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ARGENTINA
Y BRASIL EN EL SISTEMA DE RELACIONES INTERNACIONALES |
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Ediciones Nueva Visión
SAIC, 1973.
Colección Fichas
Dirigida por Guillermo Rabinovich |
Una interpretación del sistema de las relaciones internacionales
del Brasil
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Publicado en Foro Internacional,
enero-marzo 1969, pp. 298 y ss. Versión revisada y actualizada para
este libro. El artículo publicado en Foro Internacional era una versión
revisada, ampliada y actualizada hasta 1967 de un trabajo presentado en
el semestre de octubre 1965-66 en el seminario posgraduado de Relaciones
Internacionales de la Universidad de Cornell, a cargo del profesor John
W. Lewis, a quien agradezco sus valiosas observaciones, formuladas en ocasión
de la primera versión. Agradezco igualmente los comentarios de los
señores Eldon Kennworthy, Antonio Cándido y Hélio Jaguaribe,
aunque establezco mi responsabilidad absoluta por las ideas aquí
expuestas.
El bienestar sustancial del estado es su bienestar como un estado
particular en sus intereses y situación específicos y en
sus no menos especiales asuntos externos, incluyendo sus estados particulares
de relaciones. Su gobierno es por tanto una cuestión de sabiduría
particular y no de Providencia universal.
(Hegel, Filosofía del derecho, traducción de Knox, párrafo
337).
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1
En este artículo intentaremos analizar la política externa
del Brasil considerada como sistema, empezando por aceptar como hipótesis
de trabajo la definición de Easton de un sistema político:
"interacciones a través de las cuales valores dotados de autoridad
son establecidos para una sociedad." [1] Aceptaremos también
la utilidad de esa definición para el estudio del sistema de las
relaciones internacionales que se diferencia de los sistemas políticos
nacionales "únicamente por el hecho de que las unidades componentes
del sistema internacional consisten en grandes y poderosos subsistemas
que integran los sistemas políticos nacionales y los agrupamientos
regionales de éstos. [2] El análisis pretende abarcar tres
niveles: el .general, el regional y el nacional y mostrar las relaciones
existentes en estos tres niveles. La tónica en el estudio de tales
relaciones será el sistema político nacional hasta el fin
del gobierno del presidente Castello Branco, con especial atención
para las relaciones Brasil-Estados Unidos dentro del esquema de la bipolaridad
ruso-norteamericana.
Dadas estas definiciones, cabe decir que para un entendimiento adecuado
de las relaciones actuales entre Brasil y Estados Unidos se hace necesaria
una apreciación del desarrollo histórico de las mismas.
Este punto de vista se justifica porque las relaciones entre los dos países
se iniciaron antes de la propia independencia del Brasil, y ciertas tradiciones,
costumbres e intereses se crearon e institucionalizaron pasando a justificar
las políticas, no obstante que el fundamento objetivo y racional
de las mismas ya hubiese desaparecido.
La política exterior del Imperio debe ser estudiada en dos niveles
de análisis: el de sistema internacional y el de subsistema regional.
En relación al primer nivel, se podría decir que el Imperio
intentó una política independiente, jugando con las grandes
potencias con objeto de defender su soberanía. A pesar de estar
dominado por las potencias europeas, el sentimiento general era el de
la evasión de este dominio, tanto que después de la terminación
del tratado con Inglaterra, en 1844, no se firmaron, por regla, tratados
con naciones más fuertes. [3] Evidentemente los resultados de esta
política no fueron perfectos y una pequeña alteración
en la situación mundial o regional podía traer consecuencias
indeseables. Quizás el célebre "caso Christie",
según opinan algunos autores, asumió tal gravedad porqué
Estados Unidos, inmerso en la guerra civil, no estaba actuando en el escenario
mundial y regional. [4] Entre tanto, parece lícito concluir que
el dominio inglés no fue tolerado pacíficamente y que el
país, en la medida de lo posible, reaccionó y defendió
su independencia.
En relación al segundo nivel, la cuestión del subsistema
regional, el Imperio practicó una política de equilibrio
de poder con el objeto de impedir supremacías, sobre todo la de
la Argentina, y en este sentido deben ser entendidas las intervenciones
en la región platense. Es útil destacar que básicamente.
el subsistema regional de la política exterior del Imperio fue
la América del Sur. Es válido decir que aquello que hoy
se entiende como subsistema regional, esto es las Américas, estaba
dividido en varios sistemas, la mayor parte de ellos del tipo de equilibrio
de poder y. cada uno con su centro de gravedad. [5] El Brasil estaba en
un centro que no incluía a Estados Unidos y es por eso que las
relaciones con este país son, en este período, de difícil
conceptualización, pues desde el punto de vista teórico
se trata de las interacciones entre diversos subsistemas regionales; interacciones
que solamente después dieron como resultado un subsistema regional
único, que en aquella época solamente se esbozaba.
La proclamación de la República no alteró inmediatamente
la política exterior del Brasil porque no implicó un cambio
sustancial en la estructura social y en el sistema político nacional,
ya que las modificaciones de los sistemas regionales e internacionales
todavía no habían ocurrido. Las modificaciones se verificaron
algunos años después, en la época de la gestión
del Barón de Río Branco (1902-1912). Río Branco comprendió
la creciente importancia de Estados Unidos y hábilmente la encauzó
al servicio del Brasil. Río Branco percibió que Estados
Unidos estaba expandiendo su zona de influencia diplomática y económica,
y que la alianza Brasil-Estados Unidos, dentro de un subsistema regional
extendido para abarcar las tres Américas, serviría tanto
para consolidar las fronteras nacionales (posición dentro del subsistema
anterior) [6] como para aminorar la influencia europea (mayor autonomía
en relación al sistema internacional). De hecho, la alianza, dentro
de un subsistema mayor, permitió a Río Branco acrecentar,
en varias ocasiones, el apoyo norteamericano mediante sus inteligentes
maniobras diplomáticas y sus sólidos argumentos jurídicos,
solucionando en esta forma el problema de las fronteras del Brasil' y
superando los problemas de, poder en la región del Plata; hasta
entonces los que más habían preocupado a la diplomacia imperial.
[7] Simultáneamente, Río Branco no descuidó el interés
general de América Latina, pues intentó refrenar el carácter
unilateral de las intervenciones norteamericanas, sobre todo en la América
Central -fundadas en la doctrina Monroe- al proponer la multilateralidad
de esta doctrina que, según él, debería ser incorporada
al Derecho Internacional Público Americano para ser aplicada a
través de la acción conjunta de las principales repúblicas
del continente.8 Conforme se demuestra, Río Branco, ayudando a
Estados Unidos a consolidar su subsistema regional americano, ayudó
a Brasil a consolidar sus fronteras y posiciones en este mismo subsistema,
y no descuidó el interés a largo plazo del Brasil, al proponer
un control multilateral en aquello que antes era exclusivamente un fundamento
para una injerencia unilateral. Por otra parte, es innegable que la americanización
de la política externa del Brasil fue una forma de disminuir la
influencia inglesa y, por lo tanto, de conceder mayor autonomía
al Brasil dentro del sistema internacional, que en aquella época
continuaba siendo el concierto europeo.
La americanización de la política externa brasileña,
después de la gestión Río Branco, se consolidó
con el transcurrir de los años, sobre todo después de la
primera Guerra Mundial, cuando decreció la hegemonía económica
de Inglaterra y Estados Unidos pasó a ser el factor fundamental
de la balanza de pagos brasileña. Es comprensible, por tanto, que
a esta altura, la participación del Brasil en el sistema internacional
-que hasta el fin de la segunda Guerra Mundial se hallaba concentrado
en Europa- disminuyera y tuviera un carácter más ornamental
que real. [9] Por otro lado, se percibe la importancia del subsistema
interamericano para la propia vida económica del país. La
política de la "Buena Vecindad" de Roosevelt mitigó
ciertos recuerdos desagradables en América Latina, y en cuanto
Brasil permaneció sustancial mente como un país agrícola,
exportador de materias primas e importador de productos manufacturados,
con una estructura social no diversificada, las élites dirigentes
mantuvieron, por inercia y conveniencia, la política exterior del
Brasil ligada a Estados Unidos. [10]
2
El fin de la segunda Guerra Mundial señaló el colapso del
antiguo sistema internacional. Si quisiéramos utilizar el sistema
de Eaton y sus medidas, diríamos que cambió la, comunidad
política -que de europea pasó a ser verdaderamente internacional-,
cambió el régimen -de balanza de poder a bipolaridad- y
cambiaron las autoridades; caracterizando estos cambios todo el inicio
de una nueva fase de auténtica universalización de la historia
de la humanidad. [11] Las autoridades, esto es, Estados Unidos y Rusia,
dividieron el mundo en zonas de influencia irrefutable y zonas de influencia
discutible. América Latina fue evidentemente sometida a Estados
Unidos en la primera categoría y la formalización del sistema
interamericano en la década de 1940, a partir del Acta de Chapultepec,
tiene este sentido y se contrapone a la influencia soviética en
la Europa Oriental. [12]
El Brasil, que participó en la segunda Guerra Mundial del lado
aliado, integrando el sistema interamericano liderado por Estados Unidos,
aceptó la tarea a él en-, comendada por la división
del mundo en zonas de influencia, desempeñando el papel, tanto
en el área interamericana como en la esfera internacional, de defensor
de los intereses norteamericanos en el conflicto Este-Oeste. Ejemplos
de esta empresa en el sistema regional pueden ser encontrados en la participación
del Brasil en la conferencia de Caracas de 1954, que decidió el
caso de Guatemala, y en el sistema internacional a través del comportamiento
electoral en la ON U hasta el inicio de la década de 1960. Este
papel fue conceptual mente reforzado con el correr de los años
por la ideología de los militares entrenados en Estados Unidos.
