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  Félix Peña

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LAS NEGOCIACIONES COMERCIALES INTERNACIONALES Y EL COMERCIO EXTERIOR ARGENTINO: una agenda densa e inmediata, compleja y relevante para las empresas.


por Félix Peña
Octubre 2002


La agenda de negociaciones comerciales internacionales de la Argentina es, a la vez, densa e inmediata, compleja y relevante para el país y las empresas que aquí operan, sea en la producción de bienes o en la prestación de servicios, sean ellas grandes o pequeñas, internacionales o locales. De allí la importancia de seguirlas con atención y de participar en la formación de las posiciones negociadores nacionales.

Es densa e inmediata, por abarcar simultáneamente diversos frentes de negociación, con múltiples cuestiones significativas y con calendarios de corto plazo. En efecto, la Argentina -a través del equipo negociador que lidera la Cancillería, pero en el que participan otras instancias gubernamentales, especialmente las del actual Ministerio de la Producción- está negociando a la vez, el desarrollo del ALCA -en el que el protagonista central son los Estados Unidos-, el de un espacio de libre comercio trasatlántico con la Unión Europea, y el del Programa de Doha en el ámbito de la OMC. Las negociaciones están programadas para concluir a más tardar a finales del 2004. Pero los calendarios de negociación prevén etapas decisivas de ahora hasta julio del 2003. En este plazo deberán definirse y presentarse, ofertas de negociación en acceso a los mercados de bienes y de servicios, particularmente en el ALCA y con la Unión Europea. Asimismo, deberán terminar de definirse las modalidades concretas de negociación. En la reunión ministerial del ALCA en Quito, el 1° de noviembre, deberán avanzarse definiciones al respecto, siendo la posición del Mercosur, por el momento, diferente a la planteada por los EEUU. La cuestión central es saber si las ofertas se hacen al conjunto de países o país por país. En este último caso, el ALCA se transformaría en una especie de red de acuerdos bilaterales de libre comercio. Pero, a su vez, cómo nuestro país está comprometido a realizar tales negociaciones junto con sus socios del Mercosur, se plantean apremiantes requerimientos en el plano de la definición del arancel externo común a partir del cual se efectuarán las ofertas (en tal sentido son importantes los resultados de la última reunión del Grupo Mercado Común, concluida el viernes 11 de octubre en Brasilia), y de la concreción de otros acuerdos de libre comercio en el ámbito de la ALADI, en particular, con la Comunidad Andina (se intenta concluir antes de fin de año) y con México. Implica además, entre otros aspectos, concluir las negociaciones de un régimen de compras gubernamentales del Mercosur (también se adoptaron definiciones al respecto en la reunión del GMC de Brasilia y la idea es que sea aprobado en la Cumbre del Mercosur, en diciembre próximo en Brasilia). Implica, finalmente, definir plataformas negociadoras conjuntas en múltiples cuestiones significativas de las respectivas agendas del ALCA, con la UE y en la OMC, entre otras en materia de servicios, defensa comercial, reglas de origen, agricultura, propiedad intelectual, solución de controversias y eventualmente, defensa de la competencia, inversiones, medio ambiente y aspectos laborales.

Es además una agenda compleja. Hay una suma de factores técnicos y políticos que explican la complejidad. Por lo menos dos pueden ser destacados. El primero es el de la simultaneidad e interconexión entre los tres principales frentes negociadores. En efecto, las respectivas agendas y calendarios de negociación están vinculados entre sí. El ejemplo más claro es el de la cuestión agrícola. Será muy difícil lograr acuerdos satisfactorios en el ALCA y en la UE para los intereses nacionales de la agricultura y de la agroindustria argentina, si no se logran simultáneamente en el ámbito de la OMC. Y ello depende fuertemente de la posibilidad que los Estados Unidos y la UE puedan avanzar acuerdos significativos en la OMC en la cuestión de acceso a los mercados agrícolas y, en particular, de subsidios a las exportaciones y a la producción. Los Estados Unidos han dejado claro que éste el núcleo duro de la negociación. Y han efectuado dos movidas fuertes y vinculadas entre sí: la aprobación del Farm Bill 2002 y una ambiciosa propuesta de negociación, especialmente en materia de eliminación de subsidios a la exportación. La eventual modificación futura del Farm Bill, dependerá de los resultados que se logren en la OMC. La Unión Europea, a su vez, está condicionada por la evolución de sus propias propuestas de modificación de la política agrícola común y por el impacto de la incorporación de diez nuevos países miembros, algunos de ellos con fuertes intereses agrícolas. El segundo factor, es el del contexto de incertidumbre económica y política que rodea a las respectivas negociaciones. En parte como consecuencia de la evolución de la "agenda post-11 de septiembre 2001", y sus inciertos impactos en el plano de la seguridad internacional (por ejemplo, cuestión Irak) y en el de la economía global (por ejemplo, ritmo de recuperación de la economía en los principales países industrializados y la incidencia que eventuales conflictos pudieran tener sobre el abastecimiento y los precios del petróleo). En parte, como consecuencia de la elección del nuevo Presidente del Brasil -quien ha tenido una visión crítica sobre la forma en que se ha encarado hasta el presente el ALCA, pero no necesariamente en cuanto a una negociación de libre comercio con los Estados Unidos que sea funcional a los intereses de su país y del Mercosur- y del proceso electoral aún no concluido en los Estados Unidos (renovación parlamentaria). A ello se suman los interrogantes sobre cómo se desarrollará en la práctica, la experiencia inédita de la co-presidencia que a partir de noviembre ejercerán los Estados Unidos y el Brasil en el ALCA.

