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  Félix Peña

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  Diario El Cronista | 22 de julio de 2008

Se piensa ya el futuro post-Ronda Doha


 

Si la semana que viene en Ginebra avanzan las negociaciones, podrían estar concluidas antes de fin de año. Si las gestiones fracasan, será difícil definitivamente actuar como si nada hubiese pasado y esto afectará seriamente a la OMC. Las lecciones para la Argentina.

La Organización Mundial del Comercio (OMC) está entrando en la etapa post-Rueda Doha. Será así cualquiera que fueren los resultados de la reunión ministerial de la próxima semana en Ginebra.

Si se tiene éxito, se abriría la puerta para concluir las negociaciones multilaterales antes de fin de año. Luego sería más difícil lograr la aprobación de sus resultados por el nuevo Congreso americano. Tener éxito significa precisar con fórmulas y números el alcance de lo que concederían y recibirían las diferentes categorías de países. Implica acordar, además, lo que se exceptuará a través de flexibilidades que contemplen situaciones diferenciadas y sensibilidades, especialmente en agricultura y en productos industriales.

Allí reside la esencia de la letra fina que es la que permite a cada país apreciar lo que, eventualmente, puede ganar o perder una vez que lo que se negoció se traduzca en aperturas de mercados y en disciplinas colectivas que inciden en sus políticas comerciales externas.

Si se fracasa, las posibilidades de retomar estas negociaciones globales tal como ellas fueron encaradas hasta ahora podrían ser, en el mejor de los casos, casi nulas. El desgaste de la Rueda Doha concebida en un mundo distinto al actual -en distribución de poder económico entre los principales protagonistas del comercio mundial y de incentivos para otorgar concesiones- hace difícil imaginar que se siga negociando luego como si nada hubiera pasado. Y torna más inimaginable que el deterioro que se ha observado en las negociaciones globales, no termine afectando la eficacia y la legitimidad de la propia OMC.

Es difícil saber desde afuera de las negociaciones cuáles son las posibilidades reales de que en Ginebra se fracase o se tenga éxito. En momentos culminantes de toda negociación comercial, se acentúa el reflejo condicionado de los negociadores a mezclar señales ciertas y falsas. Incluso a veces lo que se comunica está no sólo dirigido al respectivo frente interno o a confundir a otros negociadores, pero también a preparar el terreno para explicar un eventual fracaso.

Es decir, en este caso, para echarle la culpa a los otros de un colapso de la Rueda Doha, especialmente por las consecuencias políticas que ello tendría en un mundo que tiende a poner en evidencia alarmantes signos de lo que podrían ser situaciones de ‘tormentas perfectas’.

En cualquiera de los dos casos la etapa Doha estaría llegando a su fin, o por su éxito o porque se impondría un replanteo de fondo.

Y al confrontar uno u otro escenario, la Argentina deberá extraer consecuencias al delinear su estrategia de inserción comercial externa. No sólo en el plano gubernamental. También en el de sus empresas -de cualquier tamaño- que serán cada vez más dependientes de la internacionalización de sus capacidades para producir bienes y prestar servicios que sean competitivos en los mercados externos.

Si en Ginebra la semana próxima se logra tener éxito -que podría incluso ser percibido como relativo y precario- y la Rueda Doha concluye en plazos relativamente cortos y con resultados razonables -esto es, un equilibrio aceptable entre lo que los países reciben y pagan-, la ventaja para el país sería contar con escenarios más previsibles en cuanto a lo que otorgará y a lo que obtendrá como contrapartida. Además se beneficiaría de una OMC fortalecida y de un relativo blindaje del arancel externo del Mercosur, si es que resulta explícitamente incluido en lo que se negocie para los productos industriales.

Si por el contrario se fracasa, el escenario comercial externo para el país sería más incierto, tanto en cuanto a las condiciones de acceso a mercados apetecibles, como a la solidez de las disciplinas colectivas que inciden en las políticas comerciales externas. Nos tocaría navegar un mundo en el que proliferarían aún más los acuerdos comerciales discriminatorios, sin que necesariamente tengamos mucho margen para tejer nuestra propia red preferencial con un alcance global.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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