Estos juzgaban -y muchos todavía lo hacen- la situación
mundial en términos geopolíticos e incluían la función
de los ejércitos nacionales latinoamericanos en este contexto como
fuerzas auxiliares y de sostén de Estados Unidos en una eventual
guerra con la URSS. En el decir del general Golbery do Couto e Silva:
"Es que, para nosotros, pueblos de esta otra América aún
embrionaria y en lucha con la miseria y el hambre, la garantía
suprema de la redención es el sentido de las responsabilidades
propias en la defensa del Occidente." [13] Esta orientación
general, que transforma la política exterior del Brasil en un reflejo
deliberado de las posiciones norteamericanas, es una consecuencia del
desarrollo del sistema internacional y fue pacíficamente completada
durante muchos años. Entre tanto, sobre todo a partir de la segunda
mitad de la década del 50, comenzaron a surgir dudas sobre la conveniencia
de esta línea, principalmente por parte de aquellos que abogaban
por una mayor dosis de autonomía para el Brasil en el sistema regional
e internacional. Una comprensión clara de los argumentos invocados
exige que se inicie con una investigación de los cambios del sistema
político nacional para examinar a fondo sus posibles relaciones
con los otros dos niveles de análisis, conforme al objetivo metodológico
de este artículo.
3
El sistema político del Brasil tradicional se expresaba en una
estructura social muy sencilla: los señores y los esclavos. Las
clases medias, que comenzaron a surgir en el siglo XIX como consecuencia
de una urbanización incipiente, carecían de papel en la
vida económica de un país agrícola que tenía
como base la gran propiedad rural. A pesar de esta carencia de función
económica, pero dado que tenían derechos políticos,
se hacía' necesaria la absorción de estas clases medias
en el proceso político, y al mismo tiempo la creación de
fuentes de trabajo para sus miembros. Este doble objetivo fue alcanzado
por los procesos clientelísticos, en aquello que Hélio Jaguaribe
denominó el "estado cartorial". Esto significa, en pocas
palabras, que las élites dominantes absorbieron a la clase media
en la Administración pública que funcionaba para otorgar
legitimidad al sistema. [14] La tareas prácticas de esta burocracia
eran de pequeño alcance y limitadas a las necesidades de un país
que exportaba café y azúcar, y que tenía una superestructura
monárquica constitucional, democrática solamente en relación
a una pequeña minoría. [15]
En un lento proceso que comienza con la abolición de la esclavitud
y con la consecuente formación de un incipiente mercado consumidor,
la industrialización fue determinando modificaciones en el sistema
político. Las guerras de 1914-1918 y de 1939-1945, y sobre todo
la gran depresión de la década del 30 fueron factores exógenos
que, a través de la disminución forzosa de la importación,
aceleraron la industrialización, pues permitieron que la industria
local se consolidara sin la presión de la concurrencia extranjera,
sosteniéndose simultáneamente en este proceso el nivel de
la demanda. [16] Las vicisitudes de este fenómeno y su impacto
en el sistema político son muy complejos para ser enumerados aquí.
Sin embargo, se puede afirmar en términos generales, que la industrialización
amplió las bases del sistema político, dada la incorporación
de diversos grupos que hasta entonces no participaban del mismo. [17]
Esta ampliación, a su vez, imposibilitó el mantenimiento
del sistema tradicional, pues no había recursos para satisfacer
una clientela potencialmente tan numerosa. El debilitamiento de la importancia
de la política de clientela, que hasta hoy persiste con mayor o
menor intensidad en diversas áreas, de acuerdo con el grado de
desarrollo económico, ha traído consigo una política
ideológica y una política popular [18] y éstas, desafiando
los liderazgos tradicionales, provocaron también su política
exterior. Analicemos con mayor cuidado y detalle los argumentos que comenzaron
a presentarse. Durante mucho tiempo, y por mecanismos peculiares de la
economía brasileña que los sostuvieron (defensa del precio
del café, tasa de cambio, etc.), los intereses de las élites
tradicionales, exportadores de café para Estados Unidos, fueron
pacíficamente confundidos con el interés general. A partir
de un determinado momento, sin embargo, la burguesía industrial
alcanzó una cierta importancia -importancia ligada a la expansión
del mercado interno- y pasó a exigir proteccionismo aduanero y
recursos para la importación de equipo, reivindicaciones que entraban
en conflicto con el interés de los exportadores. Estas exigencias
fueron atendidas a través de la transferencia de recursos del sector
exportador al sector industrial, lo que también ocasionó
el fortalecimiento del nuevo sector que pasó a ejercer mayor influencia
en el proceso político. Mientras las élites tradicionales
tenían interés en el mantenimiento del Brasil como país
exportador de materias primas y comprador de bienes manufacturados, como
condición necesaria para la persistencia de su liderazgo político,
la burguesía industrial quería una mayor independencia económica
del país a través de la industrialización. Ahora
bien, a la burguesía industrial se sumó el proletariado
urbano ya incorporado al proceso político por la industrialización
existente, proviniendo de ahí la teoría del desarrollo combinado
por la unión de los trabajadores y los sectores industriales. En
realidad éste es el as-pecto más positivo que la alianza
PTB (Partido Trabalhista Brasileiro)-PSD (Partido Social Democrático)
históricamente asumió, [19] sin que eso implique un desconocimiento
de formas cartorial-clientelísticas en ambos partidos, y en la
propia alianza. Si a eso se agrega que el proletariado urbano es constantemente
aumentado por una continua migración interna de los campos y que
esta migración es válvula de seguridad para el sistema político,
pues transfiere personas de una sociedad cerrada potencial mente revolucionaria
-como en el Brasil rural del Nordeste- a una sociedad abierta donde los
sindicatos actuaban libremente -como era el Sur del país-, [20]
y si además se recuerda la tasa de crecimiento demográfico
y la necesidad imperiosa de nuevos empleos, se comprende el impacto y
la irreversibilidad que caracterizó la política de desarrollo
económico. Cabe también recordar que esta irreversibilidad
fue facilitada por el hecho de que el desarrollo del sector ex portador
tradicional dependía de estímulos del mercado internacional,
estímulos que surgieron y que mantuvieron el nivel absoluto de
renta del sector, una vez que la existencia de una frontera agrícola
inexplorada tornó posible, sin conflicto excesivo, el crecimiento
concomitante del sector agrícola-exportador y del sector industrial.
[21]
La situación creada por este proceso de expectativas crecientes
provocó tensiones, y las relaciones Brasil-Estados Unidos, confinadas
a un campo político exclusivamente formal, fueron debilitadas por
conflicto; económico-sociales que en aquel nivel no encontraban
solución pues no abarcaban formas de cooperación económica
capaces de resolverlas. Aun más, el Brasil y la América
Latina, bajo la presión de estos problemas, sentían también
que Estados Unidos los consideraba como aliados seguros, y en vista de
eso el tratamiento dado era de una cooperación más bien
marginal en comparación con la poi ítica norteamericana
en Europa y en Asia. [22] El gobierno de Kubitschek, que marcó
una época dorada en el desarrollo industrial y político
del Brasil, formuló sus restricciones al funcionamiento del sistema
regional interamericano a través de la Operación Panamericana
(OPA.) En síntesis, la operación aseveraba que a pesar de
estar ligados a Estados Unidos por la fidelidad al régimen democrático,
este nexo en el campo exclusivamente político era francamente insatisfactorio.
Era insatisfactorio porque, en los términos del Aide-Memoire del
gobierno brasileño, del 9 de agosto de 1958, presentado a las Misiones
Diplomáticas de las Repúblicas Americanas: "... la
lucha por la democracia se identifica con la lucha contra el estancamiento
y el subdesarrollo. El subdesarrollo reinante en este Hemisferio compromete
moral y materialmente la causa que defendemos. Zonas subdesarrolladas
son zonas abiertas a la penetración de ideologías anti-democráticas.
La batalla de Occidente es, bajo muchos aspectos y en todas sus implicaciones,
la lucha por el desarrollo. Las ideologías materialistas se alimentan
de la penuria y de la miseria, de donde se originaron; el combate de éstas
constituye el único camino seguro para el efectivo combate de aquéllas".
[23] Una vez que la industrialización ampliaba las bases del sistema
político, un número cada vez mayor de demandas se incrustaban
en el sistema político y éstas exigían soluciones
que sólo una tasa mayor de industrialización podría
generar. Consecuentemente, las relaciones Brasil-Estados Unidos, y en
el sentido más amplio Estados Unidos-América Latina, debían
abarcar niveles económicos y sociales hasta entonces relegados
a segundo plano. En verdad, como dijo en San José de Costa Rica
el ministro de Relaciones Exteriores del Brasil, Horacio Lafer, en la
VII Reunión de Consulta de los Ministros del Exterior, el 23 de
agosto de 1960: "América continuó marchando sobre un
solo pie, la solidaridad política, mientras que el otro, el de
la cooperación económica, se atrofiaba cada vez más."
