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  Félix Peña

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  Universidad de Salamanca | Noviembre de 2008

Una visión latinoamericana sobre la relación estratégica entre la Unión Europea y América Latina


 

Versión revisada de la presentación efectuada en el Seminario "Relaciones entre América Latina y Europa: Balance y Perspectivas", organizado por la Secretaría General Iberoamericana y la Universidad de Salamanca, Salamanca, España, 25 y 26 de abril de 2008.

Una construcción de largo aliento en un marco de desafíos comunes

Europa y América Latina están comprometidas en una construcción de largo aliento. Consiste en desarrollar un espacio bi-regional de cooperación, que signifique - entre otros de sus varios resultados - una contribución efectiva al predominio de la paz y la estabilidad en el plano global. Es uno de los sentidos políticos más profundos de las Cumbres bi-regionales periódicas, como la recientemente realizada en Lima.

Más allá de múltiples y conocidas diferencias entre las naciones de ambas regiones -incluso de grados de desarrollo económico- la construcción de este espacio común tiene historia profunda, aliento político y preferencias compartidas.

Es una historia de más de cinco siglos. Del lado latinoamericano, se nutre entre otros factores, de millones de familias que encuentran en sus respectivos pasados algún punto fuerte de conexión con Europa, sea por descender de quienes fueron conquistados o conquistaron, o de quienes fueron esclavos o emigrantes. O por los muchos que se han formado en países europeos, o que allí trabajan o que allí han retornado. Del lado europeo, se nutre de múltiples vínculos de todo tipo originados en siglos de relaciones inter-regionales, incluyendo cientos de empresas que operan hoy en América Latina.

Es una construcción que tiene además aliento político. Las Cumbres bi-anuales son reflejo de la importancia relativa que los líderes gubernamentales atribuyen a la idea de construir una relación estable con sentido estratégico. Caso contrario no se reunirían. Es un aliento que proviene también de la voluntad de políticos, parlamentarios, empresarios y del tejido de diversas expresiones organizadas de la sociedad civil.

Tiene finalmente preferencias compartidas, que diferencian este espacio bi-regional de cooperación de los otros múltiples en los que se insertan los países de ambos lados del Atlántico, aprovechando las posibilidades de un mundo crecientemente multipolar. Son preferencias que conforman los tres pilares que sustentan la construcción emprendida a partir de la Cumbre de Río de Janeiro en 1999.

Tales preferencias son la democracia, la cohesión social y la integración regional. En el caso de América Latina, la democracia explica mucho de lo que está ocurriendo en el plano de la reingeniería de sistemas políticos que habían dejado de ser vehículos para asegurar la necesaria armonía y cohesión social.

Y es precisamente la cohesión social la segunda preferencia que sustenta la construcción del espacio bi-regional de cooperación. Implica un ataque frontal a la pobreza y a la desigualdad, temas estos centrales en la reciente Cumbre de Lima. Pero también requiere generar fuentes de empleo productivo para quienes hoy se consideran, con razón, excluidos del bienestar, de la educación y del acceso a horizontes de futuro. Se logra a través de la inversión, la incorporación del progreso técnico y el desarrollo sustentable de economías competitivas y solidarias.

La integración regional es la tercera preferencia que distingue la construcción del espacio común trans-atlántico. Desde su gestación, la idea de una asociación estratégica bi-regional, que tome en cuenta las múltiples disparidades existentes, ha sido concebida como una forma de incentivar en América Latina el desarrollo de procesos de integración, definidos en función de las diversas realidades de la región, y no de modelos ajenos o de libretos teóricos.

Ambas regiones, como espacios geográficos multinacionales, comparten desafíos en muchos aspectos similares en sus actuales agendas de cuestiones prioritarias, destacándose los originados en las diversidades culturales, la energía y el cambio climático. Comparten además, el desafío más profundo de asegurar en sus respectivos espacios geográficos, condiciones que permitan consolidar la paz, la estabilidad política, la democracia, la cohesión social y la prosperidad económica, en un mundo en profundo proceso de cambio y marcado por fuentes de constantes turbulencias.

