciales deben concretarse entre el 15 de diciembre y el 15 de febrero
de 2003. La revisión de ofertas y la remisión de solicitudes
para mejorarlas, se realizará entre el 16 de febrero y el 15 de
junio de 2003. Luego, a partir del 15 de julio, se abrirá la etapa
de negociaciones para revisar y mejorar las ofertas presentadas. Durante
el 2003 habrá tres reuniones del Comité de Negociaciones
Comerciales y a final del año, habrá una nueva reunión
Ministerial en Miami.
El segundo plano, es el de la aceptación explícita del
equilibrio en los avances que se logren en cada uno de los componentes
de las negociaciones. En tal sentido los Ministros acordaron ratificar
"la importancia de realizar avances continuos, equilibrados y sustanciales
en todos los ámbitos sujetos a negociación". Es un
punto relevante teniendo en cuenta las dificultades que se perciben para
lograr acuerdos en cuestiones prioritarias para el Mercosur, especialmente
la agricultura y las medidas de defensa comercial (antidumping, derechos
compensatorios y salvaguardias), y a la correlación de los avances
en estos planos, con los que puedan lograrse en la Rueda Doha.
El tercer plano es el del lanzamiento del Programa de Cooperación
Hemisférica (PCH). En la propuesta original del negociador americano,
el alcance de tal instrumento estaba limitado a los países pequeños,
en particular, los de Centroamérica y del Caribe. La versión
aprobada en Quito es más amplia. El Programa "tiene como objetivo
fortalecer las capacidades de aquellos países que buscan asistencia
para participar en las negociaciones, implementar sus compromisos comerciales,
enfrentar los desafíos de la integración hemisférica
y elevar al máximo los beneficios de dicha integración,
incluyendo la capacidad productiva y la competitividad en la región".
Es un objetivo relevante en la medida que se logren articular acciones
concretas de apoyo, con el suficiente financiamiento. Introduce en forma
embrionaria un nuevo enfoque de cooperación económica. Se
supone que el Banco Interamericano de Desarrollo, entre otras agencias
internacionales, tendrá un papel significativo en el desarrollo
y financiamiento de este Programa. Tal como ha sido aprobado el PCH, puede
evolucionar en la dirección de los programas de cooperación
económica que la Unión Europea desarrolla con países
candidatos a incorporarse como miembros plenos o a asociarse mediante
acuerdos de libre comercio (por ejemplo, los Programas Phare, Meda y Tacis).
Ellos cuentan con un apoyo financiero sustancial, y son un instrumento
clave para complementar las negociaciones que distintos países
realizan para acceder o para asociarse con la Unión Europea, con
la necesaria preparación de sus economías y sociedades a
fin de lograr acuerdos viables y con legitimidad social. Responden al
enfoque metodológico que caracterizó la cooperación
americana con Europa Occidental a través del Plan Marshall.
Luego de Quito quedan interrogantes importantes, que requerirán
respuestas en plazos cortos. El principal es el referido al alcance de
las ofertas negociadoras. La cuestión abierta es la de saber si
cada país -o grupo de países en el caso del Mercosur y de
la Comunidad Andina- presentará una lista única para los
34 países que participan del ALCA, o si por el contrario, se presentarán
listas múltiples diferenciadas por países. En Quito la cuestión
no fue resuelta. Los Ministros dijeron que tomaban nota "de la discusión
sobre los métodos para otorgar concesiones arancelarias e instruimos
al Comité de Negociaciones Comerciales a seguir con sus discusiones
sobre principios, incluyendo el de la nación más favorecida
regional, para guiar las negociaciones". Luego se instruyó
al Comité de Negociaciones Comerciales "a examinar el proceso
de presentación de ofertas, con el objeto de verificar los progresos
en las negociaciones de acceso a mercados y evaluar las ofertas en su
conjunto".
Lo cierto es que las negociaciones comerciales internacionales en las
que participa la Argentina, han entrado en un período de fuertes
definiciones. Con razón, el Embajador José Alfredo Graca
Lima, negociador brasilero en las negociaciones con la Unión Europea,
declaró al concluir la reciente reunión del Comité
Birregional de Negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea,
en Brasilia el 14 de noviembre, que "el momento de la verdad para
el Mercosur" será en febrero de 2003, cuando se conozcan a
la vez la oferta negociadora de los Estados Unidos y la oferta revisada
de la Unión Europea (O Estado de Sao Paulo, 15 de noviembre de
2002). En todo caso, los avances en las negociaciones del ALCA y con la
Unión Europea, estarán condicionadas por los que efectivamente
se logren en el ámbito de la OMC, en todos los planos y especialmente
con respecto a la cuestión agrícola.
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