[24]
Por cooperación económica se entendía lo siguiente:
a) Ayuda tecnológica y económica de gobierno a gobierno
en una acción multilateral conjunta, a realizarse en la OPA. El
Brasil consideraba, consideración con la cual Estados Unidos 110
concordaba, que los capitales públicos eran decisivos para el desarrollo
económico de América Latina en aquella fase del proceso
económico. Esto no significaba prevención en relación
a la inversión privada extranjera; por lo contrario, era simplemente
una constatación de que ciertas inversiones en la infraestructura
económica del país no atraerían capital extranjero,
sin hablar del hecho de que su volumen sería insuficiente. En las
palabras del presidente Kubitschek: "La mayor importancia debe ser
atribuida al aumento de volumen de inversiones, provenientes de capitales
públicos, según establece el segundo de los temas propuestos.
De esto dependerá en último análisis la materialización
de la Operación Panamericana, la cual condiciona la solución
de los grandes problemas de América Latina a la aplicación
masiva de capitales en volumen imposible de ser provisto por inversiones
privadas." [25]
b) El problema del deterioro de los términos de intercambio, de
materias primas y de productos agrícolas, en virtud de que la inflexibilidad
de la demanda internacional por este tipo de artículos provocaba
serias dificultades a los países latinoamericanos. [26] En función
de estas dificultades el Brasil deseaba estudiar, a -pesar de la indiferencia
norteamericana, alguna forma de estabilización de los precios de
estos productos, pues como argumentaba el embajador Augusto Federico Schmidt:
"No hay duda, hoy en día, de que la desaparición o
la reducción de la inestabilidad de los mercados internacionales
para productos primarios representarían una gran contribución
para la aceleración del desarrollo económico de los países
subdesarrollados". [27] De hecho, en el caso del Brasil los productos
agrícolas son las exportaciones más importantes del país.
Esto no significa que el sector de exportación agrícola
sea el responsable del aumento de la renta nacional más importante
de la economía, brasileña. Significa que se trata de un
sector que provee las divisas para la importación de equipo, condición
indispensable para la industrialización. [28] Además, dicho
sea de paso, el tema del deterioro de las condiciones de intercambio era
tan urgente que el Brasil inició relaciones comerciales con la
URSS en una tentativa por diversificar la concentración geográfica
de sus mercados, rompiendo simbólicamente en esta forma su relación
exclusiva con el Occidente. El lema era "Donde haya cliente posible
para el Brasil, ah í estará diligente la sección
económica del Ministerio de Relaciones Exteriores". [29]
4
Resumamos los argumentos presentados hasta este momento. Los conflictos
económico-sociales de un país en desarrollo, como el Brasil,
en la época de Juscelino Kubitschek se comunicaron al sistema poi
ítico nacional. Esto introdujo tensiones en el campo internacional
dentro de la órbita tradicional de la política exterior
del Brasil, después de Río Branco; esto es, dentro del sistema
interamericano. Como ilustración de la manera a través de
la cual se enfrentó el conflicto Norte-Sur dentro de la esfera
regional cabe mencionar la insistencia brasileña y latinoamericana,
que terminó victoriosa, en la creación de un Banco Interamericano
de Desarrollo, como forma de resolver el problema de los capitales públicos
30 y en la intecgración regional, por intermedio de la ALALC, como
medio de promover los intereses de América Latina subdesarrollada
en relación a Estados Unidos. [31] La respuesta del sistema interamericano
tardó en ser formulada y fue posiblemente el choque de la. Revolución
Cubana lo que permitió las más amplias concepciones de la
Alianza para el Progreso del presidente Kennedy. ¿Cómo se
explica entonces el desdoblamiento de la Operación Panamericana
en la política externa independiente de los presidentes Quadros
y Goulart, ya que la Alianza para el Progreso había sido creada
para atender las reivindicaciones económicas latinoamericanas?
Una de las razones importantes parece derivar del hecho de que la Alianza
para el Progreso tuvo un origen análogo al del Plan Marshall. [32]
Sin embargo, aunque la Alianza hubiera sido un nuevo modelo de este Plan,
aun así no tomaba con la debida consideración la diferencia
esencial existente entre América Latina y la Europa de la posguerra.
Europa poseía cuadros técnicos y estructuras políticas,
le faltaba capital. América Latina carecía de cuadros técnicos,
estructuras políticas y capital. Por lo tanto, el desarrollo económico
a efectuarse únicamente dentro de los límites de la Alianza
para el Progreso reforzaría la dependencia del Brasil en relación
a Estados Unidos, sobre todo tomándose en consideración
la problemática tecnológica. De hecho, el proceso social
a través del cual se efectúa la renovación tecnológica
en Estados Unidos puede ser explicado, conforme al análisis de
Celso Furtado, como una lucha entre los trabajadores y la élite
industrial por la participación en el producto social. En la medida
en que aquéllos presionan para aumentar su participación,
ésta, porque detenta la orientación del control y de la
renovación tecnológica, amortigua esta presión introduciendo
técnicas cuyo objetivo es el ahorro de mano de obra. En este proceso
se amplía la economía del país, pues los avances
técnicos no se concilian Con una economía estancada y por
lo tanto esta dinámica beneficia a todos. [33] La técnica
es por lo tanto un factor de estabilidad. En los países periféricos
la técnica viene de fuera; escapa a un control interno. A pesar
del carácter inevitable de este fenómeno, no es posible
negar que en las economías subdesarrolladas, con abundancia del
factor trabajo, la tecnología que ahorra la mano de obra y que
requiere una alta tasa de inversión (capital) puede no ser la solución
óptima. [34] En vista de esto, la tentativa de diversificación
multilateral de las fuentes proveedoras de tecnología, aunque produzca
únicamente resultados de incrementación, es deseable y justifica
la inquietud en relación al exceso de dependencia. El nacionalismo,
que fue la ideología aglutinadora de la industrialización,
al no admitir esta línea de dependencia terminó deseando
amortiguar la problemática tecnológica. Siendo así,
la política exterior del Brasil buscó, en el decir del ministro
Santiago Dantas, universalizarse. [35]
A esta altura del análisis cabe enfatizar la categoría
del nacionalismo como una categoría fundamental para los tres niveles
de análisis de este artículo. Para el sistema político
nacional fue el nacionalismo el factor de aglutinación a través
del cual todas las clases fueron movilizadas para la promoción
del desarrollo económico; consecuentemente, el quebrantamiento
de una estructura política construida bajo su égida intensificaría
el conflicto social y de esta manera impediría aquel mínimo
de estabilidad que es necesario para el continuo desarrollo económico.
Para el sistema regional e internacional el nacionalismo fue el medio
diplomático ideal para la consecución de los objetivos del
sistema político nacional. Liska desarrolla este argumento de orden
teórico cuando examina la forma de la diplomacia dogmático-formal-nacionalista,
que él considera capaz de crear la intención del mantenimiento
de prestigio y, por lo tanto, adecuada para países que teniendo
que afirmar su "status" tienen también necesidades y
derechos que chocan con los de las grandes potencias. El razonamiento
se aclara con las ideas de De Gaulle que Liska sintetiza de la siguiente
manera:
"La posición nacionalista, ejemplificada por De Gaulle, tiene
dos premisas básicas; la primera afirma que la ideología
de cooperación entre aliados es un tenue disfraz que procura esconder
los impulsos hegemónicos del aliado o de los aliados más
fuertes; la segunda sostiene que la subordinación a los aliados
equivale a la servidumbre impuesta por el enemigo. Las premisas dictan
la conclusión: la lucha con el adversario no puede oscurecer el
deber de autoafirmación dentro de la alianza". [36]
De las consideraciones anteriores -y la cita del punto de vista de De
Gaulle es importante porque ejerció una influencia intelectual
directa en la formulación de la política exterior independiente-
[37] la conducción política brasileña extrajo algunas
conclusiones que pueden ser precisadas de la siguiente forma. En primer
lugar, para continuar la tradición de Río Branco, debería
seguirse el espíritu que guió sus acciones políticas
y no las acciones propiamente dichas; éstas fueron concebidas para
situaciones diferentes en todos los otros niveles de análisis pero
con el objetivo de salvaguardar la autonomía del Brasil. Por lo
tanto, si se quería mantener la autonomía brasileña
deberían ser ideadas nuevas políticas para, enfrentar situaciones
diferentes. En segundo lugar, y como consecuencia de lo que se señaló
anteriormente, la tentativa de actuar autónomamente dentro del
sistema regional sería impracticable tomando en cuenta la presencia
hegemónica de Estados Unidos. Consecuentemente, Brasilia debería
actuar no solamente en el sistema regional sino también en el internacional
porque, como señalaba el ministro Alonso Arinos, la ONU es un mejor
campo de actuación que la OEA.38 En otras palabras, el país
resolvió aprovechar las ventajas de la bipolaridad para aumentar
su poder de cambio y de esta manera retener la posibilidad de autodeterminarse.
A las eventuales ventajas económicas de las relaciones comerciales
con el bloque soviético el Brasil procuró agregar también
ventajas políticas. Esta decisión, de carácter político,
fue posible porque la industria y los intereses extranjeros en Brasil,
principalmente los norteamericanos, a pesar de ser cuantiosos no detentaban
el control de la economía. Importantes sectores de la industria
privada pertenecen a brasileños y el gobierno domina sectores estratégicos
como el petróleo y el acero, además de ejercer controles
institucionales indirectos en la vida económica del país.