Lecciones resultantes del proceso iniciado en la Cumbre de Río de Janeiro

Son cinco las Cumbres realizadas entre la Unión Europea y los países de América Latina y el Caribe . Ellas tuvieron lugar en Río de Janeiro (1999), Madrid (2002), Guadalajara (2004), Viena (2006) y Lima (2008). ¿Qué lecciones pueden extraerse del proceso bi-regional desarrollado durante casi diez años.

Como se sabe, este sistema de Cumbres bi-regionales ha sido impulsado por la UE. En ellas participan los jefes de Estado y de Gobierno de los países de América Latina y del Caribe (ALC), los de la Unión Europea y el Presidente de la Comisión Europea. Constituyen la instancia de alto nivel político a fin de desarrollar la idea de una asociación estratégica entre los países de ALC y la UE. Es una idea que tiene uno de sus pilares centrales en el desarrollo de un marco que permita profundizar, con sentido político, las relaciones económicas bi-regionales a través del desarrollo de una red de acuerdos de asociación estratégica de la UE con países y grupos de países de ALC.

Lo concreto es que a partir de la Cumbre de Río de Janeiro en 1999, las dos regiones han canalizado el impulso político a la idea de una asociación estratégica bi-regional, en el marco amplio de estos encuentros periódicos de alto nivel político, de los cuales se esperan que surjan definiciones estratégicas y, eventualmente, hojas de ruta que aspiran a incidir en la intensificación de las relaciones económicas y de las acciones de cooperación económica, especialmente originadas -estas últimas- en la UE y en sus países miembros.

Las críticas que se observan en cuanto a la eficacia de este sistema de Cumbres se basan en la percepción de una cierta tendencia - en ocasión de su realización - a la diplomacia mediática o de efectos especiales. Ella se caracteriza por una necesidad significativa de producir noticias de algún impacto inmediato y no necesariamente, compromisos políticos que por su contenido jurídico sean exigibles.

Es una falta de eficacia que puede deberse a una alta variedad de situaciones reflejadas en cada Cumbre, resultante en particular, de la heterogeneidad y fuertes diversidades entre el peso relativo de los protagonistas, y en el grado de organización interna de cada región.

Cabe tener presente al respecto, que el espacio europeo está organizado en torno a la UE, que en el plano de las relaciones comerciales habla con una sola voz y que en relación a otros pilares de la relación interregional, como por ejemplo, en el político y en el de la seguridad, presenta un cuadro de creciente aunque a veces difícil coordinación.

A su vez, el espacio latinoamericano, no cuenta con un mínimo de organización que le permita expresarse con una sola voz o con un razonable grado de coordinación, ni menos aún, con una estrategia conjunta. El espacio latinoamericano es, en tal sentido, un conglomerado de marcada heterogeneidad, casi un mosaico de evidentes diversidades, cuando no de contradicciones. No constituye por cierto como tal, un interlocutor válido en el plano de las negociaciones comerciales. En la preparación de cada Cumbre, este espacio se coordina en un grupo de altos funcionarios y a través de sus representantes en Bruselas.

Lo concreto es que el sistema de Cumbres bi-regionales periódicas es, por ahora, el principal marco -sino el único-, para el desarrollo de una dimensión institucional que permita impulsar las relaciones económicas recíprocas y concretar la aparente voluntad política de ambas regiones de trabajar juntas.

Pero es éste un marco que también enfrenta desafíos en cuanto a su relevancia, a su eficacia y a su credibilidad.

En el plano de la relevancia, se observa precisamente el impacto de importantes factores que están introduciendo significativos cambios tanto en el mapa de la competencia económica global, como en el de las negociaciones comerciales internacionales. El mundo actual con su carencia de polos muy definidos, ofrece un cuadro creciente de multiplicidad de opciones para todos los países, a diferencia del que caracterizaba aún la década de los noventa, período en el que se gestaron las ideas que nutrieron lo acordado en la Cumbre de Río de Janeiro. En tal sentido, es un hecho que ambas regiones comparten ahora la prioridad de sus relaciones recíprocas con otros focos de atención, especialmente en sus propios entornos contiguos (el espacio hemisférico para los países latinoamericanos y los espacios euro-mediterráneo y euro-asiático por la UE) y por cierto también, en el Asia y en África.

En el plano de la eficacia, los resultados obtenidos a partir de la Cumbre de Río de Janeiro, distan de ser impactantes. El fracaso en el cumplimiento de la meta de octubre 2004 en las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea, es una de las evidencias al respecto. En términos de construcción de una asociación estratégica bi-regional, lo más significativo de los últimos años, fue el acuerdo de libre comercio con Chile, que siguió al que antes se concluyera con México.