Es finalmente una agenda relevante para el país y sus empresas. Lo es para el país por varios motivos. Sus resultados condicionarán fuertemente sus futuras políticas económicas y comerciales. Como ocurriera con la Rueda Uruguay, los resultados de las negociaciones se traducen en reglas de juego multilaterales que restringen el ámbito de discrecionalidad unilateral en la formulación y aplicación de políticas públicas. Ejemplos sobran en el plano de la defensa comercial, de la definición del arancel externo, de la propiedad intelectual, entre otros. Incluso antes que las negociaciones culminen -aún cuando los plazos finalmente se extendieran más allá del 2004-, se requerirá un serio esfuerzo en la calidad de políticas públicas que permitan a las empresas que operan en el país competir con éxito en los mercados ampliados e, incluso, en el propio mercado interno que necesariamente deberá ser más abierto en todo los sectores de la economía. Pero también condicionarán fuertemente las estrategias de competitividad, y las decisiones de inversiones y de localización de las empresas. La buena noticia será que tendrían un acceso más fluido y previsible a mercados de alto nivel adquisitivo. La no tan buena será que se diluirán preferencias hoy existentes en mercados del Mercosur, especialmente en el Brasil, y en los países de la ALADI, y que además deberán competir más intensamente en el propio mercado interno, con productos y servicios provenientes de otros países.

¿Sería viable la hipótesis de no negociar, sea en el ALCA, con la UE o en la OMC?. Al menos en teoría, es obvio que sí. Pero lo fundamental será tener en cuenta los costos de no negociar. Por varios motivos. El negociador americano, Roberto Zoellick, ha dejado recientemente bien en claro, una vez más, que los Estados Unidos de todas formas negociarán con los países dispuestos a hacerlo ("Globalization, Trade and Economic Security", Remarks at the National Press Club, october 1, 2002 y "Trading in Freedom: The New Endeavor of the Americas", Address at Miami Conference on the Americas, october 15, 2002: www.ustr.gov y www.usinfo.state.gov). Sus definiciones se insertan en el contexto de un documento esencial para entender la posición actual de los EEUU, en particular en la relación seguridad y comercio, cual es "The National Security Strategy of the United States of America (September 2002). De hecho ya están avanzando negociaciones de libre comercio con Singapour, Marruecos, Australia, Africa del Sur y los países Centroamericanos. O extendiendo ventajas comerciales, por ejemplo, a los países andinos. A su vez la UE está ampliando su espacio de preferencias económicas, sea con la incorporación de nuevos miembros, sea con acuerdos de asociación con un amplio número de países de distintas regiones del mundo (http://europa.eu.int). Japón, China y Corea, están avanzando sus propios proyectos de libre comercio en el ámbito asiático. Y, sobre todo, Chile ya ha concluido un acuerdo de libre comercio con la UE (http://europa.eu.int/comm/external_relations/chile/assoc_agr/ip02_841.htm) y proyecta concluir hacia fin de año su propio acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos.

Si la Argentina no negocia o no negocia bien, podrían sus empresas perder o diluir ventajas competitivas en mercados codiciados y, en particular, disminuir aún más su capacidad de atraer inversiones hacia el país. Los costos de no negociar pueden ser mucho más altos que los costos de negociar. Y en todo caso habría costos pero no beneficios.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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