La posición del Brasil, al inicio de la política exterior
independiente, puede ser explicada en los siguientes términos:
el equilibrio atómico vuelve improbable la guerra a gran escala,
y las categorías de persuasión por parte de Estados Unidos
y de la Unión Soviética y la de subversión por parte
de los países subdesarrollados son categorías con las cuales
se puede, según Raymond Aron, organizar conceptualmente las relaciones
internacionales. [39] Si esto es así, los países subdesarrollados
deben unirse [40] para hacer del conflicto Norte-Sur -y no del conflicto
Este-Oeste- el tema básico del sistema internacional. Para proceder
así, con cierta dosis de eficacia, el Brasil debería extender
algunas de sus concepciones antes confinadas al sistema regional. Un ejemplo
sería el problema de los países subdesarrollados que no
podría ya limitarse a América Latina y articularse a través
de organizaciones regionales como la ALALC, sino extenderse en sus implicaciones
internacionales. Una ilustración concreta para este planteamiento
puede ser vislumbrada en la participación e influencia del Brasil
en la realización de la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo
de la ONU en Ginebra, durante los meses marzo-junio de 1964, a la que
nos referiremos con cierto detalle más adelante.
Esta perspectiva, que caracteriza los gobiernos de Quadros (1961) y de
Goulart (1961-1964) y que es un desarrollo lógico de la política
exterior del gobierno de Kubitschek (1956-1960), fue abandonada después
de marzo de 1964. Para explicar este cambio de perspectiva es preciso
investigar cuál es el nivel de análisis responsable de ello,
lo que nos lleva al delicado y difícil problema del establecimiento
de las interacciones de los sistemas.
Comencemos por examinar la evolución del sistema internacional,
tomando la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo de 1964 como ejemplo.
Estados Unidos y los demás países desarrollados de Occidente
se opusieron a ella durante mucho tiempo. La Unión Soviética,
que siempre la favoreció y defendió en el terreno diplomático,
cuando la Conferencia acabó por realizarse amortiguó sus
posiciones iniciales. En las palabras de un atento observador: "Sorprendentemente,
la actitud de los soviéticos evolucionó en el curso de la
Conferencia, procurando al finalizar los trabajos, la aproximación
con los países occidentales; en conjunto procuraron un entendimiento
que haría posible el acuerdo sobre diferentes asuntos." [41]
¿Cómo se explicaría esta convergencia de posiciones?
Nos parece' que ella resulta de un interés común, de los
países desarrollados, en mantener a los subdesarrollados como exportadores
de materias primas y productos agrícolas de demanda rígida
en el mercado internacional. La diversificación a través
del desarrollo, que sería la alternativa, no conviene ni a Estados
Unidos ni a la Unión Soviética. De hecho, en la medida en
que ambas son sociedades industriales o mejor dicho dos especies de sociedades
industriales, los dos países tienen muchas cosas en común.
Raymond Aron, procediendo a! análisis comparativo de la Unión
Soviética y de Estados Unidos, verificó que, alcanzando
un cierto grado de desarrollo, la tecnología tiende a provocar
una cierta convergencia a pesar de las diferencias en los regímenes
políticos. En otras palabras, estas diferencias caracterizan solamente
especies de un mismo género: la sociedad del tipo industrial. [42]
Estas dos especies del género sociedad industrial tienen más
intereses en común que los que cada una tendría con géneros
de sociedades tipológicamente diferentes a ellas, como son las
de los países subdesarrollados. De ser válida esta observación
es fácil explicar por qué la URSS y Estados Unidos concordaron
con la política de coexistencia pacífica y por qué,
en el caso específico, procuraron entenderse en la Conferencia
sobre Comercio y Desarrollo. Los intereses en común y las ventajas
inmensas no se reducen a consideraciones de orden meramente militar o
estratégico pues en un conflicto Norte (desarrollados) - Sur (subdesarrollados)
ambas se inclinarían al Norte. [43]
Esta explicación del fenómeno adquiere contornos nítidos
en la segunda mitad de la década del cincuenta, esto es, después
de Stalin. En otras palabras, el sistema internacional evolucionó
de la bipolaridad rígida de la década del cuarenta, que
motivó el célebre artículo de Kennan, [44] hacia
un sistema de bipolaridad más flexible, [45] gracias a una suma
de factores militares (equilibrio atómico) y factores socio-económico-culturales
(convergencia de los dos países hacia el mismo género de
sociedad). Esta evolución puede ser percibida con precisión
a través de la aplicación de la Teoría de los Juegos
a las relaciones internacionales. No estamos delante de un mero conflicto
y, por lo tanto, no se trata de un zero sum game, esto es, de un perder
o vencer absoluto. Tenemos en la realidad un non zero sum game o sea un
juego de motivo mixto que envuelve conflicto y cooperación y en
el cual las decisiones son interdependientes, y el "vencer"
se cuenta a través del número absoluto de puntos y no del
número relativo de puntos de un jugador con el otro, pues los incentivos
se distorsionarían si el juego fuera dominado por una competencia
estrictamente bilateral. [46] Entre los elementos de cooperación
cabe mencionar el deseo de mantener el conflicto Este-Oeste como la categoría
básica de organización de las relaciones internacionales,
pues si la categoría de organización pasara a ser el conflicto
Norte-Sur, ambos países (EE.UU.-URSS) verían amenazadas
sus respectivas posiciones de poder y control. Entre los elementos de
conflicto está la lucha por ciertas zonas que los dos países
consideran de influencia discutible. Evidentemente, esta formalización
del orden mundial es esquemática y en la práctica es posiblemente
más anárquica [47] y menos obvia. Entre tanto, en términos
generales el esquema parece correcto, tanto que, inter olio, varios autores
señalan el fortalecimiento del Consejo de Seguridad de la ONU,
en detrimento de la Asamblea General, como un claro indicio de la cooperación
norteamericano-soviética. [48] Veamos la utilidad del esquema a
través de su aplicación a un caso concreto.
Un buen ejemplo de la evolución del sistema internacional y de
su impacto sobre América Latina es el caso de la crisis de 1962
ocasionada por los cohetes nucleares soviéticos en Cuba. [49] Se
comprueba en este caso cómo funcionó el sistema internacional
y cómo los elementos de cooperación a partir de aquel momento,
reforzaron las características del resto de América Latina
como área de indiscutible influencia norteamericana. Este acuerdo
tácito entre la Unión
"Soviética y Estados Unidos sobre América Latina obviamente
redujo el poder de intercambio del Brasil en relación a Estados
Unidos. La reducción del poder de intercambio del Brasil no puede
ser compensada recurriendo a los nuevos centros que desafían la
bipolaridad, como Francia y China, en virtud de la distancia geográfica
de estos centros y de la vinculación de sus limitados recursos
a otras áreas. La" consecuencia de esta situación es
hacer depender a América Latina de la buena voluntad norteamericana.
Esta buena voluntad, cuando perduraban las premisas pluralistas de la
Nueva Frontera del presidente Kennedy, estuvo hasta cierto punto presente.
[50] A partir del gobierno de Johnson, en cambio, aquélla va disminuyendo
sistemáticamente, pues la maximización de la seguridad militar
norteamericana [51] se transforma en el objetivo primordial de la política
exterior norteamericana, como lo evidencia además la intervención
en la República Dominicana. Esta maximización representa
un fortalecimiento de los controles norteamericanos en un área
considerada, por el sistema internacional, de indiscutible influencia
estadounidense. De cierta manera podríamos llegar a decir que así
como el Punto IV, que era inicialmente un programa para el desarrollo,
se volvió inoperante como tal, en virtud de la guerra de Corea,
[52] la Alianza para el Progreso, a causa de las complejidades del envolvimiento
norteamericano en Vietnam, perdió sus posibilidades de desarrollo.
Hasta aquí examinamos la evolución del sistema internacional
y las consecuencias de la misma sobre el sistema regional. Necesitamos
ahora arriesgar algunas consideraciones para verificar si tal evolución
es responsable del cambio de política exterior del Brasil, o sea,
si hubo, y cuándo, interacciones con el sistema político
nacional. Nuestro punto de vista es que el acuerdo tácito entre
Estados Unidos y la Unión Soviética existía por lo
menos a partir de la crisis de los cohetes soviéticos en Cuba,
por lo tanto antes del cambio en la política brasileña,
y que es preciso examinar las razones de orden interno del movimiento
de marzo de 1964 para que se entiendan las relaciones entre la política
exterior del gobierno de Castello Branco y la seguridad militar norteamericana.
Los conflictos sociales causados por la modernización del Brasil53
volvieron inoperante el sistema político. La tensión fue
agravada en el gobierno de Goulart, por el estímulo dado a nuevas
demandas sin la correspondiente creación de mecanismos capaces
de satisfacerlas. El creciente volumen y la complejidad de estas demandas
terminaron por saturar la capacidad del sistema, que entró en colapso
en virtud de la imposibilidad de procesar, expeditivamente, las informaciones
así recibidas, [54] generando de esta manera el movimiento de marzo
de 1964. Este interrumpió el flujo de demandas anulando la articulación
de las tensiones de diversos grupos a través de su eliminación
de la base del sistema político. Esta obstrucción de los
canales de comunicación, que es como se pueden entender, 'en términos
cibernéticos, los diversos actos institucionales, [55] disminuyó
el impacto del nacionalismo sobre las autoridades volviéndolas
más receptivas a los intereses de la seguridad norteamericana.
Es a partir de esta situación que se configura la compleja y dialéctica
interacción de los tres niveles de análisis.