Y en el plano de la credibilidad, quizás por el surgimiento de otras prioridades y por los magros resultados alcanzados hasta el presente, no se observan muchos indicios de que ciudadanos, inversores y terceros países, estimen como posible el que la idea de la asociación estratégica bi-regional se pueda traducir en hechos significativos, al menos en un horizonte razonable. Es un cuadro de situación que no ha cambiado, al menos sustancialmente, tras las última Cumbre bi-regional.

¿Es que la construcción de asociación estratégica bi-regional, especialmente en su pilar económico, está entrando en una nueva etapa? Hay indicios de que sí. El punto de inflexión sería el no haber podido concluir las negociaciones UE-Mercosur.

Será, en tal caso una nueva etapa en la que parecería recomendable comenzar con un serio esfuerzo de reflexión conjunta sobre los nuevos desafíos que se encaran en el plano global y en el de cada uno de los respectivos espacios geográficos regionales . Tal reflexión debería, asimismo, tomar en cuenta lo que indica la experiencia acumulada en estos últimos años, especialmente en cuánto a los métodos a emplear en la construcción del espacio económico bi-regional. Ello es así, sobre todo si se procura obtener en plazos razonables, las ganancias de relevancia, de eficacia y de credibilidad, que han escaseado hasta el presente.

Y tal reflexión conjunta puede ser más necesaria aún, teniendo en cuenta que se comienza a observar en el espacio bi-regional, una cierta tendencia a procurar en el plano bilateral lo que no se ha podido avanzar a través de la idea original de una red de acuerdos de asociación estratégica basada prioritariamente en los procesos de integración regional existentes en América Latina (el Mercosur, la Comunidad Andina de Naciones - CAN - y el Sistema de Integración Centroamericano (SICA). Es una tendencia que puede ser estimulada por la estrategia que en el plano comercial están siguiendo los Estados Unidos con países latinoamericanos, tras el fracaso del ALCA. Ella podría acentuarse según sean los resultados que finalmente se alcance este año con la Rueda Doha. De ellos depende que no se exacerbe entonces la competencia entre los principales protagonistas del comercio mundial por concluir acuerdos comerciales preferenciales que son, en su esencia, discriminatorios.

Lo concreto es que de la lectura de las Declaraciones producidas por las cinco Cumbres realizadas, no surge con claridad un hilo conductor de una estrategia bi-regional, ni menos aún, una hoja de ruta que indique con cierta precisión cómo se alcanzarán los objetivos muy genéricos definidos. Las diferencias notorias en el formato de presentación de las conclusiones de las Cumbres, podrían reflejar la ausencia de una especie de Secretaría Permanente bi-regional del sistema. Quizás el establecimiento de tal Secretaría - como ya ha ocurrido en el sistema de Cumbres Iberoamericanas - o de algún equivalente funcional transitorio, podría ser uno de los aportes que se introduzca en el camino que debería conducir al desarrollo futuro de este espacio bi-regional. Tal equivalente funcional podría resultar del aprovechamiento de un complejo institucional actualmente existente entre ambas regiones, que incluye a la Secretaría General Iberoamericana.

En general se estima que los objetivos definidos para tal asociación estratégica son aún válidos y la relevancia potencial sigue siendo significativa para ambas partes.

Pero a su vez, como se mencionó antes las dos regiones participan en los múltiples espacios de relaciones económicas que conforman el mapa más amplio de la competencia global . Conciliar en la práctica la aplicación de un enfoque y de una estrategia de inserción internacional multi-espacial, es quizás uno de los principales desafíos que enfrentan hoy los gobiernos y las regiones organizadas en el espacio bi-regional.

No son sólo los espacios de competencia económica los que se multiplican. Lo son también los de las negociaciones comerciales internacionales, que pueden ser visualizadas, por sus resultados prácticos, como otros tantos ámbitos de producción normativa y de generación de mecanismos que aseguren la aplicación de las reglas en materia de comercio y de inversiones, así como la solución de conflictos entre países miembros. De hecho, las negociaciones comerciales entre la UE y países y esquemas de integración económica en ALC, están explícitamente vinculadas con las que se desarrollan en la OMC e implícitamente, con las que una y otra región, desarrollan en sus respectivos espacios contiguos y con otras regiones del mundo.

