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  Félix Peña

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  Diario El Cronista | 12 de abril de 2011
Una negociación birregional sin oxígeno político

Una vez más la negociación del Mercosur y la UE arrastra los pies. Los negociadores se reúnen pero no hay señales que indiquen avances concretos que permitan concluir este año. Es algo ya visto. Ocurrió lo mismo en el camino que llevó al fracaso en octubre de 2004.

Una explicación puede ser la insuficiencia del oxígeno político requerido para concluir una negociación comercial compleja e inédita. Lo es por involucrar 31 países agrupados en dos bloques con densidades institucionales, poderes relativos e intereses distintos. Y también con diferentes intereses económicos dentro de cada bloque. Incluso contradictorios.

El analista de una historia que parece repetirse no puede menos que interrogarse sobre por qué la negociación fue relanzada el año pasado en la Cumbre de Madrid. Se sabe que nadie se sienta voluntariamente en una mesa de negociación si no está interesado en concretar algo. No se retoma una negociación sin vida sabiendo que, al poco tiempo, volverá a estancarse.

La respuesta es que cuando se relanzó la negociación había suficiente oxígeno proveniente del más alto nivel político. Lo aportaron los gobiernos de Argentina y España, a cargo de las respectivas presidencias temporales de cada bloque. Había asimismo del lado europeo fuertes intereses económicos favorables a un acuerdo preferencial con un espacio regional que, a pesar de las insuficiencias de su proceso de integración, es apetecible para competidores de peso como China y los EEUU. Además, la vía de un acuerdo bilateral con Brasil estaba cerrada, al menos en ese momento.

El impulso político inicial parece haberse diluido. O si existe no se nota. Por un tiempo lo retomó el Presidente Lula. Pero el debilitamiento principal se observa en una Europa que transita aún -y quizás por mucho tiempo- por los efectos del sacudón financiero del 2008. Varios de los gobiernos europeos tienen además sus propios dilemas internos. Viven un período dominado por elecciones inciertas con opiniones públicas desconcertadas si no asustadas. Lo ocurrido en África del Norte no contribuye a cambiar este cuadro de situación. Por el contrario habría acentuado reflejos defensivos.

Del lado europeo la negociación ha quedado en manos de funcionarios con aparente voluntad pero sin suficiente peso político. Nadie de alto nivel político está diciendo con convicción ‘esta negociación me interesa‘. Los que más ruido hacen -es parte del juego- son intereses agrícolas que se oponen a que la negociación avance. O, lo que es lo mismo, la supeditan a la conclusión cada vez más incierta de la Rueda Doha.

Hay un factor adicional que introduce una rigidez innecesaria. Es la supuesta exigencia de que un acuerdo de libre comercio birregional como el que se procura lograr, debe cubrir al menos el 90% del intercambio recíproco. Se sostiene que lo requiere el artículo XXIV del GATT. Según quienes así argumentan, su cumplimiento sería esencial para que el acuerdo que se logre no sea vulnerable en la OMC.

Pero no es eso lo que dice tal artículo. Es en todo caso una interpretación posible. Es la que parece predominar en Bruselas. Hay otras interpretaciones válidas. Se reflejan en un antiguo e inconcluso debate entre países miembros y también entre expertos sobre los criterios para interpretar un texto que es ambiguo. Según sea la interpretación a la que se recurra tal porcentaje podría incluso reducirse al 70% o menos.

No es una cuestión banal. Una interpretación más flexible del compromiso asumido en el GATT, facilitaría encontrar puntos de equilibrio en la negociación birregional que permitan contemplar, de un lado y del otro, sensibilidades existentes. Y estas son más agudas precisamente debido a que algunos gobiernos europeos encaran procesos electorales en medio de la percepción de una creciente incertidumbre económica.

Es éste sólo un ejemplo de un nudo importante en la negociación que para ser desatado requiere de un impulso del más alto nivel político. El oxígeno necesario podría lograrse si se distingue el grado de ambición de los compromisos preferenciales a asumir en el acuerdo que se firme, del que tendrían los objetivos de largo plazo de la asociación birregional que se establezca. Cláusulas evolutivas facilitarían dar los siguientes pasos cuando las circunstancias y necesidades lo permitan.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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