Comencemos por examinar las implicaciones en el contexto del sistema
político nacional. Si internamente el impacto del nacionalismo
fue amortiguado, los diferentes estilos diplomáticos pasaron a
ser entonces alternativas posibles. Esta posibilidad, tomando en cuenta
las características del sistema internacional inclinaría
a una dependencia completa en relación a Estados Unidos, porque
ayuda económica y técnica son indispensables y Estados Unidos
sería, en este caso, el único abastecedor concebible de
estas necesidades. Es por eso que la política exterior del Brasil,
después de marzo de 1964, adoptó, en las palabras del presidente
Castello Branco, la siguiente orientación: "En relación
a Estados Unidos de América, la política externa brasileña
removió antes de todo, la inadmisible doctrina de posiciones ambiguas
y postulados. Tenemos la convicción de que el Brasil y la gran
nación norteamericana cruzan sus intereses económicos y
comerciales en el plano de una política digna y de una amistad
recíproca. Las características de la actual situación
del Brasil coinciden con los anhelos de paz del continente y, también,
con los fundamentos de seguridad colectiva, tan de la responsabilidad
de Estados Unidos." [56] Esta orientación fue reafirmada por
el ministro Juracy Magalhaes en los siguientes términos: "El
Brasil concede especial importancia a sus relaciones con Estados Unidos
de América, en quien reconoce al dirigente del Mundo Libre y al
principal guardián de los valores fundamentales de nuestra civilización."
[57] Este tipo de argumentos contiene, sin embargo, una contradicción
fundamental. El objetivo actual (1967) de la política exterior
norteamericana es el mantenimiento de la seguridad norteamericana mientras
que el objetivo básico del Brasil es el desarrollo. Es un equívoco
pensar que existe una convergencia fundamental de estos dos objetivos,
pues el desarrollo trae consigo a corto y medio plazo, inestabilidad,
[58] la cual es incompatible con la maximización de la seguridad
militar norteamericana. En vista de esta incompatibilidad, la ayuda norteamericana
ha de tener necesariamente el objetivo táctico de dar estabilidad
a la situación actual, acelerando o no el proceso en la medida
directa de su capacidad de influirlo. [59] El resultado será el
desarrollo del país por criterios extraños al mismo, subordinado
a un objetivo (la seguridad norteamericana) que no evalúa con agudeza
los problemas nacionales, pues las tensiones que fueron eliminadas -del
sistema político en 1964 continúan presentes en el medio
ambiente y no pueden ser sofocadas permanentemente sin ser resueltas,
bajo la pena de alcanzar un grado de ebullición capaz de amenazar
al futuro del régimen. [60] La falta de sincronización entre
el ritmo deseable para la atención de estas tensiones y el ritmo
necesario para la atención de los objetivos norteamericanos, que
constituye una opción por la seguridad a corto y a medio plazo,
provoca graves consecuencias. De hecho, en cuanto la seguridad norteamericana
exige hegemónicamente la segregación de las tensiones existentes
en las áreas menos desarrolladas del país [61] y el sistema
político brasileño mantiene obstruidos los canales de comunicación,
puede adelantarse la hipótesis de inmovilización de las
estructuras nacionales que, de prolongarse, podría provocar la
inviabilidad futura del sistema, por su incapacidad para procesar información
del medio ambiente, por la desaparición de la memoria y por la
destrucción de la capacidad de reorganización parcial y
total de los problemas, utilizando las categorías de Deutsch cuando
examina las probabilidades del fracaso de un sistema político.
[62] Es por eso que podemos decir también que la integración
,latinoamericana, para ser válida, debe tener como objetivo máximo
evitar las probabilidades del fracaso de los sistemas políticos
nacionales latinoamericanos, y no servir a los intereses de la seguridad
norteamericana. [63] Por otro lado, la única alternativa dentro
del sistema político nacional para evitar esta potencialidad de
fracaso, es su apertura. Es decir, que en la medida en que el sistema
político nacional se abra y se modifique, con la debida capacidad
"para absorber informaciones, reincorporando en su base a los grupos
que fueron eliminados de la misma y extendiendo la participación
a los grupos que nunca participaron de ella, bajará la receptividad
a los intereses de la seguridad militar norteamericana.
Las implicaciones de la política exterior del gobierno de Castello
Branco sobre el sistema regional y el internacional también son
importantes. El sistema regional perdió su autonomía incipiente.
Esto puede ser ejemplificado si comparamos el comportamiento del Brasil
en la Conferencia de Punta del Este en 1962 [64] con las actitudes asumidas
en ocasión de la intervención en la República Dominicana.
Esta ausencia de autonomía hace imposible un frente común
de los países subdesarrollados con respecto a los desarrollados
en la órbita del sistema internacional. Esto conviene tanto a los
intereses de la Unión Soviética como a los de Estados Unidos,
pues esta falta de unidad del tercer mundo impide una reorganización
del sistema internacional en términos del conflicto Norte-Sur,
que permanece subordinado al conflicto Este-Oeste, permitiendo a los dos
países conservar sus posiciones hegemónicas.
6
Vamos a reunir y sintetizar el desarrollo de las argumentaciones para
obtener conclusiones:
a) Nuestra tesis es que existe una correlación entre la situación
política interna y la política exterior del Brasil aun cuando
esta última actúe en el contexto del sistema internacional
y del subsistema regional que le fijan los parámetros.
b) Después de Río Branco (1912), de la consolidación
de las fronteras nacionales y de la resolución de los problemas
de poder en el Plata, el Brasil permaneció pasivamente en el subsistema
interamericano con una participación meramente formal en el sistema
internacional. Los lazos que ligaban al Brasil con Estados Unidos eran
lazos de solidaridad política y económica vinculados a la
exportación del café.
e) Aun después de la segunda guerra mundial y del establecimiento
de la bipolaridad, esta orientación no fue modificada; de ah í
podremos afirmar que si los parámetros ofrecían alternativas
para la política exterior del Brasil, el sistema interno todavía
no estaba en condiciones de aceptarlas.
d) La industrialización del país, que se venía gestando
desde el inicio del siglo, fue adquiriendo creciente importancia y generando
imposiciones para el sistema político, imposiciones que desafiaban
los liderazgos tradicionales ligados al café. Como la industrialización
ya había provocado modificaciones en el sistema político
por la incorporación de nuevos grupos a su base, la vieja política
de clientela ya no tuvo más recursos para satisfacer las nuevas
demandas. El resultado fue una nueva coalición que presionó
fuertemente al sistema para que en él se operaran modificaciones
económico-sociales a través de un mayor índice de
industrialización.
e) El mayor índice de industrialización exigió,
entre tanto, ayuda económica y tecnológica, y Brasil injertó
dentro de la órbita del subsistema interamericano estas necesidades,
aglutinadas en el Plano de Metas, a través de la Operación
Pan Americana [65] Tal situación hizo ver a Estados Unidos que
la seguridad para América Latina era un problema interno de reforma
y no un problema externo de comunismo. La reacción norteamericana
fue retardada y sólo consolidada en la Alianza para el Progreso
del presidente Kennedy, después del agravamiento de la crisis cubana.
f) La Alianza para el Progreso, al contrario del Plan Marshall en Europa,
no encontró en América Latina ni técnicos ni cuadros
en número suficiente. Si a este hecho añadimos el problema
de la innovación tecnológica, que escapa al control del
Tercer Mundo, y la presencia de grandes industrias norteamericanas en
el Brasil, es perfectamente comprensible cómo en este contexto
el proceso de desarrollo tendió a aumentar la dependencia del Brasil
en relación a Estados Unidos. Esta línea de dependencia
hería al nacionalismo que era la ideología predominante,
y el gobierno que controlaba -directa o indirectamente- sectores fundamentales
de la vida económica del país estuvo en condiciones de tomar
la decisión política de actuar en el sistema internacional,
aprovechándose de la bipolaridad existente para retener el control
de su capacidad de autodeterminarse.
g) La política exterior independiente procuró crear en
el sistema internacional un frente único de los países subdesarrollados,
con el objetivo de proteger los precios de las materias primas y productos
agrícolas y forzar al sistema internacional a responder satisfactoriamente
las demandas de la industrialización. Sin embargo -y como lo demuestra
la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo de 1964- a partir del fin de
la 'década de 1950, y seguramente después de 1962, Estados
Unidos y la Unión Soviética parecen tener más intereses
en común que conflictos y la línea divisoria no se manifiesta
Este-Oeste, sino Norte-Sur. Este es uno de los síntomas de que
la coexistencia pacífica se ha transformado en un non zero sum
game y que un acuerdo tácito entre los dos países refuerza
las respectivas zonas de influencia indiscutible. Este acuerdo, no obstante
que limita las posibilidades de la política externa independiente,
demuestra que ésta tuvo condiciones de persistencia, aun cuando
fue llevada a cabo en tiempo no del todo propicio.
h) De hecho, la probabilidad del Brasil para abandonar el bloque occidental
era pequeña, pero las consecuencias -dado el caso de que esta pequeña
probabilidad se materializara- desde el punto de vista norteamericano
eran graves, lo que permitió suficiente margen de maniobra para
la política externa independiente. Mutatis mutandis cabe la comparación
con los partidos europeos de extrema derecha o de extrema izquierda que
prácticamente sólo pueden entrar en una coalisión
partidista, dentro del espectro político de sus respectivos países,
pero que aun así han experimentado alternativas posibles con el
objeto de valorar su participación en la inevitable agrupación.