Comprender entonces, la dinámica existente en el tejido de la compleja red de acuerdos preferenciales de cada una de las dos regiones, así como los factores que inciden en su evolución, es una cuestión que merecerá en el futuro atención prioritaria de la otra región.

Las relaciones económicas entre ambas regiones se reflejan, prioritariamente, en flujos de comercio de bienes y servicios, de inversión directa y financieros, y cada vez más en movimientos migratorios. Pero se reflejan también en su dimensión institucional, entendida especialmente como los principios y conceptos; los métodos de trabajo; los procesos de producción normativa; las reglas de juego, y las formas cómo ellas son interpretadas y aplicadas, que inciden en la evolución de los mencionados flujos y en las correspondientes estrategias empresarias.

Por ello es también, una dimensión relevante en la óptica de empresas que adoptan decisiones de inversión productiva en función de los mercados ampliados asegurados por los respectivos acuerdos gubernamentales, sus políticas públicas e instrumentos reguladores. Son ellas, finalmente, las que deben extraer consecuencias prácticas en sus estrategias de competitividad global y regional, de las señales emitidas por los gobiernos a través de los acuerdos en los que se comprometen y de sus propias políticas públicas.

En el caso de la relación bi-regional UE-ALC, es precisamente la fuerte presencia de empresas europeas en la región latinoamericana y, especialmente, en el Mercosur, uno de los factores más relevantes a la hora de trazar una estrategia de asociación que cuente con el protagonismo activo de quienes participan, directa o indirectamente, por ejemplo, como trabajadores y consumidores, en los flujos bi-regionales de comercio e inversión.

La cuestión de la eficacia del sistema de Cumbres bi-regionales

A la luz de la experiencia acumulada, las siguientes son algunas de las recomendaciones que pueden efectuarse a fin de lograr una mayor eficacia en el actual sistema de Cumbres bi-regionales:

  • Realizar una correcta apreciación por parte de cada país o grupo de países participantes, de lo que les conviene obtener de la relación bi-regional en cada una de las Cumbres bi-regionales, en la perspectiva de sus respectivos intereses nacionales o sub-regionales, y de sus proyecciones multi-espaciales en la competencia económica global.

  • Facilitar la preparación de cada Cumbre bi-regional con un portal interactivo y especializado, que permita un efectivo seguimiento de los trabajos preparatorios por parte de la sociedad civil y sus sectores representativos, así como la canalización de sus propuestas. La propuesta de creación de una Fundación bi-regional euro-latinoamericana, siguiendo por ejemplo el modelo de la ya existente en la ASEM, podría contribuir en el futuro al logro de tal objetivo.

  • Promover debates previos a la realización de cada Cumbre bi-regional, con fuerte participación de parlamentarios y empresarios, así como de los medios académicos y de instituciones representativas de la sociedad civil.

  • Desarrollar una campaña de información y explicación a la opinión pública sobre el sentido del sistema de Cumbres bi-regionales, sus objetivos en relación a la construcción de una asociación estratégica bi-regional y sobre las expectativas razonables en torno a sus posibles resultados.

¿Cuáles deberían ser algunos temas sustantivos que se introduzca en el necesario debate a realizarse en el proceso inter-Cumbres?

Sin perjuicio de otras, se puede sugerir otorgar prioridad a las siguientes cuestiones:

  • Las políticas y mecanismos que permitan un efectivo fortalecimiento de un sistema multilateral eficaz, tanto en el plano político y de la seguridad, como en el del comercio internacional.

  • El seguimiento y evaluación de la metamorfosis que se observa en los distintos procesos de integración en cada una de las regiones y, especialmente en el espacio latinoamericano. Convendría considerar los acuerdos que incluyen preferencias económicas y comerciales, como también aquellos no preferenciales y los que tienen una finalidad más política y que incluso aspiran a crear un marco común para el desarrollo de la infraestructura física de la región, como es el caso de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR).