La reversión de la política exterior independiente sólo
ocurrió después de marzo de 1964. El movimiento de marzo
de 1964 fue un modo por el cual el sistema poi ítico, a través
de la obstrucción de los canales de comunicación, enfrentó
el exceso de tensión ocasionado por la saturación de demandas.
i) Sin sufrir las presiones políticas internas generadas por el
proceso de modernización y bajo la presión externa de Estados
Unidos que, reforzada por el acuerdo tácito, maximiza su seguridad
militar, el Brasil volvió a la órbita del sistema regional
interamericano. [66]
Expuesto lo anterior, podemos concluir que:
Los datos históricos y el análisis efectuado demuestran
que la bipolaridad sólo tuvo alguna importancia para el Brasil
durante el período de la política externa independiente.
Antes y después de tal período el Brasil actuó únicamente
dentro del subsistema' regional interamericano. Dentro de este subsistema
los conflictos han variado de acuerdo con las presiones internas brasileñas
y las presiones externas norteamericanas. Concretamente hablando, no existió
ninguna bipolaridad sino solamente un monopolio de influencia norteamericana.
Esta es la situación existente en relación al Brasil, y
por lo tanto es posible hacer una primera observación de orden
sistemático: ciertos lineamientos del sistema regional no pueden
reducirse a categorías del sistema internacional. De esta forma,
una comparación del sistema regional interamericano con otros sistemas
regionales debe ser analizada con cierta cautela. El hecho de que, por
ejemplo, el sistema regional del sudeste de Asia esté sujeto a
una multipolaridad y tenga sus propias características sistemáticas
no nos debe desorientar en un análisis de América Latina.
Además, dicho sea de paso, el sistema regional del Oriente Medio,
que siempre se supuso expuesto a un régimen de multipolaridad (URSS,
Estados Unidos, Inglaterra, China, Francia), en una situación límite
de crisis, como la ocurrida en 1967, vio su policentrismo fusionado en
una clara bipolaridad.
La segunda observación de orden sistemático deriva de la
falta de autonomía del Brasil y de América Latina en el
sistem4 internacional en esta fase de maximización de la seguridad
militar norteamericana. Esta falta de autonomía hace imposible
un frente común de los países subdesarrollados en relación
a los países desarrollados. Consecuentemente, Estados Unidos y
la Unión Soviética, con base en el principio de divide et
impera, pueden mantener el conflicto Norte-Sur subordinado al conflicto
Este-Oeste y de esta manera obstruir un reordenamiento básico del
sistema internacional.
Post-data de 1972
El presente trabajo lleva el análisis del problema tratado en
este libro hasta el fin del gobierno Castello Branco, de manera que cabe
ahora, en ocasión de esta nueva publicación, hacer una apreciación,
aunque sea rápida, de lo que ocurrió en el gobierno Costa
e Silva y de lo que está ocurriendo en el gobierno Medici. No entro
a examinar las nuevas características del sistema internacional
y del sistema regional, ya que Félix Peña y yo hemos estudiado
el asunto en la introducción conjunta a este libro. Deseo detenerme,
por lo tanto, en el examen complementario de algunas variables internas
que afectan al sistema nacional brasileño en la formulación
reciente de su política exterior.
De acuerdo con Organski, las determinantes, en el período actual,
del poder de un sistema nacional son el tamaño de su población,
su eficiencia política y su desenvolvimiento económico,
variables que tienen entre sí una especie de correlación.
[67] El colapso de la república populista en 1964 y la instauración
de un nuevo régimen que se inició con el gobierno Castello
Branco fueron resultado, conforme señalo en el presente trabajo
y he intentado examinar con mayores detalles posteriormente, de la incapacidad
en aquel momento del sistema político brasileño de convertir
un número creciente de demandas políticas en programas de
acción. En otras palabras, tratábase de un problema de ineficiencia
política que era en parte una consecuencia de la carencia del aparato
administrativo del estado brasileño para enfrentar nuevas situaciones,
provocadas por el agotamiento del proceso de sustitución de importaciones
y de sus correspondientes mecanismos de control. El nuevo régimen
disminuyó deliberadamente el número de demandas y, a través
de un proceso de concentración del poder posibilitado por la coalición
de fuerzas que lo instauró, orientó gran parte de sus actividades
a aquello que puede denominarse una modernización operacional del
estado y de la economía del Brasil. [68] Los resultados de este
proceso de modernización hicieron sentir sus efectos en los gobiernos
Costa e Silva y Médici, que llevaron al país a retomar en
forma amplia y redefinida el desarrollo económico, estando ello
íntimamente ligado a la ampliación de la eficiencia del
estado en el plano administrativo. Estos dos factores hicieron que se
modificase la combinación interna del poder nacional y. que el
país experimentase un crecimiento de poder que tornó posible,
y necesaria en función de la nueva combinación, una poi
ítica externa más vigorosa de la. que caracterizó
al gobierno Castello Branco, y que fuera analizada en el cuerpo principal
de este trabajo. Ejemplos de esta nueva orientación se encuentran
en la posición de Brasil frente al Tratado de No-Proliferación
Nuclear, así como en las objeciones que el gobierno ha formulado
ante las tentativas de "despolitizar" las Naciones Unidas, y
que constituyen claramente reacciones a las tentativas de congelamiento
del poder mundial, examinadas en la introducción al libro. De la
misma manera, las posiciones del Brasil en materia de fletes marítimos,
de las doscientas millas de mar territorial y de los derechos de pesca,
de cuotas de azúcar, de café en grano y soluble y de contaminación
ambiental, son ejemplos de una orientación que tiende a forzar
la modificación de aquello que en la introducción hemos
denominado la bi-segmentación del sistema internacional. [69] Sin
duda, estas posiciones se han tornado más visibles por el grado
de industrialización alcanzado en el período posterior a
1964 y que, permitiendo una exitosa política de exportación
de manufacturas, ha diversificado la pauta de las exportaciones y conferido,
consecuentemente, una mayor capacidad de negociación al país
en su esfuerzo de cuestionamiento, o al menos de inconformidad, con la
actual distribución internacional de recursos.
Estas observaciones permiten que se diga, a título preliminar,
que el funcionamiento interno del sistema brasileño después
del gobierno Castello Branco, y en particular la ampliación de
su eficiencia político-administrativa, combinada con el nuevo impulso
en el desarrollo económico, viene permitiendo al país una
mayor capacidad de resistir a las presiones del sistema internacional.
¿Quiere esto decir, sin embargo, que el país está
claramente en el camino de poder maximizar su autonomía para controlar
su futuro, que es el problema central planteado en este libro? Entiendo
que a esta altura de los acontecimientos no sería todavía
posible una respuesta afirmativa, y esto debido a dos órdenes de
razones que paso a examinar.
La primera guarda relación con las características de lo
que hemos denominado en la introducción la confrontación
industrial Y tecnológica, es decir, el proceso de creación
y transferencia de recursos Y en particular de recursos tecnológicos.
Evidentemente, una participación efectiva en el proceso' de creación
de recursos tecnológico-científicos es indispensable en
la medida en que un país desea tener un desarrollo autónomamente
definido en función de sus propias necesidades de bienestar. La
participación del Brasil en el sistema científico tecnológico
mundial es, hasta el momento, nítidamente dependiente, Y la inserción
del campo industrial en los sectores de punta de este sistema se hace,
de manera predominante, por intermedio de las empresas multinacionales,
sea indirectamente, a través de regalías o de asistencia
técnica, sea directamente, a través de sus filiales.
Pese al carácter obvio de lo apuntado y a la preocupación
del gobierno de diversificar las fuentes proveedoras de tecnología
del país para atenuar el problema -y los contactos recientes con
el Japón, en este sentido, son sintomáticos- cabe sin embargo
apuntar una situación especial de la economía brasileña
que merece analizarse. Los gobiernos posteriores a 1964 comprendieron
que el debilitamiento del proceso de sustitución de importaciones
pasó a exigir de la economía brasileña un esfuerzo
de exportación de manufacturas para superar el estrangulamiento
externo y facilitar la continua integración de los perfiles industriales.
Ahora bien, a medida que una economía nacional participa más
activamente del comercio internacional de manufacturas, como es el caso
del Brasil, los condicionamientos internos de esta economía dejan
de tener aquella exclusividad de que gozaban en el período del
proceso de sustitución de importaciones. En otras palabras, la
apertura hacia el mercado externo implica la inserción de nuevas
variables y de nuevas áreas de incertidumbre que escapan mucho
más al control de un sistema político nacional y, en relación
a las cuales, los mecanismos de fiscalización y seguimiento diseñados
y aplicados durante el período de sustitución de importaciones
se revelan inadecuados. Así, por ejemplo, las decisiones de las
matrices de compañías extranjeras sobre localización
y ampliación de filiales, exportación e importación
de manufacturas, progreso tecnológico y otras cuestiones conexas
pasan a ser adoptadas teniendo en vista el parámetro establecido
por la economía mundial, dentro de una estrategia que puede no
ser la ideal para un desarrollo nacional autónomo. El cuadro que
se forma es de creciente complejidad, comparado con el período
anterior, y el que resulta de la situación actual de la economía
brasileña (transformación del proceso de sustitución
de importaciones en apertura externa) y de la dinámica de la economía
internacional (la concentración en forma de conglomerados) exige,
consecuentemente, del sistema político brasileño, una permanente
innovación y una continua sofisticación de sus programas
de acción y de los mecanismos institucionales destinados a implementarlos.
Es justamente la capacidad de innovación del sistema político
brasileño la que me parece merecer algunos reparos, y esto vincula
las presentes consideraciones al segundo orden de razones que deseo examinar.