  • El debate podría concentrarse en una apreciación sobre las metodologías de integración aplicadas en la región y sobre nuevas modalidades de trabajo conjunto - de geometría variable y múltiples velocidades - que puedan incidir en una mayor efectividad, eficacia y legitimidad social de los respectivos procesos de integración. En tal perspectiva, cabría analizar la experiencia acumulada en materia de órganos ejecutivos comunes, de instituciones parlamentarias y de mecanismos de participación social, incluyendo la cuestión de la transparencia en los procesos de creación normativa.

    Una pregunta central a examinar, podría ser ¿cuáles son criterios políticos y económicos con los cuales apreciar el grado de avance relativo de los distintos esquemas de integración?

    Se propone considerar al respecto dos criterios, entre otros: la consolidación de la lógica de integración entre naciones vecinas por contraposición al predominio de una lógica de fragmentación, y la eficacia de cada esquema en generar un cuadro de ganancias mutuas entre los países participantes, especialmente tomando en cuenta diferencias en dimensiones y grados de desarrollo, así como sus respectivos objetivos nacionales de consolidación democrática, transformación productiva y equidad social, e inserción competitiva en la economía global.

    En relación a esta pregunta convendría interrogarse sobre el grado de legitimidad social de los respectivos acuerdos, basada en la percepción que cada sociedad tenga sobre los beneficios que ha obtenido del respectivo acuerdo, especialmente en el plano de las inversiones productivas y de la creación de empleo.

  • El nuevo mapa de la competencia económica global, que con el surgimiento de protagonistas como China, India y Rusia, tiene y puede tener en el futuro un fuerte impacto en la estrategia de inserción externa de los países latinoamericanos. El objetivo será examinar tal situación en las perspectivas de las distintas subregiones de América Latina.

    El papel de países grandes de la región, pero también de terceros países o bloques, especialmente en su competencia por tener una mayor influencia política y económica en la región o en determinadas subregiones, es una de las cuestiones a examinar para entender bien la dinámica de los acuerdos de integración y de las negociaciones comerciales internacionales, así como sus perspectivas de desarrollo futuro.

    En relación a esta cuestión convendría pasar revista al estado de avance de las negociaciones que países y grupos de países desarrollan especialmente con los Estados Unidos y con la UE - tanto los acuerdos ya concluidos como los que están siendo negociados o próximos a serlo -, así como de las negociaciones que países como Chile, Perú y México han desarrollado - o están desarrollando - con países como Japón, Corea del Sur y China, entre otros. Debería tomarse en cuenta, asimismo, aquellos mecanismos o acuerdos comerciales que no tengan un alcance preferencial.

  • Los mecanismos de cooperación y las reglas de juego que faciliten los procesos de integración de cadenas de valor y la internacionalización de empresas, especialmente de aquellas originadas en los países ALC.

  • La incidencia de las cuestiones sociales en las agendas de los distintos procesos de integración, así como también al progreso alcanzado en los grados de participación social en la construcción de los espacios de integración y en las negociaciones comerciales de los países de la región.

  • Las nuevas fuentes de energía y de la seguridad en el acceso a los respectivos mercados, por ser cada vez más relevantes en las agendas de ambas regiones y campo propicio para el intercambio de experiencias.

  • El impacto de la ampliación de la UE sobre ALC incluyendo la prioridad que se le otorga a la región. Tal cuestión podría ser examinada en el marco de una apreciación de la eficacia de las acciones de la UE por estimular y apoyar los procesos de integración de la región, a través de mecanismos de cooperación económica y de su política de tejer una red de acuerdos de asociación estratégica.

  • El potencial de cooperación trilateral que existe, especialmente a través de acciones conjuntas de la UE con los países de mayor desarrollo de la región, a favor de las economías más pequeñas y de menor desarrollo relativo. Esta cuestión debería ser abordada en el contexto más amplio de uno de los problemas más sensibles de los procesos de integración regional - especialmente en el ámbito del Mercosur - cuál es la de la distribución de sus beneficios, tomando en cuenta pronunciadas asimetrías existentes resultantes de diferencias de dimensión económica relativa y grados desarrollo entre los países participantes.

El desarrollo futuro de la relación estratégica bi-regional.

En el plano de sus relaciones estratégicas bi-regionales, los países de la Unión Europea y los de América Latina y el Caribe, tienen al menos dos tareas conjuntas hacia el futuro.

Ellas son complementarias de las que se desarrollen en el plano de los acuerdos de asociación ya concluidos o las orientadas a concluir los acuerdos en curso de negociación, con Centroamérica, la Comunidad Andina de Naciones y el Mercosur.

También lo son de aquellas que se canalizan a través de las relaciones bilaterales entre la Comisión Europea y cada país latinoamericano - como por ejemplo, la que se reflejó en la visita que en el mes de junio de 2007 efectuara a Brasilia el Presidente Durán Barroso (http://www.mre.gov.br) - y, por cierto, a través de las relaciones bilaterales de cada país miembro de la Unión Europea con cada país latinoamericano.

La primera tarea conjunta a señalar, es la del seguimiento de resultados de la última Cumbre bi-regional (ver el texto en http://europa.eu/index_es.htm).

La segunda es la de preparar bien la próxima Cumbre bi-regional a realizarse en el 2010, a fin de asegurar que ella permita producir avances concretos en la construcción de una asociación estratégica entre ambas regiones.

No son tareas que incumben sólo a las instancias oficiales. Por el contrario, es probablemente desde la sociedad civil y sus organizaciones donde se podrán, con más eficacia, desarrollar acciones que impulsen y faciliten el logro de los objetivos perseguidos.

La participación de la ciudadanía y de los intereses concretos de las respectivas sociedades civiles puede ser, en todo caso, un elemento que distinga al proceso preparatorio de la próxima Cumbre bi-regional. Ella puede nutrir de innovación y fuerza a un proceso que no debería quedar limitado sólo al eventual - y a veces discontinuo - impulso de instancias oficiales.

Es precisamente en la medida que cada Cumbre bi-regional sea la culminación de un proceso que se desarrolle con mucha anticipación y con la participación activa de la sociedad civil, que puede esperarse que ellas aporten elementos originales y sustantivos en la construcción de una asociación estratégica, que sea eficaz y que cuente con legitimidad social.


NOTAS:

[1] Este apartado está en parte basado en el artículo del autor, "Latinoamérica y la Unión Europea en un mundo de arenas movedizas: aportes al análisis del estado actual y del futuro de las relaciones económicas bi-regionales", Informe elaborado para el Observatorio de las Relaciones Unión Europea-América Latina (OBREAL/EULARO) y presentado en su conferencia inaugural, realizada en Barcelona el 3 y 4 de febrero de 2005 (ver su texto, como otros del autor, en http://www.felixpena.com.ar).

[2] Ver al respecto el artículo del autor "Gobernabilidad e integración de espacios geográficos regionales: una aproximación a la comparación de las experiencias sudamericana y europea", presentado en la Jornada Jean Monnet, organizada por el Módulo Jean Monnet de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) con la colaboración del INTAL - Buenos Aires, 13 de noviembre de 2007 (su texto se encuentra en http://www.felixpena.com.ar). Está basado en la versión en inglés presentada a la Conferencia Internacional: "50 Years of European Integration: Foundations and Perspectives", University of Maastricht, Maastricht, 23 and 24 March 2007".

[3] Ver al respecto el artículo del autor, "La compleja red de Cumbres Presidenciales: reflexiones sobre el sentido y la eficacia de la diplomacia presidencial multilateral y multi-espacial en el caso de los países sudamericanos. Su dimensión económica", en Revista América Latina Hoy, Universidad de Salamanca, 2005.

[4] Ver el informe preparado por el autor para el Foro Empresarial Mercosur-Unión Europea - MEBF, con el título "The future of an elusive partnership: ¿What role could the business sector play in the development of the Mercosur-EU relations?, prepared for the Chaire Mercosur-IADB-MEBF project and for the MEBF's VII Plenary Conference, Lisbon - October 8, 2007 (ver su texto en http://www.felixpena.com.ar y en http://www.chairemercosur.sciences-po.fr).

[5] Este apartado complementa el trabajo del autor "Aportes a una visión prospectiva sobre formas de cooperación duradera entre América Latina y la Unión Europea", presentado en el Seminario Unión Europea y América Latina: caminos para una nueva agenda", organizado por la Fundaçión Konrad Adenauer junto con la Universidad de Brasilia y el Centro Brasileño de Relaciones Internacionales (CEBRI), en Brasilia los días 22 y 23 de mayo 2006.

[5] Sobre UNASUR ver http://www.comunidadandina.org/sudamerica.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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