El régimen brasileño instaurado en 1964 indudablemente
aumentó, conforme he apuntado, la capacidad administrativo-política
del país para convertir aspiraciones en programas efectivos de
acción, esto es, de modernizarse. En tanto, no ha encontrado todavía
una solución adecuada para encaminar las aspiraciones del sistema
político, esto es, no institucionalizó la participación
política, que es el otro lado de la moneda del desarrollo político.
Esta no-institucionalización de la participación política
se traduce en falta de apertura para la captación de valores y
reivindicaciones a través de una pluralidad de canales. Esta situación
implica una rigidez cuyas consecuencias pueden afectar la creatividad
del sistema político brasileño y, consecuentemente, su eficiencia,
además de reducir el "feedback" indispensable para el
acompañamiento y modificación de los programas de acción
y de sus correspondientes mecanismos de implementación a que hice
referencia en el parágrafo anterior. La rigidez puede disminuir
igualmente el stock de ideas que deben componer el actual repertorio de
soluciones del sistema político nacional y conducir a una cierta
autosuficiencia del poder, que eventualmente dificultaría un esfuerzo
de catalización del consenso en el contexto regional latinoamericano,
cuya importancia como esquema de agregación de poder en el plano
internacional hemos discutido en la introducción. En otras palabras,
y como conclusión, entiendo que la eficiencia política del
sistema brasileño es, a mediano plazo, un problema todavía
en busca de una solución, lo que no permite un juicio definitivo
sobre el éxito de su política externa.
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NOTAS
[1] David Easton, A System's Analysis of Political Life, John Wiley,
Nueva York, 1965, p. 21.
[2] Ibidem, p. 486.
[3] José Honório Rodrigues, Interesse Nacional e Política
Externa, Civilizacao Brasileíra, Río de Janeiro, 1966, pp.
24-49 y passim; véase también: Alan K. Manchester, British
Preeminence in Brazil. Octagon Books. Nueva York. 1961, passim; y Nelson
Werneck Sodré, As racoes da Independencia, Civilizacao Brasileira,
Río de Janeiro, 1965.
[4] Richard Graham, "Os Fundamentos da ruptura das relacoes diplomáticas
entre o Brasil, e a Gra-Bretanha en 1862: A Questao Christie", Revista
de História, n° 49-50, Brasil, 1962, pp. 117-138, 359-402.
[5] Cf. Robert N. Burr, "The Balance of Power in Nineteenth Century
South America: An Exploratory Essay", Hispanic American Historical
Review, XXXV, febrero de 1955, pp. 37-60.
[6] Cf. Barón del Río Branco, O Brasil, os Estados Unidos
e o Monroismo, Estudos Históricos, Obras del Barón del Río
Branco, Ministerio de Relaciones Exteriores, Río de Janeiro, 1948,
vol. VIII, p. 151.
[7] Cf. E. Bradford-Burns, The Unwritten Alliance - Rio Branco and Brazilian
American Relations, Columbia University Press, Nueva York, 1966.
[8] Donald Marquand Rozer (ed.), The Monroe Doctrine: Its Modern Significance,
Knopf, Nueva York, 1965, p. 21.
[9] Hélio Jaguaribe, O Nacionalismo na Atualidade Brasileira,
ISEB, Río de Janeiro, 1958, p. 227.
[10] Para un análisis de la evolución de esta formalización,
véase David Green, The Containment of Latin America, Quadrangle
Books, Chicago, 1971.
[11] David Easton, op. cit. (nota 1) y Raymond Aron, "L'aube de
l' Historie Universelle", Dimensions de la conscience historique
(2a, ed.), Plon, París, 1964, pp. 260-295.
[12] Isaac Dutscher, Stalin - A Political Biography, Vintage, Nueva York,
1960, pp. 517-518.
[13] General Gólbery Couto e Silva, Geopolítica do Brasil,
José Olympio. Río de Janeiro, 1967, p. 257; véase
también de Herick Marques Caminho, Ismael da Motta Paes y Paulo
Emilio Souto: "Estrategia Nacional", Revista Brasileira de Estudos
Políticos, n° 21, julio de 1966, p. 253. Para un análisis
crítico de la doctrina de la seguridad nacional véase: Celso
Furtado, "Brésil: de la Republique Oligarchique a l'Etat Militaire",
Les Temps Modernes, n° 257, octubre de 1967. pp. 590 y ss.
[14] Hélio Jaguaribe, "Política Ideológica
e Política de Clientela", Digesto Economico, n° 68, julio
de 1950, año VI; Condircoes Institucionais do desenvolvimento,
ISEB, Río de Janeiro, 1957; O nacionalismo na actualidade brasileira,
citado en la nota 9, pp. 40 y ss.
[15] Honorio Rodrigues, Conciliacáo e reforma no Brasil, Civilizacao
Brasileira, Rio de Janeiro, 1965.
[16] Celso Furtado, Formacao Economica do Brasil, Fundo de Cultura, Río
de janeiro, 1959; Desenvolvimento e Subdesenvolvimento, Fundo de Cultura,
Río de Janeiro, 1961, cap. VI; Raúl Prebisch, Towards a
Dynamic Development Policy for Latin America, 1963, E/CN, 12, 680, Rev.
lo
[17] Guerreiro Ramos, A Crise no Poder no Brasil, Zahar, Río de
Janeiro, 1961.
[18] Francisco C. Weffort, "Estado y masas en Brasil", en Revista
Latinoamericana de Sociología, vol. 1, n° 1, 1965, pp. 53-71;
"Raizes Sociais do Populismo en silo Paulo", en Revista Civilizacáo
Brasileira, n° 2, mayo de 1965, pp. 39-60; "Política de
Masas", en política e Revolucáo Social no Brasil, Civilizacáo
Brasileira, Río de Janeiro, 1965; Juarez Brandáo Lopes,
"Some Basic Developments in Brazilian Politics and Society",
en Eric N. Baklanoff (ed.), New Perspectives of Brasil, Vanderbilt Univ.
Press, Nashville, 1966; Ceiso Furtado, "Polítical Obstacles
to Economic Growth in Brazil", en C. Véliz (ed.), Obstacles
to Change in Latin America (hay vers. cast.: Obstáculos para la
transformación de América Latina, F.C.L, México,
1969),Oxford University Press, Londres, 1965. pp. 145-161; Hélio
Jaguaríbe, "Que e o Ademarismo", Cadernos de Nosso Tempo,
n° 2, enero-junio de 1954, pp. 139-149.
[19] Hélio Jaguaribe, Desenvolvimento Económico e Desenvolvimento
Político, Fundo de Cultura, Río de Janeiro, 1962.
[20] Celso Furtado, A Pre-Revolucao Brasileira, Fundo de Cultura, Río
de Janeiro, 1962.
[21] Cf. Celso Furtado, Subdesenvolvimento e Estagnacáo na América
Latina, Civilizacáo Brasileira, Río de Janeiro, 1966, pp.
63-4; Celso Furtado, Análíse do Modelo Brasileiro, Civílizacao
Brasileira, Río de Janeiro, 1972, passim; Carlos Lessa, "Das
Experiencias de Política Económica: Brasil-Chile",
El Trimestre Económico n° 135, julio-set. 1967, p. 474; Celso
Lafer, The Planning Process and the Political System in Brazil- A Study
of Kubitschek's Target Plan - 1956-1967, Cornell University, Ithaca, N.
York. Latín American Studies Program - Díssertatio'l Series
N° 16, junio, 1970, Cap. l.
[22] Roberto Campos, "Relacóes Estados Unidos-América
Latina, Uma interpretacao". Revista de Política Internacional,
11, 1959, pp. 24-40; Ensaios de História Economica e Sociología,
APEC, Río de Janeiro, 1963; pp. 143-184. Para una comprobación
minuciosamente documentada de esta actitud norteamericana durante los
años 40, cf. David Green, The Containment of Latin America, citada
anteriormente.
[23] Operacáo Pan-Americana - documental 11, Presidencia da República,
Río de Janeiro, 1958; pp. 100-101.
[24] Gestao do Ministro Lafer no Pasta das Relacoes Exteriores, Imprensa
Nacional, Río de Janeiro, 1961, p. 100.
[25] Discurso pronunciado el 26 de noviembre de 1958 en el auditorio de
la Escuela Superior de Guerra, titulado Operacao Pan-Americana - documental
IV. Presidencia da República, Río de Janeiro, 1959, p. 88.
[26] Sobre este problema, véase Raúl Prebisch, Towards
a New Trade Policy for Development, E/Conf, 1964, 46/3.
[27] Discurso pronunciado en Washington el 25 de noviembre de 1958 en
la Comisión Especial del Consejo de la OPA, titulado Operacao Pan-Americana,
citado en la nota 21, p. 89.
[28] Hélio Schliter da Silva, "Comércio Exterior e
Desenvolvimento Economico do Brasil", Revista Brasileira de Ciencias
Sociais, II, 1, 1962, pp. 107-156.
[29] Horacio Lafer, discurso de toma de posesión en el Ministerio
de Relaciones Exteriores pronunciado el 4 de agosto de 1959; véase
Gestao do Ministro Lafer no Pasta das Relacoes Exteriores, citado en la
nota 22, p. 84.
[30] Cf. Operacao Pan-Americana - documental VI. Presidencia da República,
Río de Janeiro, 1960 (Informe de Cleantho Paiva Leite).
[31] Véase el discurso de Schmidt citado anteriormente. Sobre
los orígenes de la ALALC, véase Miguel S. Wionczck) "The
Latin America Free Trade Association", International Political Communites.
Anchor Books. Nueva York, 1966, pp. 301-349.
[32] Cf. Lincoln Cordon, "Relacoes dos Estados Unidos com a América
Latina, especialmente o Brasil", Revista Brasileira de Politica Internacional,
IV, 15, pp. 13-26, 1961. También John P. Powelson, Latin America:
today's economic and social revolution, Mc Graw-Hill, Nueva York, 1964,
cap. 9.
[33] Celso Furtado, Subdesenvolvimento e estagnacao na América
Latina, Civilizacao Brasileira, Río de Janeiro, cap. 1, 1966.
[34] Cf. John P. Lewis, Quiet Crisis in India, Anchor Books, Nueva York,
1964, pp. 60-61; Glaucio Ary Dillon Soares, "La nouvelle industrialisation
et le systeme politique brésilien", Sociologie du Travail,
IX, 3, 1967, pp. 314-328.
[35] San Tiago Dantas, Política Externa Independente, Civilizacao
Brasileira, Río de Janeiro, 1962.
[36] George Liska, Nations ín Alliance, The Johns Hopkins Press,
Baltimore, 1962, p. 64; véase también pp. 68-69 (la traducción
es nuestra).
[37] Allonso Arinos de Meillo Franco. A Escalada, José Olympio,
Río de janeiro, 1955, pp. 462-474.
[38] Ibid,
[39] Raymond Aron, Paix et Guerre entre les Nations, Levy-Calmann, París,
1962.
[40] Janio Quádros, "Brazil's New Foreign Policy", Foreign
Affairs, vol. XL (octubre de 1961).
[41] Antonio Patriota, Razao e significado da Conferencia das Nacoes Unidas
sobre Comércio e desenvolvimento" (Conferencia en el IBC el
27/7/1964 -mimeografiada-, p. 21); véase también: Irving
Louis Horowitz, Three Worlds of Development, Oxford University Press,
Nueva York 1966, pp. 164-192 y el Acta Final e Informe da Conferéncia,
E/Conf. 46/141, vol. 1, y Harry G. Johnson, Economic Policies Towards
Less Developed Countries, Londres, Allen and Unwin, 1967, especialmente
pp. 251-254.
[42] Raymond Aron, Dix huit lecons sur la societé industrielle,
Gallimard, París, 1962 (hay vers. cast.: Dieciocho lecciones sobre
la sociedad industrial, Seix Barral, Madrid, 1965).
[43] Cf. Jaime de Azevedo Rodrígues, "A unidade do mundo subdesenvolvido
e o conflicto Norte-Sur", en Revista Cívilizacao Brasileira,
I, 1, 1965, pp.83-113; Antonio Houaiss, Barbasa Lima Sobrinho, Jayme Azevedo
Rodrígues, Luciano Martins y Valério Konder, "Mesa
Redonda: O Brasil e a America Latina na atual conjuntura mundial",
Politica Externa Independente, 1, 2, pp. 159-209.
[44] Mr. X., "The Sources of Soviet Conduct", 1947, reproducido
en George F. Kennan, American Diplomacy - 7900-1950, University of Chicago,
Chicago, 1951.
[45] Cf. Morton A. Kaplan, "Balance of Power, Bipolarity and Other
Models of International Systems", American Political Science Review,
vol. LI. 1957, pp. 684-693, reproducido en James N. Rosenau (ed.), International
Politics and Foreign Policy (A Reader in Research and Theory), Free Press,
Nueva York, 1961, pp. 343-349.
[46] Thomas C. Shelling, The 5trategy of Conflict, Oxford University
Press, Nueva York, 1963, p. 103 (hay vers. cast.: La estrategia del conflicto,
Tecnos, Madrid, 1964); William A. Gamson, "Game- Theory and Administrative
Decision-Making", en Charles Press y Alan Arian (eds,), Empathy and
Ideology, Rand-McNally, Chicago, 1966, pp. 146-161.
[47] Cf. Raymond Aron, "The Anarchical Order of Power", así
como el informe de Stanley Hoffmann sobre el volumen de primavera de 1966
de Daedalus ("Conditions of World Order").
[48] Cf. Hernane Tavares de Sá, The Play within the Play (The
Inside Story of the UN), Knopf, Nueva York, 1966).
[49] Magistralmente descrito por Arthur M. Schlesinger (h.), en A Thousand
Days, Houghton Mifflin, Bastan, 1965, pp. 794 Y ss. (hay vers. cast.:
Los dos mil días de Kennedy, Aymá, Barcelona, 1967).
[50] Cf. Arthur M. Schlesinger (h.), op. cit., passim.
[51] Cf. Charles W. Tait, "Whatever Happened to the State Department",
The Nation, 13 de septiembre de 1965, pp. 134-141.
[52] Cf. John P. Lewis, Quiet Crisis in India, citado en la nota 34.
[53] CL Pessoa de Morais, Sociologia da Revolucao Brasileira, Leitura,
Río de Janeiro, 1965.
[54] Es un caso de "content" y "volume stress", de
acuerdo con las categorías de David Easton; véase A System's
Analysis of Political Life, citado en la nota 1; véase igualmente
Karl W. Deutsch, The Nerves of Government, Free Press, Nueva York, 1966.
[55] Cf. Cándido Méndes, "Sistema Político
e Modelos de Poder no Brasil", Dados, vol. 1, 1966 (20 semestre),
p. 15.
[56] Discurso del 31 de julio de 1964 a los candidatos aprobados por concurso
a iniciar la carrera diplomática. A política Exterior da
Revolucao Brasileira, Ministerio de Relaciones Exteriores, Sección
de publicaciones, 1966.
[57] Discurso pronunciado al tomar posesión del Ministerio de
Relaciones Exteriores el 17 de enero de 1966, en A Politica Exterior da
Revolucao Brasileira, citado en la nota 56.
[58] Melvin, Richter, "Toqueville's Contributions to the Theory
of Revolution; Revolutions, Atherton Press, Nueva York, 1966, tomo VIII,
pp. 75-121 i Samuel P. Huntington, "Political Development and Political
Decay" World Politics, vol. XVII, abril de 1963, pp. 386-430.
[59] Sobre el sentido táctico de la ayuda norteamericana, véase:
John D., Montgomery, Foreign Aid in International Politics, Prentice-Hall,
Nueva York, 1967, cap. 3.
[60] Cf. Celso Furtado, Estagnacao e Subdesenvolvimento na America Latina,
citado anteriormente.
[61] Cf. Hélio Jaguaribe, Problemas do Desenvolvimento Latino-Americano,
Río de Janeiro, Civilizacao Brasileira, 1967, capítulo I
y passim.
[62] Karl W. Deutsch, The Nerves of Government, citado en la nota 52,
pp. 223 y ss.
[63] Véanse las ponderadas formulaciones contenidas en: Factores
para la Integración Latinoamericana (Edición preparada por
el BID), México, Fondo de Cultura Económica: principalmente
el informe redactado por Aldo Ferrer, Eduardo Figueiroas, Hélio
Jaguaribe y Raúl Ruy Alvarez, pp. 12-72. Esta preocupación
está presente en las reflexiones europeas sobre el problema de
la integración; véase Pour une Politique Etrangere de l'Europe.
(Club Jean Moulin). Du Seuil, París, 1966, cap. II.
[64] San Tiago Dantas, op. cit. en la nota 33, pp. 105-192.
[65] Programo de Metas (Informe de las actividades del Consejo de Desarrolío,
1958). Presidencia da República, Río de Janeiro, 1959, p.
31.
[66] Humberto de Alencar Castello Branco, Mensagem ao Congresso Nacional,
Brasilia, 1966. En términos específicos, procurará
el gobierno brasileño reforzar el sistema interamericano, reformulándolo
para mayor eficacia de los instrumentos de seguridad del hemisferio y
adaptándolo a nuevas tareas impuestas por la evolución de
los países miembros del sistema.
[67] A.F.K. Organski, World Patines, (2a ed;), Knopf, Nueva York, 1968,
pp. 101-220.
[68] Cf. Celso Lafer, The Planning Process and the Political system in
Brazil- A Study of Kubitschek's Target Plan, 1956-1961, cit., cap. IV.
[69] Cf. Jorge de Carvalho Silva, "O Brasil em Frente aos Grandes
Problemas Políticos Internacionais Contemporaneos", Revista
Brasileira de Estudos Politicos, 32, Julio de 1971, pp. 9-24; Oswaldo
Castro Lobo, "O Brasil na Presente Conjuntura do Comércio
Internacional", en idem, pp. 57-81; J. A. de Araujo Castro, "O
Congelamento do Poder Mundial", Revista Brasileira de Estudos Políticos,
33, enero de 1972, pp. 7-30; Miguel Osório de Almeida, "Economic
Development and the Developed World, trabajo presentado al Coloquio Franco-Brasileño
de Relaciones Internacionales, realizado en Río de Janeiro, del
18 al 19 de octubre de 1971, bajo los auspicios del Instituto Brasileiro
de Relacoes Internacionais, Instituto Universitário de Pesquisas
do R. janeiro y el Centre d'Etudes de Politique Etrangere; Murillo Gurgel
Valente, A Batalha dos Transportes Marítimos do Brasil, Ministerio
de Transporte, 1971; Marina del Brasil, Mar Territorial, 2 vols., 1972;
Héljo Duque, A Guerra do Café Solúvel, Leitura, R.
de Janeiro, 1970; Amaury Morais de Maria, Diplomacia da Prosperidade,
Jalosi, Bauru-S. Paulo, 1969.
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